Capítulo Doce

414 27 0
                                    

Narra Becka.

19 de abril, 1968. 

Teníamos espejos, por todas partes, grandes, con formas, colores y en diferentes posiciones.

Mi padre me decía que los pidió para mi, el día que nací hizo que colocarán cuantos pudieran, así podría ver lo hermosa que soy desde varios ángulos.

A mi madre no le gustaban.

El día que ella se fue se hizo una pequeña grieta en cada uno de ellos.

Una noche, que podría haber parecido cualquier otra, me marcó, gritos y cosas cayendo, no puedo asegurar con certeza que sucedió.

El reloj marcó las cinco de la mañana en punto y la oscuridad a mi alrededor trajo consigo la viva imagen de mi sueño.

Parpadee y me hallé en el suelo, oídos ensordecidos y sangre entre mis piernas, volví a parpadear y vi a mi madre con sus manos en mis hombros sacudiéndome entre gritos, parpadee y esta vez mi padre tenía sus manos en mis hombros, no hablo, solo me miro.

Tiempo después escuché la voz de mi hermano.

―Becka, pequeña despierta.

―¿Trevor?

En medio de mi adormilamiento me encontré mirando desorientada que no tenia sangre en ninguna parte de mi cuerpo y me encontraba en mi cama perfectamente ordenada.

Otra vez ese sueño.

―Mamá... Mamá nos dejó.

Su voz, que solía ser dominada por la tranquilidad y solemnidad, estaba grave y desesperada.

No debía afectarme, hace un mes tomó sus cosas y se marchó ¿por qué importaba?

Mi labio tembló y mis manos se volvieron puños, deje que mis uñas quedarán enterradas en mis palmas y que mi piel ardiera.

―Shh no llores pequeña, shh tranquila.

No note que lloraba pero la evidencia estaba, literal, frente a mi ojos, humedad se impregnó en la camisa de mi hermano al abrazarme y un sollozo desgarrado que desconocí inundó mi habitación.

―Pequeña estoy aquí ―me susurro sin soltarme.

―¡¿Qué estás haciendo?!

―¡No está respirando!

―¡Quita tus manos de encima!

―¡Basta, hay que llevarla a urgencias!

―¡Becka!

Se que fue una ilusión, en medio del mar de voces escuché a mi madre, su dulce y melodioso canto.

Ella está muerta.

―Pequeña no me dejes, por favor.

La mano de Trevor no me dejo, incluso con el viaje a la clínica, mi padre cargándome y las enfermeras con instrumentos tratando de que volviera a respirar no me soltó.

―¿Becka?

Apreté su mano e intenté sonreír con el respirador artificial conectado.

―Hey.

Desvíe mi atención a la puerta y mi corazón pego un salto.

―No tienes idea del susto de muerte que me diste.

Mi hermano receloso soltó mi mano y se puso de pie.

―Nadie debe saber que estuviste aquí Elliot ¿entiendes?

Lento En El Pavimento (DCEM #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora