T R E S

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Llegamos lo más rápido que podemos al laboratorio. Mis piernas pesan muchísimo y mi respiración es un desastre a pesar de que estoy en forma. Estoy hecha un nudo de nervios, nunca ha pasado nada igual a esto.

Mis padres están en una de las salas junto con los otros dos científicos, Marlene Waas y Johann Lehner. Estos dos últimos son sólo un poco más mayores que nosotros pero ambos están matriculados y por eso no son aprendices. Ojalá hubiera podido graduarme yo también.

—¿Qué ha pasado? —Pregunto entrecortadamente. Me paro frente a ellos, que están de espaldas, y pongo mis manos sobre las rodillas para poder respirar normal de nuevo.

Los cuatro se vuelven hacia nosotros y nos miran en silencio, parece como si estuvieran pensando si somos aptos para saber lo que ha pasado o no. ¿Pero van a responder ya o qué? No he venido corriendo para nada.

Oigo a mi padre respirar más fuerte de lo normal cuando ve que hemos entrado sin la protección. Le da un tic nervioso en el ojo y sé que o nos ponemos ya el equipo o va a empezar a gritar como histérico.

Me hago un gesto a Elías con la cara y él al instante me entiende. Salimos de la sala para entrar a la de al lado y empezar a colocarnos toda la protección necesaria.

Volvemos de nuevo a donde están los científicos reunidos y los miramos esperando sacar algo de información.

—Creemos que alguien ha robado a uno de los hombres afectados por Versteinerung. —Dice Johann tomando la palabra.

La sala se sume en completo silencio de nuevo. En cualquier caso normal, llamaríamos a la policía para que se encargue de este asunto pero este pueblo no es normal, ya no. La policía dejó de trabajar desde que llegó Versteinerung. Gran parte de ellos se fueron del pueblo antes de que pusieran la cúpula y otros simplemente se encerraron en su casa. Probablemente alguien les dio el chivatazo y por eso pudieron escapar de esta prisión.

—¿Y ahora qué hacemos? —Cuestiona Elías con una ceja enarcada. Está intentando que nos incluyan en la próxima investigación en caso de que haya.

—Nosotros nos ocuparemos —Responde papá tajante. Ha pillado las intenciones de Elías con rapidez—. Vosotros ya os podéis ir a casa.

Resoplo con fastidio mientras salgo de la habitación junto con el castaño cuando la voz de mi madre resuena por las paredes.

—Fred, eso no es justo. —Su voz es calmada y controlada. No quiere armar un escándalo aquí en medio.

Me giro esperanzada, mi madre tiene el poder de cambiar la opinión de mi padre con unas pocas palabras. Cruzo los dedos porque me dejen quedarme con ellos.

—Está bien —Suspira. Estoy apunto de bailar para celebrar este histórico momento cuando él vuelve a hablar—. Los cuatro fuera, sois demasiado jóvenes para esto.

Vale, eso sí que no me lo esperaba. Cuando Marlene va a replicar por la nueva órden de mi padre, mi madre la mira con intensidad y eso hace que no hable y que se calle lo que piensa. Salimos los cuatro con el ánimo por los suelos y con un poco de mala uva.

—Vaya fastidio, ¡yo ya no soy un aprendiz! —Se queja Johann. Elías se gira para mirarlo mal y eso es suficiente para que nadie quiera hablar más. Muchas gracias, Elías, ahora tendremos un silencio incómodo hasta la salida.

Me despido de ellos nada más salir del laboratorio y voy directa a mi casa. Ni siquiera dejo que Elías me acompañe, ahora mismo sólo quiero estar sola en casa. Yo y mis pensamientos, nada más.

***

Un fuerte dolor de cabeza hace que no me apetezca ni comer ni hacer nada que no sea mirar al techo. A pesar de ser por la tarde, mis padres no han vuelto todavía y sé que no lo harán hasta tarde. Estarán investigando todas y cada una de las salas por las que ha podido pasar el panadero desaparecido.

Versteinerung © [#1 Experimentos Letales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora