Lucías genuinamente, como siempre lucías, con un toque que me insinuaba que tu ser estoico había desaparecido, pensaba que era una fantasía, un sueño dulce de aquellos que te frustras al despertar y corrobar que es parte de tu marginada imaginación; una camiseta blanca inmaculada, unos jeans ajustados, tus cabellos desastrosos cayendo por tu frente, vestías coloquial pero no perdías esa excentricidad en la que siempre te regodeabas, quizás tu vestimenta no te hacía el ser inexpresivo que nunca me has dejado descubrir.
Llegaste, no te importó que tan rodeados estuviéramos, simplemente me hablaste como solías hablarme cuando nuestros amigos estaban por los alrededores, me ponía nerviosa estar acorralada, pero para tí era tan normal tener pares de ojos muriendo en tu sien, tan distintos; mis labios pronunciaron tu nombre en un susurro, tu murmuraste un sonido que no necesitó escapar de tu garganta, te pregunté si podíamos marcharnos, tú solo sonreíste como nunca lo haces y nos dirigimos hacia una plaza.
A veces simples palabras duelen profundamente, aunque contigo no pueden ser únicamente simples palabras, porque conmigo no existen palabras más interesantes como las que escapan de tu voz; me duele el saber que no sé nada de ti, que tu tampoco te preocupas en enseñarme ese lado dulce que todos conocen excepto a mí, me duele el tener que acostumbrarme a la frivolidad de tu tono, a lo oscuro de tus irises, a simplemente que mi nombre aparezca en tu mente por mero protócolo, no porque quieras entablar una conversación allegada conmigo.
Odio los desenlaces, pese que escribo millones de éstos en líneas que no conocen del sufrir, pero aquel no fue tan malo, de hecho, podría considerarlo como mejor que el comienzo, solo porque tus ojitos que se tiñen de un tono familiar al azabache miraban mis orbes que de interesante nada tenían, tu tacto acunó mi mejilla, un cosquilleo que se disfrazó de rubor sombreó mis pómulos, y cuando estuviste a un centímetro que aparentaba un abismo, retrocediste.
Y desperté, entre mis mantas, con una sensación amarga escociendo en mi abdomen y unas inmensas ansias de llorar por no tenerte a mi lado. Entonces descubrí que no era tan frustrante despertar con un sueño a medias, sino despertar con la irónica certeza que incluso tus sueños conocen.
—Junnie.
![](https://img.wattpad.com/cover/208271806-288-k2660.jpg)
ESTÁS LEYENDO
bizarre thoughts
Poesiepensamientos bizarros que no tienen sentido ni razón de su por qué.