Me Gustas °Carter Reynolds°

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No me creerían si dijera que incluso antes de que me dijera su nombre sentía como si ya supiese quien es. Incluso antes de que me hablase sentía como si ya estuviese enamorado...
Cada mañana la veía salir y cada noche la veía llegar a su casa. Siempre lucia triste, sin embargo parecía esas personas que odia dar lastima. Se mudo al lado de mi casa cuando tenía trece años, con su madre y su padrastro. Y en cuatro años solo habíamos hablado tres veces. Una de ellas fue para darle el pésame cuando me entere que su madre había fallecido tras una larga lucha contra el cáncer. Y ahora le tocaba vivir con su padrastro, ya que al aun ser menor de edad no podía vivir sola, no podía mantenerse o trabajar.
Me daba tristeza que una niña tan delicada como ella tuviera que vivir con un ser despreciable como Robín. Según sabía era oficial de policía, pero luego de recibir un disparo en el hombro se tiro hacia la bebida. Todas las mañana podía oír sus gritos hacia ella, sobre lo floja que era, lo inútil que según él era. Cuando llegaba por la noche se volvía a oír los gritos, pero esta vez eran distintos, era gritos sucios y llenos de odio. Probablemente estaba borracho, como cada día de su vida. Luego de eso se encerraba en su habitación y la música retumbaba, tal vez solo para callar los gritos.
Tras su rostro pálidos y sus ojos negros podía verse la tristeza que cargaba consigo. Muchas veces las personas que menos lo merecen son las que más sufren.
Recuerdo la última noche que la vi. La recuerdo cada segundo de mi vida repitiéndose como un CD rayado en mi memoria:
"Aquella noche el cielo amenazaba con un tormenta, así que baje con prisa de mi auto y entre a un supermercado junto a la ruta. Esa noche nos reuniríamos con Sammy, Aaron y Cameron en mi casa. Busque un six pack de cerveza, algunas frituras y una caja de cigarrillos del mostrador. Había una fila de tres personas. Una mujer anciana, un mujer con su hijo y ____. El sus brazos cargaba un cartón de leche, pan, mermelada y al igual que yo un paquete de cigarrillos. Llevaba unos jeans negros gastados, gran suéter gris con capucha y en sus oídos dos pequeños cascos blancos con la música tan fuerte que se oía como un zumbido. Bajo sus ojos tenía unas grandes ojeras, que ya ni se preocupaba en cubrir. A pesar de eso seguía pareciéndome la muchacha más linda que había visto.
Llego su turno de pagar en la fila y saco unos cuantos billetes arrugados de su bolsillo y lo tiro sobre el mostrados.
-Te faltan once dólares - hablo la mujer tras el mostrador.
- ¿Cómo? - pregunto sacándose los cascos.
-Once dólares más - hablo con pesar en su voz.
-Mierda - murmuro -. Como sea, no tengo tanta hambre... solo los cigarros.
-Debes comer mejor - le reprendió la muchacha del mostrador.
____ fingió ignorar el comentario y salió hacia afuera.
El total de mis cosas era treinta dólares.
-Eso igual - dije señalando la comida que ____ había dejado sobre el mostrador.
Salí de la tienda y me subí a mi auto. Me sentía como un acosador sabiendo la ruta que ____ tomaba, pero así era, la sabía. Maneje dos cuadras hasta la parada del autobús donde ella siempre esperaba. Allí estaba.
Soné la bocina dos veces esperando que ella escuchara, pero no se percato de mi presencia. Sabía que no me escucharía si llevaba los cascos puestos. Me baje del auto, tome la bolsa con sus cosas y me acerque a ella. Me pare de frente y ella levanto su vista hacia mí. Extendí la bolsa hacia ella.
- ¿Qué es eso? - pregunto sacándose los auriculares.
-Toma - le dije sin contestar su pregunta. Me saco la bolsa de las manos, la abrió e hizo una mueca al ver el contenido.
-No necesito tu caridad - y extendió de nuevo la bolsa hacia mí.
-No lo hice por caridad, lo hice porque sentí que debía hacerlo.
-Ah, claro - espeto -. El niño mimado hace algo bueno por "los más necesitados" - agrego haciendo comillas - para luego poder hacer la mierda que quiera y de alguna forma sentirse bien con su conciencia. Mira - hablo con un tono aun más distante -, si quieres hacer caridad hazlo con quien lo necesite.
-Solo quería ser amable - me miro con una ceja levantada. El cielo comenzaba a oscurecer y amenazaba con amainar la lluvia -. Vamos, te llevo - le hable.
- ¡Hey! ¿Nos has entendido que no necesito tu lastima?
-Mierda - farfulle - ¿Por qué eres así? Solo quiero ayudarte.
-Y yo te he dejado en claro que no quiero tu ayuda.
Algo irritado comenzó a caminar en dirección contraria a mí, pero no pensaba rendirme. Muchas veces había imaginado como seria hablarle e intentar ayudarla, imaginaba que sería difícil y no por eso me doblegaría. Empecé a caminar a paso apresurado tras ella, pero de la misma forma ella subía su velocidad.
-____, yo te conozco - le hable mientras caminaba detrás de ella. Tomo su camino en otra dirección, pero no se dio cuenta que caminaba hacia un callejón, quedando encerrada. Antes de que llegara al final la jale del brazo obligándola a verme - Puede que no quede a nadie a quien ames y eso debe ser muy triste para ti, pero... ¡Hay gente que te ama! - Le reproche - ¿Acaso eso no cuenta? Por eso no te sientas sola ¡Porque yo te veo! - Prácticamente le grite - ¡Siempre estoy viéndote!
Sus grandes ojos negros brillaban en la oscuridad de la noche. Aun los recuerdo, como si a cada segundo me observaran. Intento soltarse de mi agarre sin hacer mucho esfuerzo.
-Cada día y cada noche te veo. Y la verdad es... - mi voz comenzaba a ser más calmada - que no quiero verte llorar, no quiero verte triste o sufrir. Sé que no te conozco tanto como supongo, pero siempre quiero verte sonreír y hacerte sonreír. Así que, por eso, no importa que me odies. Eso es lo que decidí, quiero seguirte más que a nadie, pero no puedo... no si tú no me dejas.
-Yo... - murmuro con voz débil y casi quebrada - no sé qué decir - hablo apartando la mirada de mi - nunca nadie mostró interés por mí, a nadie le importa - su voz comenzaba a quebrarse y odia distinguir ese brillo en sus ojos -. No lo sé.
-A mi me importa - murmure acariciando su rostro.
Ambos nos quedamos unos minutos en silencio, ella no me miraba, por el contrario yo no podía dejar de hacerlo.
-No te intereses por mi - hablo finalmente -. No lo hagas... porque solo te decepcionare. Al final, soy demasiado orgullosa, indecisa, no soy de fiar, soy una tímida y cobarde.
- ¿Qué... qué es todo eso? - pregunte confuso.
- ¡Todo eso significa que no valgo la pena! No tengo ojos para nada, dependo demasiado de los demás... en otras palabras estúpida.
Ahora comenzó a luchar con fuerza para soltarse de mi agarre, pero la tome de ambos brazos con firmeza.
- ¡Mírame! - le grite repetidas veces luchando para poder mirarla.
- ¡No! - me respondía aun luchando para soltarse.
-Mírame - le hable finalmente con suavidad.
-No puedo - murmuro ya sin poder contener las lagrimas -. Todo lo que crees de mi... todo es mentira. Tu no me conoces - espeto con la voz entre cortada -. Todo lo que crees es mentira. He hecho cosas verdaderamente malas y tengo que pagar por ello. Así que no merezco que alguien como tú quiera ayudarme - las lágrimas corría por sus mejillas con ferocidad y parecían imposibles de frenar -. Michael, necesito pagar por todo. No soy la niña pobre e indefensa que crees.
-No me importa - hable soltándola un poco de mi agarre -. No tienes nada que pagar, solo tiene diecisiete años. Sé que eres una víctima de las circunstancias.
La toma por la cintura y la acerque a mi pecho. Aquel contacto entre nosotros era tan extraño, nuestros cuerpos estaban tensos, pero luego me rodeo con sus brazos y sus pequeñas manos se aferraron a mi espalda. Las lagrimas comenzaron a brotar de nuevo de sus ojos, más su respiración se volvió tranquila.
Pequeñas gotas caían sobre mi mejilla, la lluvia comenzaba a caer, pero ella permanecía inamovible.
-____, debemos irnos - murmuro casi sintiéndome culpable de obligarla a soltarme. Allí asintió sin mirarme - Espérame aquí - dije dejándola abajo de un pequeño techo -, iré por el auto.
Me aleje de ella buscando las llaves en mis bolsillos. Cuando solo camine dos cuadras escuche un estruendo retumbar. No sé porque lo hice pero mire hacia atrás y vi como alguien salía corriendo del callejón donde había dejado a ____.
Mi corazón comenzó a latir como un loco y mi mente maquinaba vertiginosamente imaginando lo peor. Sin pensar en nada comencé a correr hacia donde estaba ____.
Allí la encontré recostada en el suelo, aún estaba consciente pero se sus manos estaban apretada contra su estomago, de donde aquel liquido rojo salía. Lanzaba pequeños gemidos de dolor e inmediatamente me culpe a mi mismo por haberla dejado sola en la oscuridad de la noche.
La acune en mis brazos con suavidad procurando no empeorar su dolor.
-Viniste - murmuro mirándome.
Saque el celular de mi bolsillo trasero y sin pensarlo llame a una ambulancia.
-Estarás bien - susurre acariciando su cabello -. Lo prometo.
-Pero si no lo estoy - hablaba con sus pocas fuerzas -, será porque no estaba destinada a llegar más lejos.
-Lo estarás - afirme, más que nada tratando de hacerme creer a mí que lo estaría. Rió sin fuerzas.
-No lo creo, Carter.
-No, no digas eso.
-Sé que así será ¿Y sabes por qué? - su voz sonaba cada vez más ronca y apagada. Negué con la cabeza - Robín, una vez me contó que cuando se acerca el final duele, pero no tanto... y no duele tanto - sonrió, como si eso pudiera aliviarme.
-Es un imbécil - susurre.
-Lo es - bufo -, pero no es malo. No, no lo es, solo está muy triste... igual que yo - me sentía fatal. Una revolución de emociones se estaba librando dentro de mí pero intentaba con fuerzas contenerme -. Carter - murmuro fijando mi atención en ella -, háblame, porque me duele un poco el pecho, pero oírte hace que no sea tan terrible - asentí con lentitud.
-Creo... que debí hablarte, porque la verdad eres hermosa - le confesé -. A pesar de que no eres tierna, me gusta tu dulce cara y tu pequeña estatura - hable muy nervioso. Una gran parte de mi sabía que tenía que hacerlo, porque tal vez luego no pueda -. Incluso la cara que pones cuando lloras - ella rió bajito.
-Tú también me gustas - murmuro -, pero no creí que un chico como tú se podría interesar en alguien como yo - lanzo un pequeño gemido de dolor.
-No te esfuerces - murmure -, debes guardar tus fuerzas.
- ¿Para qué? - pregunto, pero no supe que responder - ¿Qué crees que hay luego? - pregunto con voz casi inaudible.
- ¿Para personas como tú? Solo lo mejor.
Las lagrimas luchaban por salir, ¿Cómo no hacerlo? unas de las personas más inocentes que había conocido está muriendo entre mis brazos y no había señal algún de una ambulancia. Quería llorar y ser fuerte al mismo tiempo.
Aquella parte de mí que quería llorar estaba fracturada, estaba rota y por eso sabía que no podría soportar más.
- ¿Estas triste? - pregunto. Su voz sonaba derrotada.
-No son lágrimas de tristeza, esas solo me lastiman y me resecan los ojos.
-Carter - volvió a hablar -tengo que confesarte algo y es poco vergonzoso.
-Dime - hable con voz ronca.
-Jamás me han besado - aquella confesión despertó tanta ternura en mi y al mismo tiempo la tristeza de una persona que se le escapaba la vida sin siquiera haber vivido -, tal vez solo lo digo, porque estoy agonizando - rió sin fuerza.
Me acerque con lentitud a ella, con mi pulgar acaricie su labio inferior. Ahora lucia más pálida de lo normal. Su respiración era muy lenta y mecánica. Con delicadeza presione mis labios con los suyos. Era el beso más inocente y al mismo tiempo más triste que había dado alguna vez.
-Me gusta tu cabello - susurro, soltó un suspiro y finalmente lo supe.
Mis lágrimas fueron de tristeza, ira, desconsuelo, pesar. Cargaba su cuerpo inerte en mis brazos, era tan ligera como un pluma y al mismo tiempo tan dura como una roca. Estruje su cuerpo entre mis brazos, esperando que de alguna forma pudiera trajera de nuevo a la vida. Estaba seguro de que ese día algo cambiaría en ella, que podría ayudarla, pero fue todo lo contrario.
Cada lágrima salía con más furia y cada vez salían más arremolinadas de mis ojos. La mecía entre mis brazos deseando que sintiera el calor de mi cuerpo y entonces despertara diciendo que estaba bien. Pero nada de eso sucedería, ella ya no despertaría y nada estaba bien.
La maldita ambulancia llego cinco minutos después".
Me mire en el espejo de mi habitación. Los trajes jamás me habían sentado bien, las corbatas o zapatos tampoco. Aunque me gustaba el negro en aquel atuendo me sentía estúpido.
Camine desanimado hacia mi auto y permanecí sentado adentro casi quince minutos sin hacer nada. No encontraba fuerza para seguir después de ello y tampoco creía tenerlas, pero se lo debía a ella.
Llegue a una sala velatorio donde solo estaba Robín. Estaba a metros de él pero podía oler su aroma a alcohol. Quería golpearlo por no ser siquiera capaz de estar presentable en un día así, por no haber sido capaz de contener a una chica como _____, por jamás poder haberle dado el amor que le faltaba. Sabía que no era su padre, pero era lo único que tenía en el mundo. Se tenían el uno al otro y nada más.
Me acerque al ataúd. No quería creer que era verdad que se había ido, si solo parecía dormida. Su piel se veía tan blanca e impoluta como la porcelana misma. Sus labios tenían un ligero tono rosado y sus manos estaban entrelazadas por sobre su estomago. Acaricie su piel, era tan suave y tersa como se veía. Sentí como un escalofrió subió por mi espina dorsal al tocarla. Desee poder abrazarla con todas mis fuerzas y susurrarle que todo estaría bien, pero sabía lo ilógico que era.
Robín lloraba en silencio en su lugar. Era la única persona en su vida y la mataron.
Sabía que desde ese día debería aprender a vivir sin su presencia, a llegar a casa y saber que no la vería llegar. Sabía que lo superaría, aunque no quería. Solo quería volver el tiempo atrás. No tenía sentido sentirme tan unido a alguien que solo le hable tres veces, pero así era y no podía cambiarlo.
Luego de las horas más amargas que recuerdo volví a mi casa. No podía evitar mirar por la ventana esperando que ____ llegara. No podía evitar pegar mi oreja a la pared esperando oír su música. No podía evitar pensar sus palabras "Tú también me gustas". Ahora entendía que tal vez si le hubiese hablado antes, si hubiese decido invitarla a una cita alguna vez, si tan solo la hubiese saludado cada vez que la veía las cosas serían diferentes.
Me acosté temprano esa noche para evitar pensar, pero fue lo único que hice. Los pensamientos me atormentaban. Comencé a sentirme adormilado entrada la madrugada. Podría jurar que esa noche alguien se acostó a mi lado. Podría jurar que alguien me hablo. Podría jurar que alguien susurro cerca de mi oído "me gustas".

One Shots |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora