CAPITULO I: a wake-up call

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No podía creer lo que estaba viendo. No, no era cierto. No podía respirar y sentía como su corazón se rompía en mil pedazos. Quería retroceder el tiempo. Esta mañana estaba todo tan normal. Quizás demasiado. Ambos se habían despertado temprano como todos los días y habían desayunado con su hijo como todos los días. Quizás sí, se habían vuelto un poco rutinarias sus vidas; pero eso no quería decir que no fuesen los más felices del mundo. Al menos ella sí lo era. Era sábado y aunque quería disfrutar de la mañana con ellos, tenía que resolver un asunto de la florería; así que cogió al niño, y se despidió de su esposo con un beso y un "te amo". Él luego la alcanzaría para almorzar con toda la familia reunida. El asunto no era complicado, por lo que lo resolvió súper rápido. Su papá aprovechó que Virginia había salido un momento y se acercó para hablar sobre la otra "casa de las flores". Estaban a punto de revisar los estados financieros, cuando se dio cuenta que no había traído el documento que contenía todo eso; así que regresó a la casa. De paso aprovechaba para darle otro beso a su esposo. Realmente lo amaba y no podía vivir sin él. Por eso, le dolía lo que estaba viendo. Su esposo se encontraba dentro del walking closet, sentado frente a ella, con una falda y probándose unos tacones. Sus tacones. Quería salir corriendo pero su cuerpo no respondía. Si tan solo hubiese sabido que esto sucedería, le hubiese dado más caricias y más besos, los mejores de su vida. Quizás de esa manera podría haber evitado lo que estaba presenciando. En el fondo sabía que no era cierto pero se negaba a aceptarlo.

― José María... ― finalmente logró exhalar su nombre. Él inmediatamente se levantó sorprendido. Se suponía que estaba solo. Ella no debía estar ahí.

― ¡Paulina!

― ¿Qué haces...? ― Susurró.

―Creo que tenemos que hablar. ― respondió nervioso, tratando de arreglar la situación.

― No. ― susurró cortante. Poco a poco estaba saliendo de su estado de shock, y definitivamente no quería hablar de lo que estaba pasando.

― Soy mujer.

― No.

― Paulina, déjame explicarte. ― dijo intentando acercarse.

― No. ― Ella se alejó y, como en autopiloto, se dirigió a su escritorio para recoger el documento.

― Paulina, en serio debemos hablar.

― No.

― Paulina, por favor. ― suplicó él. Sin embargo, ella no hizo caso y rápidamente salió de la habitación. No quería escucharlo porque si lo hacía rompería en llanto, y no quería darle ese gusto. Estaba demasiado enojada, pero sobre todo dolida. Solo quería salir de la casa lo más pronto posible.

― Pauli- ― En ese momento sonó el celular de ella. Era su padre. Paulina tomó un respiro tratando de calmarse y le lanzó una mirada fulminante como advirtiéndole de que no dijera ni una palabra.

"¿Aló, pa-pá?"

"¿Mi amor, ya vienes? Es que tu mamá acaba de llamar y me dijo que ya estaba regresando. Y tú sabes... no quiero que descubra sobre la otra 'casa'..."

"Ay, pa-pá. Sí, ya estoy yendo..."

"Ok, mi amor. ¿Estás bien? Te escucho un poco rara."

"Sí, pa-pá. No te preocupes. Ya nos vemos. Adiós." Inmediatamente colgó. Si seguía hablando su papá iba sospechar más y le haría preguntas que no quería responder.

― Ya me voy. ― dijo sin mirarlo y se dirigió hacia la entrada de la casa.

― Joder, Pau. Que tenemos que hablar. ― replicó él frustrado, y en un impulso le cogió el brazo justo cuando comenzaba a abrir la puerta. Grave error.

― ¡He dicho que no! ¡Y ni se te ocurra acercarte a la casa de mi mamá que no te quiero ver! ― gritó. La ira sonrojaba sus mejillas. Por fin había soltado un poco de lo que estaba sintiendo. Podía sentir como las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos; pero antes de que una de ellas se escapara, se volteó y le dio un portazo.

Fue corriendo hasta su camioneta; y, con manos temblorosas, cogió las llaves y la encendió. Cuando por fin se encontraba en la carretera y lejos de esa casa que ahora contenía recuerdos y sueños rotos, pudo dejar salir esas lágrimas que había estado conteniendo por mucho tiempo. "Soy mujer... soy mujer..." retumbaba constantemente en su cabeza. Muchas preguntas se formaban en ella. ¿Cómo pasó todo? ¿Desde cuándo le ha mentido? ¿Cómo no se dio cuenta? ¿Qué va a decir la gente? ¿Qué le va a decir a su familia? ¿a Brunito? "Brunito..." Susurró. Las lágrimas salieron con más fuerza y nublaron su visión. Su pobre niño. ¿Qué le va a decir ahora? Si ni siquiera ella entiende lo que está pasando. ¿Es que acaso él no pensó en las consecuencias de su decisión? ¿Cómo puede hacerle esto a su familia? No podía más...

De pronto, escuchó fuertemente el sonido de un claxon. Un coche venía en dirección contraria. Ella abrió los ojos como platos e inmediatamente movió el volante para intentar esquivarlo. Luego frenó en seco. Estuvo a punto de sufrir un accidente. Y eso fue lo que destruyó el poco de control que aún tenía.

―¡Ahhhhhhhhhhhhh! ― gritó de dolor, tratando de expulsar todo lo que sentía. Luego, comenzó a golpear el volante con todas sus fuerzas. ―¡Mier-daaa! ― gritó y cubrió su rostro con sus manos. Y lloró. Lloró por una vida de mentiras. Lloró por aquel niño, del cual su mundo estaba a punto de destruir. Lloró por el final de un matrimonio. Lloró por el amor que aún sentía. Simplemente lloró.


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Bueno, ahí está. Mi primer fanfic. ¿Qué les pareció? Ojalá les haya gustado. ¡Espero con ansias sus comentarios! Si tienen alguna recomendación, escribanme. Pero, please be kind ;)

No sé cuándo lo actualizaré ya que apenas lo he escrito, pero trataré de no hacerles esperar demasiado. ;)

XOXO

Stef :) 

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