El desinterés
Cómo de costumbre, se dirigía a su escritorio, elegante y al mismo tiempo intimidante, Maria Muñoz, portando ese traje color negro con detalles a líneas y esos botines de tacón que podían escucharse en todo el piso del aquel lugar.
— Dos minutos tarde. ¿ Ya eres la nueva comandante o algo así?—. Algunos de sus compañeros reclamando inconformes con el descaro de aquella mujer.
—Probablemente. ¿ No te dieron la noticia?—. Respondiendo con sarcasmo borrando algunas sonrisas, ese era su estilo.Muñoz era una practicante en el edificio de Fuerzas Federales. Analista de información y detective en el departamento de "víctimas especiales".
El rango de importancia iba desde agresiones físicas cuerpo a cuerpo hasta a asesinatos de tercer grado.Llevaba cinco meses en el equipo cómo "pasante" terminando su servicio social. El desempeño que tenía era muy bueno, había resuelto treinta y cuatro casos en ese lapso de tiempo, tan sólo le pedían cinco casos para graduarse.
El éxito obtenido de la pequeña agente al paso de los meses, daba pie a las críticas de los compañeros, los cuales llevaban la mitad de su vida en ese empleo apenas resolviendo algún que otro caso.
Si perder más tiempo, quitó el ligero saco de su espalda colocándolo en el respaldo de la silla, tomó un bolígrafo del escritorio y enrolló su cabello hasta quedar recogido por completo.
— ¡Buen día maldita!—. Maria reconoció la voz de inmediato, sonrió y giro la silla para saludar con el mismo entusiasmo.
— ¡Buenos días! estúpida. ¿Compraste mi café?
— Obvio, cómo te gusta—. Respondió su compañera, Briseyda Díaz, misma que cursaba con ella en la universidad, a punto de graduarse también en algunas semanas.
Unos pasos estruendosos se escucharon en el pasillos acompañados de un grito de alguien con una voz tan grave que lograba intimidar a cualquiera.—¡ Agente Muñoz a mi oficina!.
Escuchando esto, todo el piso giró su asiento de tal manera que todos miraban a la pequeña agente.
Díaz y Muñoz se vieron a la cara, ambas con un gesto de confusión.Se levantó del asiento, tomó el saco acomodando este mientras se dirigía a la oficina del comandante. Llegó a la puerta, girando la perilla entró a la oficina con algo de nervios.
— ¿Llamó oficial?—. Las preguntas corrían en su mente ¿De que se trataba? ¿Por qué estaba ahí ella? ¿La habían reportado?.
— Tome siento—. Inexpresivo le pidió el comandante a su agente. Ambos se sentaron al mismo tiempo.
— Cómo todos sabemos, usted y la agente Díaz han resuelto a la par más de treinta casos en estos meses colaborando con nuestra agencia—.
Hizo una pausa mientras abría un cajón del escritorio, levantó un legajo negro y lo puso sobre el, mismo que empujó hacia ella .Lic. María Fernanda Muñoz B.
Su nombre estaba a la portada de aquel objeto. Levantó la cabeza al mismo tiempo que el comandante sacó su arma y apuntó hacia ella.
Los ojos de la pequeña agente se abrieron por el miedo, trago saliva, intentó apoyar sus manos pero estaba congelada, no podía. ¿ Que mierda estaba sucediendo?.
Después de apuntar por algunos segundos giró el arma y se la tendió para que la tomara.
Confundida María tomó aquella pistola y la puso sobre el escritorio.—¿Que carajos fue eso? —. Escupió la pregunta con enojo entre una risa nerviosa.
— Ves ese legajo, seré breve—. Rascando su nariz pasando la mano repetidas veces antes de hablar. — Es tu contrato, resuelve un caso más y estás dentro de mi equipo cómo coordinadora del departamento de V.E.
Ella sólo se quedó con la boca entre abierta, definitivamente no dejaría pasar está oportunidad.
— Acep...—. le interrumpió.
— Sabía que obtendría esa respuesta, junto con su contrato se encuentra el formato con el cual das por terminada tu estancia como practicante. Resuelve un caso en las próximas cuatro semanas y el puesto es tuyo, es todo. Gracias por su tiempo—.
Se levantó, tomó el arma y una sobaquera de la pared. Salió dando las gracias con ganas de explotar de la emoción, su futuro estaba resuelto.
Volvió a su escritorio de trabajo disimulando aquella perfecta felicidad con aquel rostro indiferente y rígido por el cual la conocían muchos. Solo había tres mujeres en ese piso: Díaz, Muñoz y la secretaria del comandante.
Se retiró el saco al llegar a su asiento y era muy llamativa el arma bajo su brazo. Su compañera al darse cuenta de aquello solo tuvo una reacción.
— ¡Oh, santo cielo te ascendieron!.
— Cierra la boca estúpida—. Susurró de manera agresiva mientras sonreia.
— Entonces...—. mirándole Díaz esperando la respuesta anhelada.
— ¡ Hoy celebramos!.
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Pinceles
Fiksi PenggemarMaf Muñóz es una estudiante de criminología que está a punto de terminar su carrera. Cómo prueba final debe resolver un caso al azar sobre cualquier tema. Desafortunada y misteriosamente desaparece su mejor amiga con la cual cursaba, días después e...