Capítulo 39 [Maratón 1/4]

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La velada fue muy cómoda, haciéndome olvidar mis pensamientos acerca de esa noche. Emilio comió más de lo que lo había visto hacer jamás y nunca soltó su mano de la mía. Se la pasó besando mi frente, mis labios y mis mejillas mientras me abrazaba territorialmente, como si hubiera sido yo el que hubiera pasado un mes en la cama de un hospital. 

-Quiero otro taco. -se quejó mientras besaba mis labios. 

-¿Otra?, Emi has comido más de lo que hemos comido Diego, Azul y yo, juntos -dije sonriendo con diversión. 

-¡Tengo hambre! -dijo haciendo un puchero. 

Una risa salió de mi boca mientras enredaba mis dedos en su alborotado cabello.  Tras otros cuarenta minutos de charlas y risas, Azul nos llevó a casa de Emilio. 

Caminamos por el pórtico de su casa mientras él buscaba las llaves en los bolsillos de sus pantalones. Su mirada fija en la nada denotaba tranquilidad.  Mi corazón saltó dentro de mi pecho cuando recordé lo que me había traído a ésa situación en primer lugar. 

-¿Ya vas a decirme que sucede?, ¿Por qué quisiste dormir en mi casa? -preguntó mientras abría la puerta. 

El silencio y la oscuridad lo invadieron todo. Él tomó mi mano mientras me conducía a la sala. 

-Quería estar contigo -dije. 

Emilio se detuvo y se giró hacia mí. 

-¿Está todo bien? -preguntó frunciendo el ceño. 

-S-Sí -tartamudeé, nervioso -. ¿Y Romina? -dije cambiando el tema. 

-Salió con sus amigas, probablemente vuelva muy tarde o quizás mañana. No lo sé, se vuelve loca cuando mi mamá no está en casa -dijo haciendo una mueca indiferente. 

Sin decir una palabra más, enredé mis brazos en su cuello presionando mis labios contra los suyos. Él recibió mi beso con gusto mientras yo inclinaba mi cabeza hacia a un lado para darle entrada a mi boca. Nuestras lenguas se encontraron en el camino y la sensación de vértigo que causaban sus besos me invadió junto con algo más. Algo nuevo, diferente y absolutamente hermoso. 

Cuando nos separamos, él apartó un rizo de mi cara mientras sus nudillos rozaban mi mejilla. 

-Te amo tanto, Joaquín -dijo con un brillo tierno en la mirada. 

Mi corazón se saltó otro latido y, entonces, lo supe: Necesitaba a Emilio en mi vida de todas las maneras en las que pudiera tenerlo. 

Acerqué mi cuerpo al suyo lentamente mientras mis manos abandonaban su cuello para deslizarse por sus brazos. Él me sostuvo contra su cuerpo enredando sus brazos en mi cintura. 

Comenzamos a mecernos lentamente. Al compás de una melodía que no existía más que en nuestras mentes. Sus labios rozaron la piel de mi mejilla mientras deslizaba su rostro hacia mi oreja y susurró. -Gracias por estar aquí conmigo.

  -Te amo, Emilio -murmuré. 

Su aliento me ponía la piel de gallina mientras su rozaba la piel sensible de mi cuello. Su cabello rizado me hacía cosquillas en la mejilla entonces, susurré -Hazme el amor. 

Emilio se enderezó rápidamente. La emoción y la duda surcaban su rostro mientras yo esperaba su respuesta. 

-¿Q-Qué? -susurró con un hilo de voz. 

Tragué saliva ruidosamente mientras sentía el rubor subir por mis mejillas y mis manos comenzaron a temblar con nerviosismo. -E-Estoy listo -susurré. 

-¿E-Estás seguro? -tartamudeó él. 

Una sonrisa nerviosa cruzó mi rostro mientras decía -Sí. 

Una torrente de emociones cruzaron el rostro de Emilio y no pude descifrar a ninguna de ellas. ¿Felicidad?, ¿Miedo?, ¿Nerviosismo?..., quizás un poco de todo. 

Presionó sus labios contra mi frente y tomó mi mano entrelazando nuestros dedos. Me llevó escaleras arriba y cuando llegamos a su habitación encendió la lámpara de noche que se encontraba junto a su cómoda. La media luz creó un ambiente romántico y mi estómago se encogió de los nervios mientras él enredaba sus manos en mi cintura. Comenzamos a bailar nuevamente hasta que me relajé; él susurraba canciones a mi oído y me sorprendí al descubrir que no desafinaba para nada. 

Sus labios se posaron en mi mejilla mientras me cantaba otra canción romántica. Sus manos se deslizaban por mi espalda en caricias delicadas mientras depositaba besos dulces en mi cuello mientras tarareaba. 

Incliné mi cabeza hacia a un lado para darle entrada a mi cuello y él siguió su camino hasta que dejó de cantar mientras besaba mi cuello lentamente. Como si tuviera toda la noche para hacer ésto.

-Tan dulce -susurró en voz baja. 

Sus labios encontraron los míos y sus manos se deslizaron por mi espalda hasta que ahuecaron mi trasero suavemente. Su boca nunca abandonó la mía. 

-¿Estás seguro? -preguntó con la voz enronquecida. 

-Sí... -susurré seguro. Estaba listo.

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Perdón por no actualizar a tiempo, las tareas me están matando. Pero espero les guste el maratón ♡︎

Aunque no pueda verte |#1| Emiliaco (adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora