Capítulo 7

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Narra Ariadna

No puedo echarle, ya te lo he dicho.--dije mirándome el maquillaje en el espejo del coche.

Llevaba todo el viaje hablando mal de Tobías y a mí no me dejaba decir nada.

¿Por qué no? La casa es tuya, te pones firme y le echas. Que te de igual lo que digan tu hermano y Luz.--apretó el volante con fuerza y giró por una salida.

Porque se enojaran conmigo y no quiero eso.--contesté y él rodó los ojos.

Siguió hablando mal de todos y cuando aparcó por fin el auto al lado de un árbol, me desabroché el cinturón y me senté encima de él.

Puedes dejar de hablar de mi familia y de mi ex durante dos segundos.--le pedí.--No he venido para hablar de ellos.

Le mordí la oreja y él colocó sus manos sobre mi trasero.

Lo sé, pero me ha sacado de quicio. Es tan...--no le dejé terminar porque estampé mis labios contra los suyos.

Nuestras bocas comenzaron a jugar entre sí y dejé vía libre a su lengua.

¡Eh!--dio dos golpes Bianca contra el cristal.--Dejad de comeros la boca y salir fuera.

Leo le sacó el dedo y yo reí.

Seguimos a lo nuestro un buen rato hasta que decidimos reunirnos con los demás.

¿Ya terminaron?--nos preguntó Bi y nos pasó dos cervezas.

Sí, Bianca. Entiendo que estás celosa porque Ari tiene a tal bombón como yo detrás suya, pero si querías un poco de mí sólo hacía falta que lo pidieras.--le sonrió burlón y yo rodé los ojos.

Me acerqué a Víctor y a Sergi. Los dos me dieron un beso en la mejilla y observé las llamas del fuego que había delante de nosotros.

¿Encontraste a...?--no terminé la pregunta porque la sacó del bolsillo con una sonrisa.

Sí, lo tenía el imbécil de Sergio.--me contestó.

El imbécil de Sergio está presente y sigue sin entender por qué le pones nombre a una navaja.--se quejó.-- ¿Tienes problemas cerebrales?

Porque es mi amor platónico.--respondió y besó la parte de madera.--Y si alguien de acá tiene problemas cerebrales ese eres vos obseso del sexo.

Salí de allá antes de que las cosas se pusieran peores.

No quería escuchar sus comentarios.

Víctor y Sergio eran bastante agradables.

Víctor había perdido a su abuelo hace un año. Desde que era pequeño, él se dedicó a cuidarle e intentar darle un mejor futuro ya que sus padres siempre estaban trabajando al ser inspectores del FBI, no tenían tiempo para él. Lo único que le quedaba de su abuelo era la navaja multiusos suiza que había pasado de generación en generación. Solía salir con su abuelo a acampar al bosque y siempre llevaba encima la navaja para cualquier utilidad.

Ahora vivía con su hermano mayor, era el conflictivo de la familia, y por su culpa, Víctor, había terminado donde estaba. Aun así, a veces el Víctor de antes volvía. Yo había tenido la oportunidad de conocerle cuando nos quedamos encerrados juntos en un ascensor. Tiene claustrofobia y se puso tan nervioso que no reconocía a mi amigo.

Sergio era todo lo contrario. Tenía unos padres que le amaban con todo su corazón. Era el heredero de una fortuna de ricos y el futuro empresario de su familia, pero él no quería esa vida. Conoció al hermano mayor de Víctor y se hicieron amigos... De un día a otro se encontró entre los barrotes de la comisaría. Ahora, sus padres se dedican a intentar encontrar al hijo que se marchó aquel día que robó por primera vez en una tienda de chuches.

Ariadna, ¿Qué Hiciste?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora