Aunque es posible que su origen sea anterior, las primeras referencias a este -antaño- popular juego nos remontan al siglo XVII, a mediante un libro, el Tonoigusa (1660) que contaba una serie de cuentos infantiles de terror a través de unos samurai que se reunían en una casa, encendían un buen número de velas y relataban las diferentes historias de fantasmas. Al extinguirse la última vela, una gran mano cayó de lo alto del techo, pero los samurais, atentos, desenvainaron sus espadas y atacaron, desvelando que la mano no era más que la sombra de una araña. Esta situación servía de epílogo para el libro y funcionaba como alivio cómico.
A raíz de esta publicación, el Hyaku monogatari kaidankai empieza a hacerse popular entre diferentes clases sociales, desde la aristocracia al campesinado, y en unos pocos años se extiende de forma generalizada por todo el país. Es tal el éxito de este juego que pronto empiezan a aparecer libros que reúnen historias de terror para que los invitados se las puedan preparar y contarlas con gracia durante la celebración del evento. Preocupaba ser invitado y no ser capaz de ofrecer una buena historia o contar algún relato que ya había sido escuchado en muchas ocasiones, y estos libros rellenaron ese hueco. Fueron los llamados kaidan-shu que en poco tiempo, también empezaron a incluir la palabra Hyaku monogatari en su título.
El primer libro que lo hizo fue el Hokoku Hyakumonogatari, (Cien cuentos de diferentes países) de 1677, y todo el mundo daba por sentado que estas historias eran reales, porque en el periodo Edo nadie cuestionaba la existencia de lo sobrenatural. Estos escritores se tomaron esta misión muy en serio y recorrieron el país en busca de historias, se adentraron en las zonas más rurales y apartadas, escalaron montañas, y hablaron con cientos de personas en busca de testimonios. Gran parte del folklore en torno a yokai o yurei, fueron gestados en esta época dorada de las kaidan.
Un Hyakumonogatari kaidankai que no salió bien.
El juego
Para iniciar este ritual se necesitan al menos tres personas y dos o tres habitaciones que estén dispuestas en forma de ele. En el centro de la habitación más lejana, hay que colocar un espejo encima de una mesa, y alrededor de él, en círculo cien velas o farolillos de papel azules. Es tradición que los participantes vistan de azul, y dejen sus espadas en la entrada. Ya en la habitación, es momento de recitar las historias, invitado por invitado, mientras el resto escucha atentamente. Cada vez que alguien termina su historia ha de dirigirse a la habitación del espejo y apagar una vela, cuidando de contemplar el espejo antes de abandonar la habitación. La extinción de cada vela permite que los espíritus se aproximen cada vez más, y una vez la número cien se haya apagado, una puerta desde el más allá habrá sido abierta y estos seres invitados. Si esto llega a ocurrir, normalmente hay que evitar que se consuma la última vela, los fantasmas atormentarán a estas personas durante treinta días sin descanso.
También se dice que el responsable de este tormento no es más que Aoandon, un espíritu femenino, vestido en un kimono blanco, con largo cabello negro, afilados colmillos y dos cuernos a ambos lados de su cabeza. Tanto su nombre como el brillo azul que desprende hace referencia a las luces azules que se pueden utilizar durante el ritual. Vendría a ser como el equivalente al Bloody Mary o a la Verónica.
¿He sido yo?
El cabello negro
Una de las historias recitadas más populares es sin duda la que sigue en estas líneas y que forma parte delKonjaku Monogatari.
Hubo una vez un samurai que se mantenía con dificultades en la capital, prácticamente sumido en la pobreza. Un día, su suerte cambió y fue reclamado por el señor feudal de una lejana tierra. El samurai aceptó gustosamente la oferta pero abandonó a la mujer con la que tantos años había pasado y pronto encontró un nuevo amor.
Cuando las responsabilidades con este señor terminaron, volvió a la capital, echando de menos a la que fue su esposa. Llegó a su antigua casa, era medianoche y la luz de la luna de otoño bañaba la morada. El samurai encontró la puerta abierta y entró. Al fondo de la habitación, su mujer acurrucada en el suelo, todavía llorando la partida de su amado. Finalmente se encontraron y ella no le guardó ningún rencor u odio, al contrario, se fundió en un abrazo y le dio una cálida bienvenida. El samurai, emocionado y feliz le prometió que de ahora en adelante nunca más se separarían. Se echaron en el futón y siguieron abrazados hasta que el sueño les venció.
Imagen de la película Kwaidan (1964) en el fragmento dedicado a El cabello negro.
A la mañana siguiente despertó el samurai con los brillos del sol, pero lo hizo de un salto y gritando de horror, porque a su lado yacía el cadaver de una mujer de largo cabello negro, fundido en huesos y restos de carne putrefactos. El samurai, corrió a la casa de al lado buscando una explicación:
– ¿Qué le ha ocurrido a mi mujer? ¡¿Qué le ha ocurrido a la mujer de la casa de al lado?!
– ¿Ella? Fue abandonada por su marido años atrás, y murió por una enfermedad causada por su dolor. Nadie se hizo cargo de ella ni la enterró por lo que su cadaver todavía descansa en esa habitación
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Leyendas urbanas y algunos relatos de creepypastas
Разноеaquí encontraras las mejores leyendas urbanas y terroríficas que puedas imaginar, cuídate porque alguna de ellas te matara de un susto! 0_0 (na mentira)