Capítulo 48

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La ducha me vino de maravilla. 
Sobre todo después de haber llorado tanto. Me sentía ligero, y tranquilo. Por primera vez en una semana, me sentía bien. Me sentía mejor. 

Me preparé para salir con Azul y Diego ,ésta vez opté por un crop top rosa pálido, unos jeans negros y unos converse blancos. Me puse un poco de máscara para pestañas y bálsamo rosa. Me sentí un poco más atrevido y me apliqué un poco de rubor. Estuve listo diez minutos antes de que Azul llegara a mi casa. 

-¿Estás bien? -preguntó mi mamá mientras me ponía la chaqueta sobre los hombros. 

Mi mirada se detuvo un segundo en ella y suspiré -Sí. Estoy bien. 

-¿Cómo estás llevando lo de Emilio? -preguntó con tacto. 

-Comienzo a llevarlo bien, supongo -dije encogiéndome de hombros. 

-Tu tía Alice ha llamado. Nos invita a pasar el verano en su granja de Manchester. Deberías pensarlo..., la distancia es el mejor aliado en estos casos -sugirió. 

La idea de pronto no me pareció descabellada.  Dos meses en Manchester, lejos de todo lo que me recordaba a él sonaba bien. Sabía que no podía huir de esto, pero la distancia y el tiempo me harían bien. Volvería fuerte y listo para seguir adelante. 

-Supongo que estaría bien -dije. 

El timbre nos hizo saltar a ambos y me despedí de mi madre con un beso antes de salir a encontrarme con una Azul guapísima, enfundada en un vestido violeta intenso. 

-¿Listo? -preguntó mientras me abría la puerta trasera del Jeep. 

-Siempre -dije subiendo. 

Pensé que el camino sería incómodo con Diego siendo amigo de Emilio, pero fue todo lo contrario, él se la pasó bromeando conmigo y Azul. 

Entramos a una discoteca de música electrónica y la música lo invadió todo en un segundo. Sentía el bajeo y la batería de la música repicar dentro de mi pecho y las luces de colores podrían llegar a marearme si las miraba por mucho tiempo. 

No era el tipo de chico que solía ir a ése tipo de lugares, pero sin duda, el ruido y la gente eran algo que necesitaba. 

Sin perder tiempo, Azul y yo nos lanzamos a la pista de baile. Sabíamos que Diego no era fanático del baile así que él se quedó en la barra mirándonos jugar. Azul le coqueteaba a distancia y al cabo de cuarenta minutos bailando me sentía eufórico. Realmente me estaba divirtiendo, y quizás, cuando la noche terminara, recordaría a Emilio y lloraría, pero por ése momento, decidí dejarme llevar. 

Un par de manos se instalaron en mi cadera y me tambaleé hacia a un lado en un intento desesperado por alejarme de quien me tocaba. 

-¡Hola! -dijo una voz en mi oído. 

Me giré, dispuesto a golpear a quien quiera que fuera que estuviera invadiendo mi espacio vital y me quedé helado. Un chico de cabello castaño y ojos verdes me miraba con una sonrisa dibujada en el rostro. Yo lo conocía..., ¿De dónde demonios lo conocía? 

El reconocimiento me golpeó como un látigo.  ¡Era el chico con el que Emilio casi se había agarrado a golpes en una discoteca porque bailé con él! 

-¡HOLA...! -me quedé patinando intentando recordar su nombre. Lo tenía en la punta de la lengua. 

-Mauricio -me dijo con una sonrisa en la cara. 

-¡Mauricio! -chillé mientras me ruborizaba. ¡Maldita memoria! 

-¿Cómo estás? -preguntó. Sus manos seguían instaladas en mis caderas. 

La ridícula sensación de remordimiento me invadió. Él me estaba tocando y yo estaba pensando en lo que Emilio pensaría si se llegara a enterar. 

-Bien -dije apartándome de su agarre. 

Él pareció captar el mensaje, porque no insistió más -¿Y tu chico? -preguntó mirando hacia la barra, donde Diego se encontraba. 

Yo sonreí lo mejor que pude y me quedé callado. 

-¡Oh, Dios!, ¡Lo lamento!, ¿Tema delicado, cierto?, ¡Lo siento! -se disculpó. 

-No te preocupes, Mau. Me gustó verte -dije y le guiñé un ojo. 

-¿Bailamos? -preguntó mientras yo comenzaba a caminar. 

Una sonrisa surcó mi rostro y dije -Claro. 

Comenzamos a bailar al ritmo de una canción alocada. Mauricio respetó mi espacio todo el tiempo, sin intentar tocarme o hacer algo inapropiado, y lo agradecí.

Cuando me di cuenta, el castaño ya se encontraba sentado junto a nosotros en la barra del bar, bebiendo y bromeando con Diego y Azul. Era un chico realmente agradable. 

Comenzó una canción que a Azul le encantaba y me tomó del brazo, arrastrándome hacia la pista de baile. Estábamos brincando al ritmo de la música, cuando sentí una mano delgada en mi hombro. Cuando me volví, me topé con una castaña de ojos verdes, y sonrisa perfecta..., María. 

-Veo que no pierdes el tiempo -dijo con desdén mirando hacia la barra. 

Miré hacia Mauricio y él me sonrió. Le devolví la sonrisa y miré a María poniendo las manos en mis caderas. 

-Vete a la mierda. -le dije y me di la vuelta para seguir bailando con Azul. 

-A ver si sigues siendo así de valiente cuando le diga a Emilio que estás de zorra. -me amenazó. 

Sentí mi mano calentarse. ¡Dios!, ¡Quería abofetearla! Me giré sobre mis talones y me paré a una distancia increíblemente cerca para espetarle -¡Corre! ¡Dile!, ¡A Emilio le importa una mierda lo que yo haga!, ¡Terminamos!, ¡Se acabó!, ¡Felicidades!, ¡Ahora, hazme el favor de irte mucho a la mierda! 

Azul me tomó del brazo y me jaló lejos de María antes de que pudiera hacer algo de lo que pudiera arrepentirme.

Sentía el coraje zumbando en mis venas y una parte de mi estaba aterrada ante la idea de que le dijera a Emilio lo que había visto. Aunque nada de lo que dijera cambiaría el hecho de que se había terminado. 

El dolor se instaló en mi pecho una vez más. Fuerte, firme, punzante... Emilio y yo ya no estábamos juntos. Ya no estaríamos juntos, por más que yo lo quisiera..

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Mañana publicaré los últimos capítulos ✰
LYSM ♡︎

Aunque no pueda verte |#1| Emiliaco (adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora