Capítulo 1 - El Café de Starbucks

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Al salir de la oficina era una tarde como cualquier otra durante los últimos cuatro meses, Nathalie caminaba a mi lado mientras que el sol se ocultaba en el oeste de la ciudad, justo detrás de las montañas que eran la perfecta descripción de nuestra ciudad. Nuestra ciudad no era la más linda de todas, tenía un aire fresco la mayoría de tiempo, aunque a veces el sol parecía como si viviéramos junto a la playa.

Era un viernes corriente de invierno en el que al igual que en cualquier otra estación Nathalie y yo nos vestíamos como si nuestra ciudad fuera la fría Nueva York, si, estábamos totalmente por fuera del estilo apropiado de nuestra ciudad.

Es bastante curioso que pocas veces me había fijado tanto en la ciudad y justo ahora que han pasado una semana desde que nuestro lugar de trabajo ha sido cambiado temporalmente de zona en la ciudad me he fijado en lo bella que puede ser, he comprendido esto justo cuando siento un duro golpe en la cabeza. «Gracias por sacarme de mis pensamientos».

- Houston, ¿estás en la tierra hoy?

- ¿Por qué siempre tienes que golpearme en la cabeza?, simplemente estaba pensando. Deberíamos pensar en mudarnos más cerca de este lado de la ciudad

- Yo ya vivo suficiente cerca Mariana, tal vez quieres decir que deberías dejar tu preciosa vista de la montaña por esta ruidosa ciudad

Algunas veces tiene la razón, detesto admitirlo, la preciosa vista que hay desde la manzana de mi casa es algo que a veces no aprecio, quizá por el hecho de que toda mi vida me la he pasado viéndola.

- Quiero un café y sé que tú también, quiero ir a Starbucks sin motivo alguno y ni se te ocurra intentar pagar.

- ¿Estás bien hoy? Preguntó Nathalie con cara de preocupación

- Hey, tú siempre invitas y ya me estoy sintiendo incómoda con eso. – Es verdad, Nathalie tenía una familia sin muchas preocupaciones y sus estudios eran completamente gratuitos a diferencia de los míos, por lo tanto, normalmente cargaba solo con lo necesario. Pero el día de hoy simplemente quiero olvidarme de esto, la noche apenas empieza.

- ¿Puedo pedir lo que quiera?

- Cállate y camina- Reí mientras nos dirigíamos hacia el parque del peñón, una de mis zonas favoritas de la ciudad y un punto intermedio entre la casa de Nathalie y la mía.

Eran cerca de las siete y media de la noche y la iluminación pública ya se encontraba activa, haciendo que la ciudad se encontrara hermosamente iluminada

- ¿Cold Foam Cold Brew, Venti o Grande? – Dijo muy animadamente la chica de Starbucks mirándome desde atrás de la caja registradora

- ¿Ah? – Me sobresalté al sentir como las voces me volvían a la realidad

- De qué tamaño quieres tu café te está preguntando – Exclamó Nathalie

- Lo siento no estaba prestando atención, Venti por favor. -Indiqué a aquella chica que nos atendía, tenía sus ojos azules y su cabello rubio oscuro salía por debajo de la gorra gris con el sello verde de Starbucks.

De alguna forma era bastante parecida a mí, bueno ella era un poco más alta y la alegría le brotaba por los poros haciéndome dudar respecto a su verdadero estado de ánimo, de cualquier forma, era muy probable que se fijaran mucho en ella a diferencia de mí que solo medía 1.65 metros, mi cabello estaba casualmente desordenado y mis ojos eran oscuros; y lo que puedo resaltar es el buen gusto que tengo para la ropa.

- Oye, desde que salimos de la oficina te encuentras algo dispersa, no siento que estés aquí conmigo – Habló Nathalie desde el otro lado de la mesa mirando en mi dirección.

La ciudad se tornó más oscura que antes dejando caer gotas de agua que golpeaban la ventana sobre la cual me encontraba recostada.

- ¡Hey! – Soltó lanzando una servilleta vuelta una pelota en mi cara.

Inmediatamente volteé a mirarla con expresión de sorpresa. En verdad estaba tan enfocada mirando fuera de la ventana que ni siquiera noté que mi café seguía entero y ella lo llevaba por la mitad. A veces es algo obsesiva con el café, al igual que yo, pero en aquel momento no tenía esas mariposas dentro de mi pidiendo cafeína.

- ¡Lo siento, lo siento yo no fui!

- ¿Ah? – Preguntó con un tono extraño que no pude descifrar

- Repite lo que dijiste – espeté

- ¿Ah? – Dijo nuevamente

- Eres una idiota y lo sabes – Nos soltamos a reír mientras algunas personas en el café nos miraban - De verdad, no escuché. ¿Qué crees que pasará esta navidad? – Pregunté sin mayor ánimo

- No lo sé, me da lo mismo. ¿Por qué le das tanto rollo a eso? – Respondió mientras masticaba su panini

- Eres un caso perdido – sonreí – simplemente mira todo lo que ha sucedido, hemos conocido nuevas personas en la oficina, ahora debemos abordar dos buses para llegar a ver nuestras clases en la universidad y el mundo se ha ido de cabeza. Yo me siento rara, siento que no puedo acostumbrarme a ello.

- No me quejo – Dijo con voz tranquila – Tengo tres cafeterías cerca, hace frío todo el tiempo en el trabajo y los chicos aquí son de otro mundo.

- Sí, olvidaba el hecho de que eres toda una chica social y hablas hasta con el señor del aseo mientras yo me ahogo en mi soledad.

- ¡Deja el drama, por Dios! – Nathalie volteó sus ojos imitándome, sabía que me molestaba cuando lo hacía.

- ¡Heey!, lo estás haciendo de nuevo – Repliqué a su divertido gesto. Yo no tenía esos gestos tan marcados.

- "Li istís hiciindi di niivi" – Respondió sacando la lengua para provocarme

- ¿Y qué?, ¿Saliste con él?

- ¿Con quién?

- Pues el chico ese, no creas que no te vi, el chico blanco de cabello azabache que trabaja en el grupo de trabajo 102

- Deja de vigilarme, y no, solo somos amigos y no será más que eso. Por el contrario, si he notado que le has prestado mucha atención a nuestro nuevo compañero de trabajo ¿eh?

- No cambies el tema – respondí mientras bebía de mi Café helado intentando no tener una diarrea verbal como solía ocurrir algunas veces.

- Sigues sin responder a mi pregunta, ¿te parece lindo? – Nathalie miraba con mucha curiosidad mientras jugaba con su vaso ya vacío en sus manos. Algunas veces no lograba entenderla, tenías las características que cualquiera quisiera tener, pero aun así no tenía novio, gustaba de la soledad tanto como yo y también era buena lectora y amante de la fotografía, aunque no se tomara muchas fotos. Éramos parecidas, pero en la mayoría de las veces totalmente polos opuestos y quizá por eso estamos aquí sentadas.

- No, realmente no le he prestado mucha atención. – Y así era, no llegaba a tener las características que yo deseaba en una pareja.

- Ella simplemente insistía- Pues a mí me parece que tiene unos labios muy llamativos, además de su peinado extraño que parece que no conociera el gel de cabello.

- Es cierto- llegó a mí una pequeña imagen que guardaba de su rostro la primera vez que compartimos palabras.

- Deberíamos unirlo más a nuestro grupo, se mostró algo interesado cuando le ofrecí almorzar con nosotros este lunes siguiente. – Dejó salir libremente mientras miraba la ventana

- ¿Estás loca? – espeté incómoda en mi silla- Sabes que me gusta almorzar lejos de cualquier ser viviente y apenas puedo soportarte conmigo cerca. «sinceramente no sabía por qué, pero tenía ciertas actividades que prefería realizar en ausencia de personas».

- ¿Qué? Me cae bien y parece que no es muy abierto a los demás, podría encajar.

La lluvia cesó y logré ver por la ventana comola ciudad tranquila se veía más hermosa y pura que antes, los árbolesdescansaban y los autos habían disminuido drásticamente, lo cual creaba unambiente de paz dentro del Starbucks que por alguna razón siempre tenía esaextraña música de fondo que pocas veces lograba reconocer.

Una estrella en el mar del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora