Capítulo 3

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Habían pasado horas después de la llamada, no podía descansar por la tensión que sentía.

Salí de mi habitación y caminé hacia la cocina, miré mi alrededor encontrando todo en orden y tranquilo, fuera de peligro pero aún así se sentía todo lo contrario.

Me dirigí hacia el frigorífico para ver las notas que habían ahí, busqué el horario de mis medicamentos y los preparé junto con comida para ingerir primero antes de tomar medicamentos.

Con mis cosas preparadas y colocadas en el comedor, me senté y comencé a comer, concentrada en ver a mi alrededor. Comí y tomé mi medicamento, ordené un poco lo que había sacado.

Sin más que hacer, me fui a mi silenciosa habitación. Entré y sentí incomodidad y más tensión, se sentía pesado el ambiente y no comprendía el por qué.

Extrañada caminé decidida a mi cama, me tumbé y miré hacia la nada hasta que mis ojos empezaron a cerrarse pesadamente.

Justo cuando estaba por caer en el sueño, escuché un grande golpe en alguna parte de la casa.

Sobresaltada y nerviosa me levanté de la cama, tomé algún objeto y caminé hacia fuera de la habitación. Escuché otro ruido y ese provenía de la sala, con el corazón a mil me dirigí hacia allí.

Mientras más me acercaba más podía observar el desastre que había ahí. Llegué a la sala y me fijé en el suelo.

«El que ríe último, ríe mejor ¿Lo recuerdas?»

Temblando de miedo e ira llevé mi mirada hacia una de las ventanas encontrando ahí una carta. Fui hacia ella y la tomé, nerviosa comencé a leerlo.

«Mira por dónde caminas y por dónde pisas, ésta es mi pista y tú estás en el punto de mi mira.»

Nerviosa comencé a respirar rápido, estaba muerta de terror y no podía controlarme. Me senté en el suelo y me tomé de la cabeza intentando controlar mi respiración pero todo se hizo más difícil cuando pequeñas lágrimas bajaron por mis mejillas.

Estaba frustrada, no sabía quién era y tampoco había alguna firma, al igual que no comprendía como alguien había podido colarse en la casa sabiendo que todo estaba cerrado con seguro. Eso me ponía de los nervios y se me hacía mucho más difícil controlarme.

Minutos después me levanté del suelo con dolor de cabeza por la frustración y los nervios. Fui a por unos medicamentos y me los tomé con ansias.

Miré el reloj y me sorprendí al ver que eran las 4 de la madrugada. Rápidamente fui a por utensilios de limpieza y comencé a ordenar las cosas y guardar la notita, limpié el suelo dejando que estuviera reluciente.

Cuando terminé quedé exhausta y fui a mi habitación, me tiré a la cama y quedé dormida.

(...)

Desperté al escuchar ruidos en la casa y mi cabeza dolió por lo rápido que me levanté y por el sol dando en mi cara.

Había olvidado poner la cortina, lo cual era raro en mí pero era comprensible al recordar lo que pasó en la noche.

Salí de la habitación encontrando a la mujer que me cuidaba lo cual me relajó un poco.

—Hola, Roxi. ¿Qué tal estás? —La saludé como de costumbre.

—Muy bien, cariño. ¿Y tú qué tal estás? ¿Bien? ¿ ¿Tomaste tu medicamento? —Asentí hacia sus preguntas y me dirigí haca el baño para hacer mis necesidades.

Una vez que terminé fui al comedor encontrando mi desayuno junto con los medicamentos que me tocaban y los ingerí.

Fui ha vestirme y preparame para ir hoy al hospital. Salí de casa después de despedirme con Roxana.

FríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora