CAPITULO V: CAOS

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Ok, este capítulo tomó un rumbo totalmente diferente de lo que tenía pensado (y por ende parte de la trama); y todo gracias a esa canción que no dejó de rondar por mi mente (escúchenla en el último encuentro). Fue muy difícil para mi escribir este capítulo y este título representa como estaba mi cabeza. Por eso, quiero mencionar 3 cosas:

1: recuerden que en esta historia, Brunito es muuuuy apegado a su mamá. 

2: Este y los siguientes capítulos hablarán parte del proceso de José María a María José. Sin embargo, personalmente, no tengo experiencia con las personas tránsgenero; así que no puedo saber lo que ellos puedan pensar o estén enfrentando psicológica y emocionalmente. Por eso, si en algún momento perciben una idea equivocada, no duden en avisarme. Mi intención nunca será hacerles daño ;)

3: Este capítulo terminó siendo más largo, y bueno compensará lo corto que será el siguiente.

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José María siempre se consideró una persona determinada y perseverante, especialmente en su trabajo cuando debía defender un caso. Por eso, después de que su esposa descubrió su verdad, se dedicó a buscarla todo el tiempo para poder solucionar las cosas. Iba a la florería, al cabaret, la esperaba fuera de casa, o donde sea que estuviera; pero claro sin levantar sospechas de los de la Mora; y cuando no lograba verla siempre se encargaba de dejarle una flor en donde sabía que ella sería la única en encontrarlo. También, le llamaba constantemente pero nunca le respondía. Ya no sabía que más hacer, excepto seguir intentando hasta que le hiciera caso. Por eso cuando Paulina lo llamó, pensó que lo había logrado. Estaba tan emocionado. De solo pensar que tendría una oportunidad para recuperar al amor de su vida, sentía como un rayo de luz fortalecía su alma. Se sentía en las nubes; y por lo mismo fue tan dura su caída cuando escuchó la palabra "divorcio". Aun así, no desistió. Como lo anterior no había funcionado, esta vez prefirió darle tiempo y espacio. Ya no la buscó ni le llamó; pero eso sí, las flores nunca dejaron de aparecer. Sin embargo, con cada día que pasaba se sentía peor y las fuerzas comenzaban a irse. Intentó refugiarse en el trabajo pero no estaba funcionando...

Por otro lado, Paulina estaba igual o peor que él. Lo extrañaba demasiado. Extrañaba sus besos, sus caricias, sus "te amo"s. Extrañaba dormir a su lado y sentir su presencia. Aunque trataba de ocultarlo, la verdad era que cada vez se sentía más sola y deshecha. No podía dormir y tampoco tenía apetito, y eso le estaba empezando a pasar factura. Últimamente, se sentía muy cansada y débil. Además, seguía con los mareos y los dolores de cabeza. Sin embargo, no podía dar marcha atrás. El odio y el rencor eran mucho más grande que su amor por él. Así que decidió levantarse de la cama e irse a bañar.

Ya estaba terminando de ponerse los zapatos cuando de pronto su celular vibró. Le había llegado un mensaje de José María. Le pareció extraño porque hace días que no sabía nada de él.

― ¿Qué hago...?

¿Otra vez con esa pregunta? ¡Pues leer el mensaje, pendeja! ― su otro "yo" apareció sentada cerca a la puerta del balcón.

― Ay, ¿y tú qué haces aquí? Pensé que te había desaparecido...

Pues pen-sas-te mal ― le dijo imitando su forma de hablar. ― No puedes deshacerte de mí. Soy tu conciencia, ¿recuerdas?

― Aja... ¿y por qué solo te apareces cuando hablo sobre José María? ¿Por qué no lo haces cuando tengo una duda sobre el negocio de las flores o el cabaret? ― preguntó cruzando los brazos.

Porque con él sí necesitas mi ayuda, pendeja. Además, ay no, lo otro es demasiado aburrido. Prefiero estar haciendo otras cosas.

― ¡Ay, por favor! ¿Cosas como qué? Si ni siquiera existes.

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