Quizás no esté tan bien.
La felicidad más que una actitud es una emoción que viene de vez en cuando, que no llega porque si ni que se va porque alguien en el cosmos ha decidido que se marche, es simplemente nuestra manera de tomar las circunstancias en nuestro entorno de manera inconsciente. Retoma tus pensamientos de aquel día, analiza cada mísero detallo y da tu respuesta: ¿y si ese comentario ofensivo te dolió sin que te dieras cuenta? ¿y si esa mirada indiferente hincó dentro de ti? ¿y si no estás tan bien como piensas?
A veces podemos andar con una daga hundida en la columna, el dolor que sientes lo minimizas inconscientemente al ser tan natural recibir día tras día tantas flechas que se clavan en tu cuerpo y una pequeña punzada no es absolutamente nada comparado con la agonía de siempre, pero siempre va a doler, por más pequeña que sea la cicatriz, la oscuridad se escabulle por cualquier grieta y alcanza tu corazón sin que te des cuenta.
Un día despiertas, pero no quieres iniciar la mañana sin saber por qué tienes el augurio de que no va a ser una buena semana, tarde o temprano te levantas, miras tus pies, el mundo está atrapado en un filtro que no varía de gris aunque el día sea el más soleado del verano y con un suspiro entre tus labios, tienes que cambiarte para empezar una monótona rutina que se te hace cada día más pesada.
Sabes que no hay motivos para sentirte alicaído pero no puedes eludir ese sentimiento y eres tan bueno escondiendo las malas raíces que están naciendo dentro de ti que nadie va a sospechar que ese estoy bien está disfrazado con un tono de ironía, al principio, te afecta que nadie se percate de tu estado pero con el pasar de los días la tristeza es irrelevante y llega a un punto que no sientes casi nada de lo que sucede con tus cercanos.
Intentas hacer lo que amas pero descubres que tal vez no aprecias tanto tu labor como pensabas o quizás ese no es tu día, reiteras muchas veces en tu cabeza que no quieres perder esa pasión y que solo deberías tomar un respiro de eso. Los estudios, el trabajo, se vuelve más una carrera de que tan rápido puedes concluir para regresar a la cama temprano. Escuchas la misma canción que te anima de siempre pero tus tímpanos no la toleran, decantas por algo más suave y terminas escuchando una canción que le da más sentido al vacío en tu pecho y como desearías llorar con esa melodía tan deprimente pero no puedes, así que continuas con el día con la cabeza en otro planeta.
Finalmente, el día culmina, aún todo sigue pareciendo tan minimalista frente a tus ojos pero estás tan acostumbrado a ese tono que ya casi no recuerdas como se veía el mundo en vista de una persona que ama la vida, quieres dormir, no obstante, los pensamientos de que tan malo será el mañana no te permiten gozar del silencio a tu lado. Quieres distraerte con algo, pero ni siquiera puedes leer un buen libro o disfrutar de buena música. Te resignas a todo porque no quieres moverte y no es pereza, es la sensación de pesadez que carga en tu alma y que no te deja en paz.
Piensas en tu vida, en lo que ha sucedido, en porque te has convertido en una persona tan deprimente cuando esa persona había dicho que irradias felicidad, en el qué de tantas cosas que han pasado ese día y que no te detuviste a pensar porque simplemente estabas inerte. Suspiras, aún sientes esa presión que no desvanece de tu pecho.
Ahí te das cuenta que no estás triste, ni feliz, simplemente no estás. No estás tan bien como pensaste.
La rutina se repite día tras día, mañana tras mañana, noche tras noche. Nadie sabe el dolor que llevas y que es desconocido inclusive para ti mismo. Nadie sabe que quieres gritar aunque no puedas. Nadie se da cuenta de que esa sonrisa en tus labios muere en el momento que dejan de mirarte. Nadie más que tú sabe cuanto duele no saber que ocurre contigo.
Llega un día en donde eso que era desconocido para ti se enmenda, esa persona que te hirió se lamenta o esa persona a la cual amas te mira a los ojos y dice que te ama y el mundo se reinicia. Ese estado anímico se ahuyenta, no sabes por qué, pero el amanecer luce más bonito que el de ayer y aunque esa sensación de temor por volver a repetir ese ciclo que no tenía final sigue contigo, sientes que puedes respirar en paz y empiezas a vivir porque quizás el día de mañana se vuelva a ir.
Y en ese entonces, me di cuenta de que quizás nunca estaré tan bien y mucho menos nunca estaré tan mal.—Junnie.
¿Podrían creer que esto ya va por quinientas vistas? No me imaginé que personas miraran lo que mi estúpida mente saca a luz. Muchísimas gracias ;;-;;. No merezco tanto amor por ser una romantica empedernida~~
Pd: aquí, entrando en confianza, ¿por qué hay lectores fantasmas? Necesito amor, friends, ¿¡no ven mi despecho en los 101 escritos anteriores!? Help me. Jsjdjsfd, byeee~

ESTÁS LEYENDO
bizarre thoughts
Poesíapensamientos bizarros que no tienen sentido ni razón de su por qué.