Capítulo 4

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Pasaron varias semanas y todo estaba tranquilo, después de mis revisiones y hablar con Samantha, iba siempre a ver a Jane y en la mañana algunas veces me veía con Elliot para saber como íbamos con el tema de mi asunto.
Sin embargo, aunque todo estaba tranquilo yo lo sentía tenso y eso muchas veces me hacía sentirme frustrada.

Caminaba en un parque, habían algunas personas paseando o entrenando. Me senté en un banco que había en el parque y me puse los audífonos para escuchar música.

Mientras pasaba el tiempo yo solo pensaba y veía como el tiempo se escapaba, se iba sin más.

¿Nunca se sintieron como si el tiempo se para cuando tenemos un estado de crisis o simplemente nos perdemos en nosotros mismos.

Siempre pensamos que es el tiempo el que no avanza pero nunca nos fijamos de nuestro alrededor, que todos nos vamos y venimos, que el tiempo sigue pero nosotros no nos dejamos fluir, siempre pensamos que si nosotros estamos en un estado crítico donde no sabemos qué hacer o como seguir, el tiempo se para y eso no es así, el tiempo sigue pero nosotros no, nosotros nos empeñamos en perder el tiempo ahí parados como si nada, perdidos hasta con nosotros mismo.

Estaba tan sumergida en mis pensamientos hasta que sentía una irritada mirada hacia mí, intenté ignorarla pero aquella mirada seguía en mí.

Irritada me giré y busqué aquella mirada. Cuando encontré el dueño de aquella mirada, me sorprendí, sentía que conocía a aquél chico pero no sabía de dónde lo conocía.

Aquél chico me dió una última mirada y empezó a caminar hacia fuera del parque.

Confundida y extrañada por lo que acaba de ocurrir, miré la hora desde mi celular y me levanté para dirigirme al hospital.

Me dirigí primero hacia la consulta donde me revisaban y me encontré con Samantha apuntando algunas cosas en una libreta.

—Hola, Sam. —Se asustó al escucharme y yo reí acercándome a él.

—Santa madre de la virgen de los papuchis, Alexa no vuelvas a hacer eso. —Solté una grande carcajada al escucharle y negué con la cabeza.

—Que exagerado que eres. —Negué con la cabeza.

—Claro, hasta que no me dé un paro cardíaco no te quedas tranquila. —Resopló y siguió escribiendo en la libreta.

—¿Qué estás haciendo? —Pregunté pero antes de que él me respondiera llegó el doctor y comenzó a revisarme.

Sam salió de la clínica antes de que yo terminase así que me quedé con la duda. Justo cuando salí de la clínica caminé apresuradamente por los pasillos para dirigirme a la habitación de Jane.

Toqué la puerta y entré despacio, la encontré ahí en su cama sin nada de pelo y un poquito más delgada.

Estaba ella tumbada, con los ojos cerrados y con su respiración tranquila. Me acerqué lentamente y me senté en el pequeño sillón que había justo al lado de la cama.

—Hola, Jane. —Susurré sin querer despertarla pero ella abrió sus ojos enseñando aquél azul tan profundo pero sin brillo.

Me sonrió y yo le devolví la sonrisa.

—Pensé que no vendrías. —Su voz sonaba un poco débil.

—Puedo llegar tarde pero aquí me encontrarás, a tu lado. —Reí leve. —¿Comiste?

Ella hizo una mueca al escuchar mi pregunta, lo cual me hizo saber que no comió.

—Jane, sabes que tienes que comer, es por tu bien. —Antes de que ella me respondiera yo salí de la habitación para llamar a alguna enfermera y avisarle de que Jane no comió.

FríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora