CAPITULO IV: The beginning of the end

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Hola! aquí les dejo otro capitulo más de esta historia. No se si se han dado cuenta pero en cada capítulo les estoy dejando una canción arriba. Todas ellas son las que me sirvieron de inspiración. Esta vez les he colocado otra de Mon Laferte. Esta es especial porque es la que estará sonando durante el encuentro de Paulina y José María. 

Bueno, ya sin alargarla más, porque este capítulo ya lo está, les dejo leer. Disfrútenlo!

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Bruno sabía que algo estaba pasando con sus padres. Pues si no era tonto... A veces le ofendía que pensaran que sí lo era, o que era muy pequeño para entender ciertas cosas. Y quizás puede que sí, pero no cuando se trataba de su familia. Hace dos semanas que su papá no se aparecía por la casa, y aunque su mamá le haya dicho que estaba de viaje, estaba muy seguro de que eso no era cierto. Sin embargo, no tenía el coraje para acercarse a ella y descubrir la verdad. No porque le tenga miedo, sino porque no quería lastimarla. Y es que tampoco era ciego ni sordo. Sabía que lo que sea que estuviera sucediendo, la estaba afectando enormemente por más que delante de él intentara hacerse la fuerte y actuar como si todo estuviese normal. Pero lo que ella no sabía era que él siempre se paraba a medianoche detrás de su puerta y la escuchaba llorar. Se sentía tan impotente de verla así y no saber cómo ayudarla. Lo único que podía hacer era intentar hacerla reír todos los días y actuar como si nada pasara.

Sin embargo, hoy no podía hacerlo. Había tenido una pesadilla y por más que trataba no podía quitárselo de la cabeza. Parecía tan real, que de solo pensarlo le daban escalofríos. No podía contárselo a su mamá porque ella había formado parte de aquel horrible sueño. Además no podía ir corriendo hasta ella para que lo calmara. ¡Ya no era un niño!

― ¡Brunooooooooooo! ― gritó Paulina, haciendo que diera un sobresalto y botara la cuchara que estaba sosteniendo. Había estado tan perdido en sus pensamientos que no se había dado cuenta que su mamá ya había bajado a desayunar.

― ¡Ay, mi cielo, lo siento! No quise asustarte. ― dijo ella tratando de ocultar una risa.

― Mamaaaaaaa, ¿quieres matarme o qué? ― Él se quejó mientras recogía la cuchara e intentaba calmar su acelerado corazón.

― Ay, Brunito, no exageres. Además, llevo hablándote desde hace rato pero ni caso me hacías. Pues, ¿en qué andas pensando, niño?

― En nada, mamá. Olvídalo... ― murmuró entre dientes.

― Uy, no dormimos muy bien anoche, ¿eh?

― Lo mismo digo... ― replicó sarcásticamente. No necesitaba levantar la mirada para saber que debajo de sus ojos se escondían unas ojeras cubiertas con maquillaje.

― ¿A qué te refieres? Yo he dormido perfectamente bien para que lo sepas. ― dijo cruzando los brazos.

― Sí, claro...

― A ver, Brunito, si tienes algo que decirme dímelo. Tú sabes que no me gusta que me hables así

― Lo siento... Perdóname, mamá. ― suspiró abatido. Se suponía que debía hacerla reír no enojar. Definitivamente esa pesadilla le arruinó el día.

― Mi cielo... ¿Qué te pasa? Sabes que puedes contarme lo que sea. Entre nosotros no hay secretos, ¿recuerdas? ― dijo ella preocupada mientras le acariciaba una de sus mejillas.

― Ja. Eso mismo pensaba yo. Pero, no te preocupes que yo me sigo haciendo el tonto y tú sigues haciendo como que no pasa nada. ― dijo molesto mientras se limpiaba unas lágrimas que había dejado escapar. ― Mejor me voy a alistar mi mochila que se nos hace tarde. ― rápidamente se puso de pie y se fue a su habitación.

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