Prólogo.

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(BASADO EN UNA HISTORIA REAL)

Es la graduación, lo que significa el adiós definitivo a la secundaria y el saludo nervioso a los nuevos institutos. Hoy, (no porque sea el último día) he tenido la valentía de encararlo, dejarlo en ridículo y ver como todas las caras iban hacia él con miradas represivas. Me he ido después de eso, no podía estar más en ese lugar. No estoy segura si era quizás por la vergüenza que he pasado al enfrentarlo, o por haberme callado las cosas tanto tiempo al punto de explotar y soltarle todo lo que sentía hace ya un tiempo.

Me ha engañado en estos casi dos años. Algunos creerán que dos años no es  nada y más cuando somos tan jóvenes, pero para alguien que se enamora por primera vez es un tiempo preciado que has dedicado a una persona que para ti era completamente perfecta.

En este caso fue  malgastado, cuando sabes que te engañan y luego  te miran a la cara diciendo que te aman, de verdad comienzas a ser fuerte y te das cuenta que nunca puedes confiar en nadie, y que ni siquiera llegas a conocerlo bien.

Estoy sola en la esquina de un parque esperando que en algún momento mis padres se den cuenta de que me he ido y me lleven a casa. Las lágrimas corren por mi rostro y las dejo correr, sé que es una manera de liberar presión y las acepto, porque no todo el tiempo debo ser fuerte o mostrarme así.

Escucho mi móvil que no ha parado de sonar desde que salí de allí y en la pantalla observo el nombre de Luis. No quiero hablar con él, incluso es algo increíble que aún crea que tiene el derecho de hablarme.

Miro hacia delante cuando veo un auto que se me es familiar. ¿Será ella? ¿O es que acaso de tanto que la necesito ahora me la estoy imaginando?

El auto frena a unos metros de mí, abre la puerta trasera donde  la veo en su silla de ruedas bajar de él y rodar hacia mí. Puedo respirar otra vez. Su cara, siempre hermosa y sonriente mientras me dedica una mirada agradable hace que por un momento, solo un momento, piense que todo está bien. Llega junto a mí mientras se acomoda en la silla y se queda en silencio. No se imagina cuánto le agradezco ese silencio, o creo que sí, porque de un momento a otro pasa a abrazarme.

—¿Una mala graduación? —pregunta en un susurro mientras las lágrimas llegan a mi rostro otra vez.

—Le dije todo lo que sentía. Ya no podía fingir que no pasaba nada —explico entre sollozos intentando que el llanto no se trague mi voz por completo.

—Eso es lo que tenías que haber hecho desde hace tiempo, pero ahora ya está hecho. —Alza mi cabeza un poco hasta dar con sus ojos verdes .Siempre he dicho que gracias a ellos puedo saber qué es lo que piensa. Ahora  solo veo lástima y enojo—. ¿Nos vamos?

Le asiento con la cabeza, les mando un mensaje a mis padres para que sepan que estoy bien y me dirijo hacia su casa.

En su sala de estar me sorprende ver a un chico alto, de ojos color miel y pelo negro que me saluda con una sonrisa fría haciendo que se me pongan  los pelos de punta; me dice que se llama Marcos y que es el novio. Lo saludo con desconfianza y ambos nos sentamos mientras Felicia, mi mejor amiga, se acerca en su silla de ruedas junto a nosotros.  Comenzamos a hablar de temas cotidianos para intentar alivianar un poco el jaleo que tengo en mi mente. No me gusta la manera en que me mira y se nota que yo no le caigo bien pero aún así solo disimulo y continúo conversando con normalidad.

Para cuando mis padres me fueron a buscar yo estaba más tranquila. Solamente quería llegar a mi casa y llorar tranquila en mi cama. Me despedí de Fel con una sonrisa y corrí rápidamente hacia nuestro auto. Solamente quería estar sola.

En mi cama enciendo la wifi para revisar redes, abro el WhatsApp y me encuentro con muchos mensajes de todos preguntándome como estoy y si me siento bien.  Dejo a todos en "visto" cuando de pronto veo en la pantalla que un número desconocido me escribe.

Número desconocido:

Sé lo que pasó hoy, ¿cómo estás?

Frunzo el ceño e ignoro el mensaje, seguro es alguien que quiere tomarme el pelo y en este momento no estoy para bromas. Luego de unos minutos el mismo número vuelve a enviar otro mensaje que ha sido toda una sorpresa para mí.

Número desconocido:

Me imagino que no tengas mi número, porque no he tenido ocasión para dártelo. Soy Alejandro, ¿te acuerdas de mí?

Abro los ojos de la sorpresa, siento mi corazón acelerarse al mismo tiempo que lo agrego y le contesto con rapidez. ¿Cómo es que tiene mi número?

Yo:
Sí, me acuerdo de ti,  lo siento no tenía tu número. Estoy bien, ya sabes, dentro de lo posible.

Ale:

Rayan me contó sobre lo que pasó. Siempre le dije que ese tío no era bueno, y mira tenía razón. No te sientas triste, vales mucho más de lo que piensas.

No puedo evitar sonreír ante eso. Él me ha escrito para saber cómo estoy y se ha preocupado por mí.  Solo hemos hablado algunas veces, así que me parece un gran gesto de su parte. Pero debo guardar la evidencia de que mi mejor amigo anda de chismoso. Nota mental: Darle más caramelos a Rayan.

Yo:

Pues son cosas que suceden, así es la vida.

Ale:

Me dijo también que vas para mi instituto, ya sabes si necesitas ayuda allí estaré para ti.  Cualquier cosa, no dudes nunca en escribirme o llamarme.

Yo:

Sí, iré al mismo que tú, he oído que es bastante  bueno. Gracias por la ayuda, quizás la necesite.

Ale:

Por ti lo que sea. Lo siento debo irme. Me alegra saber que estás bien, no te deprimas por un imbécil como él. Nos vemos dentro de dos meses, adiós.

Yo:

Está bien. Gracias por preocuparte. Adiós.

Luego de leer toda la conversación una segunda vez, aún sigo sin creérmelo. Después de todo este tiempo juntos en la secundaria donde nunca nos habíamos acercado tanto ha decidido escribirme.

𝑁𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑚𝑒 𝑑𝑒𝑗𝑒𝑠 𝑖𝑟 (𝑁.#1)©️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora