CAPITULO IX: Welcome home

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Ok, antes de que comiencen a leer, quiero avisarles que no voy a mencionar tooooodos los diálogos de Paulina o de Majolina, solo los más resaltantes y necesarios para la fluidez de la trama, porque repito, quiero enfocarme más en los espacios en blanco. Por eso, es que ultimamente me he estado centrando en María José. Sin embargo, no os preocupéis (no sé por qué me gusta decir eso como los españoles jajaja) porque ya llegarán más momentos de Paulina... 😏

Bueno, bueno ahora sí ya me callo. Disfruten!

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María José se sentía demasiado cansada. Casi no había podido dormir en el avión por el embrollo que tenía en su mente y en su corazón. Eran tantas las emociones encontradas. Se sentía feliz porque finalmente vería a Paulina; pero esto a la vez hacía que estuviera demasiado nerviosa por pensar en lo que podría pasar; y eso le generaba miedo; y luego tristeza; y luego odio; y luego... ¡Bueno, en fin! Solo podía decir que fueron las once horas más largas de su vida y que estaba sumamente aliviada de que ya hayan terminado. Sin embargo, apenas pisó suelo mexicano quiso regresarse. De solo pensar que detrás de esas puertas de salida se encontraba su ex mujer, su corazón se aceleraba y las piernas le temblaban. Bueno por eso, y porque también quería ir al baño. Por más que estaba acostumbrada a los viajes en avión, nunca fue fan de sus baños. Simplemente no podía con ese sonido espantoso que emitía. Así que aprovechó que el vuelo se adelantó unos minutos para ir al baño y acicalarse un poco. Quizás el agua fría lograría calmar sus nervios.

Cuando finalmente se sintió lista, comenzó a caminar en dirección a la salida. Un día antes de viajar le avisó a Paulina la hora en que llegaría; así que estaba segura de que ya la estaría esperando. Solo tenía que encontrarla...

― ¡José María! ― escuchó a alguien llamarla. María José se volteó y se quitó las gafas de sol.

― ¿Paulina?

― Hola ― respondió Paulina un poco incómoda y nerviosa a la vez.

― Me da gusto verte ― le sonrió. Era la verdad. Todo los nervios se habían evaporado apenas la vio, y ahora solo quedaba la felicidad.

― Sí, a mí también, José... ehmm...

― María José ahora ― respondió intentando ayudarla.

― Sí, sí, perdón... Sí...

En ese momento, ambas comenzaron a sentirse un poco extrañas. Había pasado tanto tiempo que ya no sabían cómo reaccionar la una a la otra. Ni siquiera sabían cómo saludarse. "Ay, María José, por favor. No es como que nunca hayas saludado a alguien. Actúa normal."  Ella pensó y dijo:

― Un beso, ¿no?

― Sí, claro. ― Ella intentó darle dos besos como era su costumbre; sin embargo, Paulina se alejó y le recordó que en México era solo uno.


Durante el trayecto a la cárcel, Paulina aprovechó para ponerla al día con todo lo sucedido en la casa grande y la chica; y cómo su papá terminó en prisión. Luego le entregó todos los documentos referentes a ese tema para que los revisara. María José intentó hacer eso, pero no pudo. Su ex mujer no dejaba de mirarla. Le estaba analizando hasta el más mínimo detalle, y eso la estaba poniendo un poco intranquila. Ya estaba acostumbrada a ese tipo de miradas que no eran de prejuicio pero sí de curiosidad; sin embargo, esperaba que al menos fuese un poco más sutil. Cuando ya no pudo soportar más, levantó la mirada y preguntó:

― ¿Qué pasa?

― No, nada. ― Paulina se volteó. ― Perdón. Es que no me acostumbro porque estás muy cambiado... bueno muy cambiada.

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