Capítulo Uno

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Narra Jass.

¡Ethan!

Abrí mis ojos y empuñe ambas manos, tensa como un cable y ronca por el grito que se escapo de mi, hizo que tardará en tomar noción de mi entorno.

Me fui levantando poco a poco y parpadee desorientada, mi pelo cayo como una maraña a mis costados, fue cuando note que estaba en una cama y tapada únicamente por una suave y delgada sábana, sin embargo, no era esto lo extraño, sino el hecho de que desconocía la había habitación donde me encontraba.

Comienzo a temblar y con furia seco las repentinas lágrimas que corren por mis mejillas, me duele el pecho y no es algo físico, diría que es emocional pero el aturdimiento hace que me sea difícil recordar.

Vuelvo a mirar la habitación y mientras que con una mano sujeto la sábana para cubrirme con la otra aparto la maraña de pelo torpemente, no se si la torpeza se debe a mi desorientación o si me habrán dado algo que cause ese efecto, lo cierto es que me averguenzo de admitir que hasta la tarea, muy simple, de desenmarañar mi pelo cuesta.

Para cuando logro tener mi pelo en orden me trato de movilizar al borde de la cama, como dije trato, ya que no logro moverme ni un solo centímetro y es que la tela es tan resbaladiza.

Mentalmente maldigo porque entre intento e intento solo puedo romper a sudar y aumentar mi frustración, es la primera vez que me sucede algo así, pienso tanto en lo extraño del lugar y mi falta de ropa como en mi reaccionar lento y las resbaladizas sábanas.

Sin hallar idea alguna en mi entorno de como llegue o que hago para salir busco en mi memoria, me concentró en recodar lo último que hice y entonces su nombre me llega.

―Ethan ―susurro sorprendida.

Hace solo unos instantes me encontraba gritando su nombre, los sentimientos me volvieron a embargar y con ello la pesadez que sentía en mi pecho obtuvo otro significado.

Un rechinar llamo mi atención y levante la mirada para encontrar que la puerta se abría sola.

―¿Quién anda ahí?

Mi pregunta se responde por si sola ya que es Ethan quien aparece tras la puerta, ahogo un grito cuando lo veo entrar y no es por la impresión de verlo, bueno eso también, es que hay otro detalle... Esta desnudo.

Camina con seguridad y sin mirarme, parezco invisible, muda del impacto  lo miro estática, esperando alguna reacción de su parte, esta serio y mira la habitación con calma.

―Hey.

Quería que sonara como una queja, en cambio, sono a una suplica, casi sugestiva. Me aclare la garganta y volteo a verme.

¿Qué hacemos aquí?

Me vuelve a ignorar, aparta la mirada y camina, cerca de mi oigo su tranquila respiración, olvido todo y dejo de temblar, es extraño como me contagia su actitud.

Jass.

Conectamos nuestras miradas en el momento en que sus pasos lo llevaron a un pequeño espacio de distancia de mi, el mismo que me separa del borde de la cama.

Quiero advertirle que no puedo salir de la cama y que la tela es muy resbaladiza, mas no lo hago, porque me mira y estoy hipnotizada; la gracilidad de sus movimientos, la rigidez de sus músculos, el brillo de su piel y la tensión sexual que crece a cada segundo.

Puedo oír nuestros latidos, el sonido humano que hacíamos solos en ese lugar.

Todo rastro de ansiedad me abandona y el sentimiento inicial es reemplazo por algo diferente: deseo.

Lento En El Pavimento (DCEM #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora