D I E C I O C H O

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Caminamos bajo la luz de la noche hasta que amaneció. La casa quedaba cerca pero Elías y yo decidimos recorrer los alrededores en busca de alguna pista sobre mis amigos.

—Creo que sería mejor entrar en esa casa —Dice al cabo de un rato—. Después de todo, fue allí donde estaban, ¿no?

—Sí, pero les pilló de improvisto así que no creo que hayan pistas en la casa.

—Por intentar no pasa nada. —Opina. Estamos ya cansados de dar vueltas y vueltas por los alrededores sin encontrar absolutamente nada.

A pesar de ser un país nórdico, hoy hace un poco de calor y, por ende, ambos estamos transpirando y sin energías para continuar.

—Yo propongo quedarnos unas horitas en la casa. —Tomo la dirección para llegar hasta ésta.

—Nunca he estado tan de acuerdo con alguien.

Llegamos hasta la casa, a la que le dirijo una mirada de nostalgia. Tengo demasiados recuerdos buenos con mis amigos en este sitio y ahora los extraño demasiado.

La puerta está abierta así que no necesito forzarla, seguramente llevaban demasiada prisa como para preocuparse de cerrarla.

Elías se sienta en el sofá y cierra los ojos. Imitó su gesto pero, dejo mis ojos abiertos para revisar el móvil por quinta vez hoy. Adler no ha respondido al mensaje que le mandé a las tres de la mañana y eso me preocupa más de lo que admito.

Quizás, Arian lo tiene vigilado y por eso no puede responder. Sí, seguro que es eso.

La voz de mi mejor amigo me saca de mis profundos pensamientos.

—Siento que no me estás contando todo.

Si tú supieras, Elías, si tan sólo supieras... Me siento como una pésima mejor amiga, la peor del mundo mundial por no poder ser honesta con él.

—No sé a que te refieres. —Es lo que finalmente digo. Contarle a Elías es muy arriesgado, no debería decirle ni aunque me sienta culpable.

—¡Oh, venga ya! —Abre sus ojos para mirarme con reproche— Yo te lo he contado todo y tú a mí, nada.

Titubeo. Es mi mejor amigo, a él le cuento todo pero, ¿debería de hacerlo ahora mismo? Sería ponerlo en peligro, pero a la vez también peligra si no sabe a que se enfrenta. Opto por contarle lo que sucede.

—Soy un experimento. —Suelto sin pensar. Ah, mierda, no. Ya la he liado.

—¿Que qué? —Su cara es de estupefacción pura. La discreción y la sensibilidad no es mi punto fuerte, lo acabo de demostrar.

—Experimentaron conmigo y con cinco chicos más cuando éramos niños. —Suspiro. No me gusta mucho hablar sobre este tema.

—Eso es horrible. —Se enfada hacia nadie en específico.

—Se les salió de las manos cuando vieron que éramos más poderosos que ellos y decidieron controlarnos mandándonos a pueblos con cúpulas que borran nuestros recuerdos del laboratorio.

Elías abre la boca y sus ojos se desorbitan.

—Esto es mejor que una película. —Lo miro mal.

—Luego, Arian se escapó y por ello, crearon al ejército de descerebrados. Esos son los afectados por Versteinerung.

—¿Los paralizados? —Asiento en respuesta. No le explico nada de la cura porque mi padre ya se lo ha contado todo.

—Así que, ahora creemos que Arian es malo, pero a la vez es la cura y tenemos que acabar con los descerebrados.

Versteinerung © [#1 Experimentos Letales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora