Al llegar a casa, lo primero que golpeó la conciencia del esqueleto fue el olor invasivo a salsa marinara saliendo de la cocina. Por supuesto, Papyrus ya no estaba en casa cocinando y aunque fuese la hora, tampoco lo estaría. Pero tan solo el haber olvidado abrir las ventanas por la mañana para ventilar, había conservado el aroma de los eventos de la mañana cuando habían querido desayunar. Ahora, faltas de comer algo le sobraban, pese a que su conciencia le advertía que solo había espagueti en la nevera. Heh. Recalentaría algo, la ahogaría en salsa tabasco y santo remedio, el picante borraría cualquier sabor a rastros de metal y carbón que pudiera haber.
Antes de entrar a la cocina, tentativamente miraba hacia su habitación. La siesta de menos de treinta minutos en el receso no había servido de mucho. Al menos, sabría que podría pegar las cuencas temprano con más facilidad cuando se tire sobre la cama esa noche.
Pero el día aún no había terminado.
Lo primero que vio al abrir la primera puerta fue la botella de tabasco abierta de la noche anterior. Había olvidado por completo comprar algo para el resto de la semana, o para hoy que le resultaba en más urgencia. Se topó los bolsillos en busca de su billetera, pero al realizar que tendría que salir afuera, caminar una buena cuadra e ir a la tienda y luego de vuelta a casa, le quitaron toda gana de experimentar por su cuenta en la cocina.
Miró reaciamente el primer contenedor plástico de la ración nocturna antes de pasar los ojos a un enorme charco de agua al fondo del todo. ¿Y eso? Mojó la punta de los dígitos para asegurarse de que fuera al menos agua, si no otra cosa.
Olía dulce y al limpiarlo la superficie de sus huesos quedaron pegajosas.
Recordó en seguida la caja que ahora yacía abandonada en el congelador en la parte superior de la nevera. Si era algo comestible, podría tener un buen trago y algo que no fuera el puré de pasta y tomates que tenía para comer.
Al abrir la puerta se encontró con la caja totalmente congelada por los bordes debido al derretimiento del agua, el cartón estaba duro por la misma consecuencia así que tomando una espátula de un vaso de la encimera, se puso a picar por debajo esperando no romperlo. Al hacerlo liberó la caja y la colocó encima del mueble de cocina.
"Vaya" Sus cuencas se abrieron en sorpresa al ver su interior, había muchas bolsas celestinas traslúcidas, podía ver un palillo de madera en el interior de cada una.
Tomado uno, rompió el empaque y dudó antes de darle una mordida de seguridad.
El familiar sabor a arándanos y ciruelas ácidas le recordaron a solo un personaje que era capaz de hacer tan empalagoso dulce congelado.
"Junior" Sonrió para sí.
Sans recordaba aquel conejo azulado cuando apenas se había enlistado en la rebelión tan solo como un soldado más, mucho antes de que lo asignaran como escuadra y al conejo como un experto en mapeo, ya se conocían por la venta de comestibles baratos para conseguir dinero a sus familias o costearse algún vicio. Así como el buen tabasco que terminó por engancharlo.
Tiempos volátiles. Las cosas no eran mejores que ahora, pero por supuesto habían aprendido bastante en medio de la claustrofobia que podrían haber desarrollado. Madurado, formado y comenzar a soñar con el futuro. Ya se estaba comenzando a preguntar qué había sido de él, pero por suerte, la respuesta la tenía derritiéndose por un costado de su mano.
Sans sacó unos cuantos paquetes más antes de cerrar el congelador y echó un vistazo a la etiqueta postal para ver la dirección del remitente. Hotland. Arqueando una ceja de hueso volvió a mirar la paleta helada en su mano y sonrió para sí mismo. Si el chico seguía en lo mismo, había ido a un buen lugar para tener una fachada y este pequeño gesto no era nada más que un saludo para decirle que en algún punto se verían las caras otra vez. El esqueleto volvió a dar un mordisco al helado y devolvió la caja a su lugar. Gracias a la pequeña sorpresa no iba a tener la necesidad de hacer doble enjuague de dientes esa noche.
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Daily Joke (Fanfic Frans)
FanficFrisk es una consejera por carta que trabaja en el prestigioso periódico de monstruos: "The Daily Echo". En medio de la guerra, todo lo que creía con respecto a amistades y el amor mutuo, cambiará con la llegada de un singular esqueleto poco carismá...