D I E C I N U E V E

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Capítulo final.

Me despierto sobresaltada al sentir como mi cabeza palpita con intensidad y sin motivo aparente. Suelto un grito y presiono mis sienes con fuerza para que el dolor cese, pero no lo consigo.

Miro a mi alrededor y eso me hace recordar mi situación pésima. Estoy en el Bosque de los Maderos junto a mis amigos, ellos todavía están durmiendo en el suelo, parece que yo soy la única que se ha despertado antes de tiempo.

Arian y Elías, el par de traidores, están de pie discutiendo algo. Vuelvo a soltar un quejido incontenible haciendo que ambos me miren.

—¿Entonces qué hago? —Murmura Arian intentando que yo no lo oiga, pero no lo consigue. Me han ignorado por completo los dos.

—Sólo hazlo, ya nos encargaremos de ella luego.

—¿Y si la daño? —Frunce el ceño y arquea una ceja.

—No me digas que te has encariñado con ella. —Se burla el que era mi mejor amigo.

—Sabes que no, pero —El Liberador suena apurado y nervioso, pero a la vez tan frío como siempre—, el Señor...

—Ya lo sé —Lo interrumpe—. Sólo hazlo, es parte de la misión.

Ellos saben que no estoy inconsciente, sin embargo, les da igual decir cierta información que puede ser privada para mí.

Arian me da una última mirada y pasa por mi lado, muy cerca de mí.

—Lo siento... —Susurra antes de pararse y mover sus dedos creando con su poder un portal, el que nos llevará a Berlín.

¿Lo siento? ¿Cómo que lo sien...?

Mi cabeza empieza a doler más, increíblemente, haciéndome soltar patadas y gritos. Ruedo como si fuera una croqueta por la desesperación producida por el dolor. ¿Se puede saber qué me pasa ahora? No entiendo a mi cabeza y ni a sus interminables jaquecas.

No me da ni tiempo a ver el portal que Arian ha creado porque vuelvo a caer en la inconsciencia.

****

Me despierto al sentir mucho frío. Miro a mi alrededor asustada por no saber dónde estoy, pero eso no dura mucho porque yo ya he estado aquí, por desgracia.

Las paredes sin color, la carencia de muebles... Estoy en mi habitación, la del laboratorio de Berlín.

Saber eso es suficiente para alterarme y empezar a golpear las paredes como loca.

—¡Adalia, cálmate! —Grita Richelle, que al parecer ya está despierta.

—Ojos Peculiares, tranquila. —Percibo la voz de Adler y, finalmente, me calmo. Y sólo lo hago por mis amigos, lo último que quieto es asustarlos o preocuparlos aún más.

—¡Arian, eres un capullo! —Grito con todas mis fuerzas sintiendo las lágrimas brotar y rodar por mis mejillas— ¡Y tú también, Elías!

—Arian no está aquí, tranquila —Me serena Frederick—. Su habitación la ocupa Adler.

Eso no me termina de relajar. No me agrada que Adler tenga que estar en una de estas horribles habitaciones que parecen un psiquiátrico o peor.

—Me duele el culo de estar sentada en esta incómoda cama. —Habla vulgarmente Leyna, cambiando el tema radicalmente.

—Habla bien, mamarracha. —Ese comentario de Blaz es suficiente para que inicien una de sus interminables peleas.

Versteinerung © [#1 Experimentos Letales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora