Capítulo 12

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Pasó un buen rato y yo no conseguí nada, no sabía qué hacer y mientras más pasaba el tiempo menos datos conseguiría.

Me la pasé en mi nueva cama todo éste tiempo, sin conocer nada ni descubrir nada. Sabía que me metería en un gran problema pero ahora mismo no me importaba nada.

Dejé de lado muchas cosas sólo para enfocarme en esto, en algo en el cuál no sabemos si estamos haciendo bien o mal, seguimos pistas sin saber a donde nos lleva, sin saber si nos servirá de algo o no.

Se volvió esto de un momento a otro una rutina principal, lo único que estaba en mi mente, no había otra cosa que yo pensase a menos que sea esto.

Ni siquiera di atención a la última noticia de Jane porque tenía que centrarme en aquél problema en el cual estoy metida y quizás en cierta parte era bueno porque no me afectaba tanto por estar distraída, sin embargo me sentía mal, culpable en otras palabras.

Sentía que la estaba traicionando y aquello me hacía sentir mal, me ponía en sus pies y sentía daño de mis propias acciones hacia ella.

No quería llorar a su persona pero el no hacerlo me comía viva.

Y eso me llenaba de coraje, porque desde pequeños nos enseñaron y nos mostraron que aunque no lo digan con palabras se veían en los actos. Siempre lloraban a un cadáver y cuando uno no lo hacía se le discriminaba de cierta forma porque los llaman insensibles, porque siempre hay que llorar a una persona y si uno no lo hace es porque es menos humano según la sociedad.

Yo no lloro para demostrar más importancia a una persona o para mostrarme con más sensibilidad, yo si lloro que sea porque me salga del alma no para demostrar algo a mi alrededor.

Me parecía absurdo porque los que te reprochaban son los que lloraban y justo ellos, los que derramaban lágrimas son ellos los que hicieron que aquella persona que se fue de la vida derramara lágrimas por las apuñaladas que le metían en la espalda.

Hipocresía, eso era, eso era lo que demostraban.

Apreté mis labios intentando ignorar el sentimiento de culpabilidad que se apretaba en mi pecho.

La puerta fue abierta y mi mirada se dirigió a ella.

Entró una chica de estatura mediana, con tez morena y con el cabello rojizo. Su expresión era neutra, digo era porque su expresión cambió a una de confusión al verme.

—Supongo que eres tú la nueva, ¿no es así?—Preguntó a lo que yo asentí.

Me ignoró después de que yo asintiese y caminó a lo que supuse que era su cama. Se tiró en ella y agarró una libreta en la que se puso a escribir.

El silencio retumbó en toda la habitación, de repente recordé que necesitaba datos de todos los horarios así que dirigí mi mirada a la chica con duda entre sí hablarla o no.

Respiré y con valentía llamé su atención a lo cual ella solo suspiró.

—¿Qué quieres?—Respondió sin darse la vuelta para mirarme, solo siguió escribiendo.

—Todavía no sé los horarios y necesito saberlo para ponerme al día, ¿podrías y decirme?—Ella se giró y señaló una parte de la habitación.

—Mira, linda, creo que es lo suficientemente grande para que lo veas. —Miré hacia donde señaló y vi tres hojas; una con horarios, otra con un par de normas y la última con un plano de lo que supongo que es de éste edificio.— Y escucha, olvídate de mí, haz como que no existo, si quieres ayuda o algo vete a otra parte pero no me hagas perder mi tiempo, ¿entendiste o te lo explico de otra manera?

Aquella manera en la que me habló la chica me hizo enfurecer.

—¿Qué es lo que te pasa, chica? Baja tres rayas a lo tuyo porque yo solo te pregunté y créeme que si supiera desde el principio que eres así de  imbécil ni te hubiera preguntado. —Respondí sin mucha paciencia y con la ira cruzando por mis venas.

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2020 ⏰

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