Capítulo 8 - Post-cita

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- ¿Y qué hiciste? - eran las siete de la mañana del domingo y adivinen qué, Nathalie no aguantaba las ganas de saber qué había pasado después, Daniels se declaró a mí, no supe que decir y las palabras no salían de mí, de un momento al otro sentí tantas ganas de estrellar sus labios contra los míos, sus ojos mostraban un lindo brillo de sinceridad.

- Pues claro que no dije nada, no supe cómo decirle que estaba sintiendo lo mismo, debí estar roja como un tomate

- Y entonces... - estábamos en mi cama, aún traía el pijama puesta y tenía el cabello desorganizado; ella estaba perfectamente vestida con su ropa casual de domingo

- Pues... él se dio cuenta de eso rápidamente y se pasó sobre la mesa, tomó un mechón de mi cabello y lo pasó sobre mi oreja, es lo más tierno que he sentido. - Luego llegó a mi mente el recuerdo de cómo se inclinó sobre la mesa y aquellos tonos suaves amarillos de las bombillas sobre nosotros se iluminaron. Sentí el calor de sus labios cubrir mis fríos labios y luego se alejó y sentí como me arrastraba hacia él.

- Y lo besé de vuelta. Fue corto, pero se sintió eterno.

- ¡Te enamoraste! – gritó

- No, idiota. ¿cómo te enamoras con un beso? Tampoco soy la cenicienta. – respondí y le di un golpecito en el brazo.

- Pero parece que se te está subiendo a la cabeza ser la pequeña princesa de Daniels

Sentí subir la sangre por el rostro, definitivamente me sentí avergonzada por su comentario

- Era hora de que salieras de tu pequeña burbuja social. Necesitabas un cambio. U R G E N T E. – soltó una carcajada. Lancé un peluche de mi cama en su cara, pero finalmente no pude evitar reírme de su comentario.

- Oye, tengo que contarte algo. Los últimos días estoy encontrándome a Jason por todo lado. Y sabes que no creo en la casualidad, será que él. - me interrumpió y dijo:

- ¿Crees que estoy aquí por casualidad? – y ahí está de nuevo esa expresión en su rostro, conocí muy bien a Nath y me daba cuenta de que llevaba algo entre las manos.

- No es legal, hay una norma que dice que está prohibido, mi mamá no me deja y me enfermé. – intenté adelantarme a cualquier cosa que Nath quisiera, aunque probablemente ya no tenía opción. Así que hice mi rostro de perrito triste.

- No, ya es un hecho y no te vas a quedar aquí. Y deja de hacerme esa cara.

Ya vi que esto no va en buen camino, además, apenas está iniciando el día.

- ¿Cuál es tu casualidad entonces? – pregunté con miedo a su respuesta.

- Vamos de paseo, pero aún no. – pude por fin exhalar el miedo que tenía.

- Primero necesito que te bañes, me molesta el olor, y luego vístete que vamos a ir a comprar ropa. - Giré mis ojos y salí de la cama.

- Tendré que aprovechar y comprar ese lindo Beannie.

- Excelente, lo necesitaras. – la escuché decir con voz baja mientras avanzaba en dirección al baño.

- Oye, ¿puedo poner música en tu laptop?

- Sí, ya sabes la clave. – abrí la llave y mientras el agua caía escuché como subía el volumen lentamente la música. El sonido de sunflower envolvió el baño unos segundos después y sentí como me sumergí en el agua fría. Los recuerdos de ayer regresaban a mi mente, pude ver a Daniels caminar delante de mí mientras entrabamos al café, luego recuerdo la imagen del atardecer, cuando acarició mi rostro y sus labios tocaron los míos y luego una imagen de Jason frente a su auto al salir del super hizo un flash en mi mente, obligándome a abrir nuevamente los ojos y volver a la realidad. ¿y eso por qué fue? Mi mente no me dio una respuesta lógica. Sacudí mis pensamientos y terminé de tomar mi baño. Con el cabello envuelto en una toalla y otra sobre mi cuerpo salí del baño para cambiarme, Nath estaba acostada en la cama, seguro estaba viendo Instagram. Me acerqué al closet para tomar mis Jeans oscuros favoritos.

- ¿Por qué tienes esa cara de tonta? – ahora sonaba Locura transitoria. Y pensar que hace unos años no tenía idea de este tipo de canciones, el gusto de Nath era algo extraño y se había pegado a mí. Nota mental: Un loco en un mundo de locos es un cuerdo más.

- Por desgracia es la que me tocó. – intenté desviar la atención un poco, no quería recordar lo que acaba de suceder.

- Estás enamorada de él!

- Ya para con eso, me doy cuenta cuando solo quieres molestarme. Y ya me debes una.

- ¿Por qué? – se sentó en la cama de nuevo

- ¿Viste a la hora que viniste a despertarme?

- Estaremos a mano pronto, solo que no sabes.

Esas palabras retumbaron en mi mente. Tengo un gran problema y siempre lo he sabido, no pueden enseñarme que no conozco de algo porque tengo que averiguarlo y hasta no saberlo no podré estar tranquila.

En algún momento tendrá que decirme, estoy totalmente segura de que puedo sacarle algo de información, siempre mete la pata. Reí en mi mente, siempre lo hace.

- Dijiste que vendría bien comprar el Beannie, ¿vamos a algún lado frío? – pregunté mientras ella miraba entre las lindas blusas colgadas en la tienda. Se detuvo un segundo y luego siguió buscando entre ellas.

- Oh, lo adiviné, es un lugar frío. ¿en qué iremos?, no puedo usar el auto de la casa, ya lo sabes, no es como que me lo entreguen con poner una sonrisa en el rostro.

-Oh, wow, aquí está. ¿Qué te parece?, tomó una blusa totalmente negra y que casi tenía estampado su nombre, esta chica tenía un gusto único.

- Toda tu ropa es negra. – negué con la cabeza

- La tuya también, entonces no puedes quejarte. – Touché, en eso compartíamos mucho el gusto. ¡Rayos, qué despistada!, volvió a cambiarme el tema.

- Ni creas que me he olvidado de que no respondes aún. – mentí, casi tengo el cerebro de un maní

- Iremos en auto, pero... no en el tuyo. No diré más.

Nos pasamos la mañana caminando como nunca, no puedo creer que la vaca de mi amiga hoy quisiera caminar todo lo que no hizo estos últimos 20 años. Ya es hora de almuerzo, en realidad es más de la hora de almuerzo y necesito comer algo pronto o por obra y gracia del universo saldrá el demonio de mí. Nos detuvimos en un extraño restaurante, he comido antes sushi, pero no parecía un lugar donde vendan sushi. Era claro que Nath tenía planeado venir aquí, porque ya incluso se conocía el menú, así que le hice mi angelical gesto de "no tengo ni idea de que ordenar". Me hacía la vida más fácil hacer un gesto y que ella entendiera sin una palabra.

Un huevo cocinado, algún tipo de tallarines, verduras, trozos de pollo cocinado y cerdo en un plato con sopa de res. Jamás había visto algo similar, tenía un olor increíble. Por el contrario, Nath solo comía la pasta, la carne y las verduras. Tenía toda la sopa ahí, estaba extra picante y su cara lo comprobaba. Era un tomate gigante.

Todo el camino a casa me la pasé riendo por su desgracia, aunque tuve que darle de mi sopa y quedamos satisfechas, no pude evitar reírme del recuerdo. Finalmente, de regreso en el Uber, y al no querer seguir escuchando mi risa se decidió a cambiar el tema.

- ¿Recuerdas el lugar donde te gusta ir?, subiendo la carretera con vistas a la ciudad fuera de la ciudad

- ¡No me digas que iremos allá! – respondí casi exagerando

- Pues no, después de aquel sitio, unos cuantos kilómetros abajo hay una cabaña entre las montañas.

- ¿Cuánto pagaste por eso?, estás loca, sabes que no debió ser barato

- Un amigo nos invitó, no pagué nada y no vamos a pagar nada.

Una estrella en el mar del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora