CAPITULO VII: Numbing the pain

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Parte de la letra de la canción está incluída en este capítulo... ya lo verán ;(

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Era cerca de la una de la madrugada y Purificación aún se encontraba despierta en su habitación analizando uno de sus casos. Sabía que ya era muy tarde pero como no tenía planes prefirió seguir trabajando. Por eso, se le hizo muy extraño escuchar que alguien tocaba el timbre de su departamento. "Probablemente se han confundido." Pensó y no hizo caso porque pues ¿quién podría buscarla a esa hora? No tenía muchos amigos como para pensar que fuesen ellos. Tampoco podía ser su novio, bueno ex – novio porque desde que le contó sobre la enfermedad que padecía no quiso saber más de ella. Gilipollas, hijo de puta... Al inicio había sido difícil, pero ya estaba acostumbrada a ese tipo de decepciones. Al final, todos se iban. El único que siempre estuvo a su lado era su hermano. Ay, cómo lo extrañaba. Desde que se casó solo lo veía en las vacaciones cuando venía con Paulina y su hijo. Quizás ya era momento de que fuese ella la que los visitara; así de paso conocía México. Siempre había escuchado maravillas por parte de su cuñada, y mentiría si dijera que no se moría por recorrer sus paisajes y tradiciones.

De pronto volvió a sonar el timbre y regresó a la realidad. "Vale, no se han confundido" Pensó y se colocó apresuradamente su bata. Decidió gritar que ya iba para que la otra persona dejara de tocar; sin embargo, lo único que logró fue que el sonido se volviera más fuerte y desesperado.

― Vale, vale. ¡Que he dicho que ya voy, coño! ― gritó fastidiada y apresuró sus pasos. Estaba preparando en su mente unos tradicionales insultos españoles cuando al abrir la puerta encontró a la persona que menos esperaba ver.

― ¡José María! ― dijo ella sorprendida.

― Hola, Puri... ¿Puedo pasar...? ― dijo él bajando la mirada.

― ¡Sí, claro! Pasa, pasa. ¡Pero qué sorpresa hombre! ¿Qué haces aquí? ― Preguntó extrañada. Todavía no eran vacaciones. Rápidamente miró detrás de él buscando al resto de la familia, pero no encontró a nadie.

― Se acabó Puri... mi matrimonio se terminó... ― dijo él soltando finalmente las lágrimas que había estado reteniendo desde que llegó a Madrid.

― Joder... ven cariño, vamos a sentarnos. ― dijo ella mientras lo guiaba hasta el sofá de su sala.― ¿quieres contarme lo que pasó...?

― Paulina ya sabe que soy mujer... ― fue lo único que logró decir.

― ¿Cómo así? ¿Cuándo le contaste? ― Purificación estaba sorprendida. Jamás pensó que su hermano fuera capaz de contarle la verdad a su esposa; después de todo ya habían pasado muchos años. Ella siempre supo que su hermano era mujer; pero fue paciente y lo mantuvo en silencio, dejando que él solo llegara a esa conclusión.

― No quiero hablar de eso, Puri... No puedo... solo quiero olvidar.

― Te entiendo, cariño, no te preocupes... ― susurró ella mientras lo abrazaba con todas sus fuerzas.

― ¿Puedo quedarme contigo esta noche? Lamento haber llegado sin aviso pero no sabía a dónde más ir. Puedo acomodarme en este mueble para no causarte problemas.

― Sí por supuesto. ¡Tú siempre serás bienvenido! Y no, ¿cómo que en el mueble? Venga, que solo dame unos minutos y preparo súper rápido tu habitación. Mientras tanto, tú puedes darte un baño en el mío y así te relajas un poco.

― Está bien, Puri. Muchas gracias... ― aceptó José María intentando darle una sonrisa, pero no lo logró.

― De nada, cariño. Vamos.

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