-Sí, ya llevo fresas. ¿Por qué no puedes estar aquí y ayudarme con esto? Pues no lo parece, dijiste que ibas solo por unas semanas a París y ya van meses y no has regresado... ¿cómo crees que me siento yo? Está bien, hablamos por la tarde- colgué la llamada y me giré nuevamente a la mesa de frutas pensando en si llevar otra cosa.
Al parecer ya tenía todo lo que había pensado y también lo que Lara me había dicho que podría usar y daba gracias que por lo menos hubiera un supermercado en este pueblo.
Había tomado el día de hoy y el resto del fin de semana para manejar hasta Cape May ya que era el lugar más cercano a Nueva York pero donde podría disfrutar de unos días sin lo caótico de la ciudad. Juls tuvo que ir a su despacho y por eso me alcanzaría hasta la noche, pero me alegraba porque de esa forma todo el plan que tenía pensado podría hacerlo sin preocupación de que fuera a averiguarlo ella.
Así que muy temprano recibí la casa que había rentado y después de hacer las compras regresé para preparar algo de comer. Revisaba más de 10 veces en una hora que tuviera el pequeño regalo que había comprado hace una semana con ayuda de Lara, y aunque sabía que lo traía no podía evitar volver a revisar.
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-Entonces te decidiste por el vestido- escucho en el altavoz de mi móvil hablar a Lara que está al otro lado del país. Me miro en el espejo una vez más para alisar los dobladillos de mi vestido azul y asiento.
-Sí, ¿qué más falta? Juliana me dijo que estaba a 30 minutos de llegar-
-Okay, primero respira profundamente... no vas a morirte. ¿Ya tienes la cena, vino, fruta y todo acomodado en la terraza cierto?- asiento mientras sostengo el teléfono cerca de mi cara y pueda verme. Voy caminando hacia la terraza moviendo la puerta corrediza y saliendo para ver que todo estuviera. Por suerte no hacia viento, y evitaba que el mantel o las luces colgadas se volaran por todos lados. La comida estaba ya por terminar en el horno y el vino lo tenía a la mano.
-La nota- escucho decir a Lara por la videollamada y camino hasta la mesa donde había terminado de escribirla hace un rato.
-La tengo-digo mostrándosela perfectamente doblada y ella asiente pensando en si falta alguna otra cosa.
-Pues, eso es todo...lo tienes ya listo amiga... así que mi trabajo aquí ha terminado- dice despidiéndose y haciendo una seña con la mano como si fuera un soldado y yo el general al mando.
-Por cierto, regresaré a Nueva York en dos semanas, tengo que ir por mis cosas y también a ver que puedo llevarme y que regalar... necesito vender la casa- la escuche con una pequeña sonrisa, porque...quien iba a pensar que Lara iba a quedarse permanentemente en Paris con su Novio
-Entonces te veo en dos semanas, tal vez pueda ayudarte con algo- nos despedimos y segundos después termino la llamada, mirando mi reloj de mano.
-Tu puedes con esto-me digo tomando un largo respiro y volviendo a pasar la lista de cosas para que nada se me escape. Escondo la nota en un plato para que no pueda verla nadie excepto yo cuando escucho que alguien suena la bocina de un auto.
Cuando abro la puerta no puedo reaccionar porque Juliana se lanza a mis brazos, enredando sus piernas en mi cintura... es algo ya un poco habitual en ella, saludarme así. Plantó demasiados besos en toda mi cara y cuando era suficiente para ella se bajó y se alejó para verme mejor.
-Cuando dijiste que harías la cena no pensé que fuera tan normal señorita Carvajal-mira mi vestido y seguro el maquillaje que no solía usar normalmente. Ella está deslumbrante como siempre, lleva un pantalón color beige y una blusa negra junto con sus zapatillas.
-Tú no te ves nada mal- le regreso el cumplido y tomo su mano para atraerla a mí y tomar sus labios entre los míos para recibirla apropiadamente.
-¿Qué tienes preparado y porque estas siendo tan linda?-pregunta tras separarlos y sonrío negando con la cabeza. Tomo su mano para llevarla dentro de la casa y dejo que vea todo y se relaje un poco. Le muestro la habitación para que deje sus cosas y su blazer, ahora esta descalza, algo que le encanta, aunque yo haría lo mismo si llevara todo el día con zapatillas por la oficina.
Después de un rato le enseño toda la terraza arreglada y como lo ensaye con Lara por toda la semana, fui la chef y mesera más dedicada en toda la cena. Llevando los platos que había cocinado y recogiendo todo, sirviéndole vino sin parar porque a ambas nos encantaba.
Cuando terminamos le propuse ir a la orilla del mar que estaba justo frente a la casa y comernos las fresas con chocolate ahí, lo cual acepto porque sabía que amaba ese tipo de cosas románticas. Tomamos todas las cosas necesarias (ella no soltó ni un segundo la botella) y salimos con una pequeña linterna para alumbrar un poco por donde caminábamos. Al llegar nos sentamos en la arena ni tan cerca, pero tampoco tan lejos del mar.
Ella estaba hablando de su trabajo y su nuevo compañero Joan que al parecer tenía un gran crush con ella... pensé que era hora de mi gran discurso así que metí la mano en la chamarra que me había puesto para salir pero no encontraba nada, así que seguía asintiendo sin realmente prestarle atención, mientras continuaba en la búsqueda del papel en mis bolsas sin éxito.
Respira, me repetí varias veces cuando Juls paró de hablar para fijar su vista en el mar, jugando con la lamparilla. Así que lo decidí, no necesitaba un maldito papel para saber que decir. Tome una respiración profunda y alargue una de mis manos a la suya tomándola y recibiendo ahora su atención.
-Solo quiero... agradecerte supongo, de estar aquí conmigo. Quiero decir, hemos pasado por muchas cosas y sé que la primera vez no hice lo mejor con nuestra relación, así que el hecho de que estemos aquí me hace demasiado feliz y espero sientas lo mismo- sentí un apretón en mi mano confirmándome lo que me preguntaba, pero no dijo nada así que quería que continuara, porque sabía lo mucho que le gustaba que hablara de corazón.
-He pasado por muchas cosas en estos últimos años y aunque algunas se sintieron muy reales, no lo fueron. Aun así, estoy realmente feliz de tenerte aquí- mi mano entro al bolsillo derecho temblando y sintiendo la pequeña caja de regalo.
-Pero, quiero que lo sean. He soñado tanto con la historia que tú ya conoces que no puedo sacármela de la cabeza, pero quiero que tú compartas conmigo ese sueño. Porque he encontrado a la única persona que todo mí ser ama- aclaré mi voz sacando la caja negra y la abrí para presentar por primera vez el anillo de compromiso a Juliana.
Juliana se llevó sus manos a la boca en el típico gesto de sorpresa, pero sabía que lo era porque podía ver como lagrimas empezaban a salir de sus ojos.
-Sé que puedo ser molesta a veces, pero estoy segura que nadie más que yo puede amarte de la forma en que lo hago, y estoy segura que nadie más que tú, puede darme la felicidad que deseo. He visto lo que puede ser una vida juntas y... nos elijo a nosotras-
-Así que...Juliana Valdés ¿quieres hacerme la mujer más feliz y ser mi esposa?- cuando terminé parecieron eternos los segundos que pasaron cuando ella miro el anillo y después a mí y asintió frenéticamente.
Estiró sus manos para tomar ambos lados de mi rostro e impactar sus labios con los míos en un beso con una mezcla de muchas cosas. Podía sentir el sabor salado de sus lágrimas pero también como una sonrisa se formaba en sus labios incluso cuando me besaba.
Me alejé un poco para limpiar sus lágrimas con mis pulgares y después tomar el anillo de la pequeña caja y ponérselo en su dedo.
-Dios, te amo tanto- la escuché decir pero ella seguía mirando su mano, como si no pudiera creerlo.
-Yo también te amo-
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Nota: solo queda el epilogo para terminar esta historia.
Muchas gracias a todos los que la siguieron, y tambien por sus comentarios. :)