Capítulo 3 - Anormal

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Número desconocido: Hola

Mariana B: ¿Quién es?

Número desconocido: ¿Realmente importa?

Solté el teléfono, el canto de los azulejos en el árbol frente a mi ventana me trajo devuelta al mundo. El cuarto parecía ser consecuencia de un tornado junto a un huracán, huracán llamado Mariana. Normalmente soy el orden en pasta pura, mas no entiendo realmente qué sucedió. Tenía los ojos hinchados de sueño y al levantarme de la cama sentí mareo. Como pude me las hice para llegar hasta el lavabo a limpiar mi rostro lleno de saliva y cepillar mis dientes. «No debí tomar ese par de cervezas anoche, tampoco puedo culparme, ¿Dónde conseguiría un café en ese sitio de cualquier forma?».

Era domingo y tenía un cerro de quehaceres, no exagero, los cuadernos estaban amontonados y eran más altos que mi lámpara de escritorio. Por suerte, tengo una excusa para no hacer nada por el momento. En la mañana antes de salir de la habitación pude escuchar que mamá hablaba sobre la salida familiar de hoy. Siempre que imagino estas salidas me golpeo mentalmente la frente. Es totalmente complicado controlar cuatro hijos que quieren hacer diferentes cosas, comprendo totalmente a mis padres ya que posiblemente podrían poner a diez chimpancés en fila y que duraran quietos por cinco minutos sin esfuerzo, pero ¿con nosotros? Nadie puede. This is Sparta! No sé de dónde recuerdo esa frase, posiblemente algún chiste en Facebook.

Es curioso que cuando era solo una niña recorría este camino sintiendo que era eterno, es increíble cómo cambia el mundo cuando eres grande y te ubicas fácilmente. Vamos en auto camino a uno de mis lugares favoritos de todo el tiempo. El lugar más cercano que combina con la mayoría de ropa en el closet. El frío se empieza a sentir a medida que subimos por la cordillera, las ventanas empiezan a reconocer el lugar y lentamente se van opacando por la fría humedad y las montañas empiezan a abrir una vista momentánea de la gloriosa ciudad.

Al fin alguno de mis hermanos encendió la radio, estaba tan concentrada en la vista fuera del auto que olvidé ponerme los audífonos. Por un momento las montañas generaron interferencia en la radio y al siguiente instante estaba sonando The Hills de The Weeknd.

Justo cuando estaba por quedarme dormida en el auto un zumbido me volvió al mundo. «El día que me gane la lotería, mi celular estará en modo vibración y no me daré cuenta. Lo sé, estúpida, nunca compras la lotería.» - pensé. Era en un mensaje de aquel número desconocido que ignoré hoy más temprano.

- Número Desconocido: ¿Siempre eres así de grosera?

- ¿Siempre eres así de misterioso? – Respondí, entrecerrando mis ojos a la pantalla del móvil.

No obtuve respuesta en los quince minutos siguientes, un total misterio. La duda acerca de quién podría haber conseguido mi número me comía la cabeza, aunque finalmente logré olvidarlo cuando en medio de risas tomaba un chocolate caliente con mis hermanos; mis padres estaban en busca de algo de ropa que le quitara el frío a mi madre, lo adora, pero no lo soporta.

A la mañana siguiente, me levanté justo antes de que el tonto móvil empezara a sonar. No tenía sueño, solo me sentía bien, probablemente podría decir que estaba feliz sin motivo alguno. Observé mi mesa de noche, un libro con un separador de encontraba al lado de mi móvil, "Jumper" resaltaba en su portada con tonos oscuros. «¡Eureka!» grité en mi mente, aquel libro me tenía atrapada, la saga entera era exquisita... Ya, basta de pensar en tus tontos libros, hora de trabajar.

El recorrido desde el paradero de buses más cercano a la Oficina estaba a cuatro manzanas, por lo cual debía caminar un trayecto bastante largo. Dentro de mi rezaba y pedía a Alá, Moisés, Zeus y a todos los Dioses no encontrarme con Nathalie ahora, sería la perfecta señal de que voy tarde. Ignoré las ganas profundas de mirar a mi reloj y me fijé en la siguiente acera que debía atravesar. -Oh por Dios. – Dije para mis adentros, justo en el inicio del paso peatonal estaba él, con su corbata bien atada al cuello esperando por el cruce. Difícil decisión: Avanzar y con mi mala suerte notará que voy cerca y me hablará o llegar tarde y aguantar el llamado de atención de mi Jefe-Zombie. Eso es otra historia, el punto es que opté por la primera, ¿por qué?, quizá en alguna realidad él ni siquiera notara mi presencia.

Una estrella en el mar del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora