Uno.

12.3K 677 1.1K
                                    

PRECAUCIÓN:
Antes de leer, considere que la siguiente historia contiene material sensible como por ejemplo: tortura, agresión, confinamiento forzoso, violación, lenguaje explícito, etc. Por lo que puede causar incomodidad al lector. Continúe bajo su propia responsabilidad.
También se deja en claro que no apoyo ninguna de estas conductas y que es simplemente entretenimiento.

...

— Mhg.. ¡Mhghh..!

Una voz masculina se hacia presente en la habitación, por los quejidos que este soltaba, se podía notar que se trataba de apenas un estudiante. El joven había recuperado hace pocos segundos la consciencia. Sus ojos vendados, su boca tapada con cinta adhesiva y con sus manos y pies atados. Se removía sobre la silla con intensidad tratando de zafarse, pero su único logro fue caer al suelo.
Debido a la condición en que se encontraba no podía gritar ni mucho menos ver dónde estaba. Hasta el momento no sentía a nadie cerca, o al menos así fue hasta que escuchó una puerta abrirse y de golpe una voz varonil se incrustó en sus oídos.

— Oh, veo que despertaste. —el hombre se acercaba a pasos lentos, levantándole del sueño y quitándole la cinta de la boca una vez que estuvo a su lado.

— ¡¿Dónde mierda estoy?! ¡¿Quién coño eres?! –gritó, pero no obtuvo respuesta. El mayor tomó asiento en el suelo observándole con una muy leve sonrisa. Al fin había cumplido su objetivo de secuestrar a aquel niño que capturó su atención en un instante.

— Estás... —hizo una pequeña pausa para ordenar sus ideas—. No creo que sea buena idea decírtelo.

Con cada palabra que el hombre dejaba salir de su boca, el menor se sentía más desesperado pero a su acompañante no le importaba por más que se escucharan gritos y peticiones.

— Tú... ¡Desgraciado! ¡¿Por qué mierda me tienes aquí?!

— Deja de gritar, me duele la cabeza. —habló con molestia mientras posaba su diestra sobre la cabeza ajena para dejar suaves caricias—. Eres tan frágil, tan puro... Solo quise protegerte con mis propias manos. Te traje aquí para que jamás te suceda algo malo. ¡Serás feliz aquí, conmigo!

El menor sintió su estómago revolverse. ¿Ser feliz allí con él? Parecía una puta broma, pero era evidente que su acompañante lo decía en serio. Se limitó a decir solo una frase. "Estás putamente enfermo."

El pelinegro hizo rápidamente su mano un puño y golpeó al menor en el rostro, logrando romperle el labio mientras comenzaba a reír nervioso debido a su impulsiva acción.

— Ah... Dios... Solo sé un buen chico, todo será más fácil si lo eres. —acarició la mejilla del menor con ternura mientras dejaba caer algunas lágrimas de sus ojos al ver lo que tuvo que hacerle a su preciado tesoro. El no quería, pero no tuvo otra opción.

El cuerpo del menor se sentía vacío, no podía creer que todo eso le estaba sucediendo a él. Había dejado de meterse en problemas hace un tiempo, sus notas eran se habían vuelto altas y eran pocas las veces en las que se quejaba de su vida, entonces.. ¿Por qué a él? ¿Por qué ese demente se fijaría justo en él?

— Katsuki, debes escucharme cuando hablo... Lo diré amablemente sólo esta vez, recuérdalo.

— Dime tu puto nombre. —interrumpió. Había dejado de llorar, no sacaría nada con ello, ahora estaba simplemente irritado.

Insane. [AizaBaku] -EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora