"- 736 - repetí desconfiada al ver el resultado del gráfico que Alicia sostenía enfrente de mí - ¿Y yo que tengo que ver con eso? - cuestioné tajante a mi amiga.
Algo característico en esta joven de 20 años era que odiaba las matemáticas. El simple hecho de ver tantos números mezclados en un papel me producía migraña. Con toda la gentileza que poseía, aparte la hoja que Alicia abanicaba con orgullo frente a mi para darle una de mis más dulces e hipócritas sonrisas. La desdichada sonreía con diversión, pues muy bien sabía el efecto de esas cosas en mi. Las detestaba.
- Este - señaló el papel con énfasis - Este será de ahora en adelante nuestro código - respondió con altivez.
Fruncí el ceño en confusión. Esperé pacientemente a que Alicia se explicara. Cinco, diez, veinte segundos habían pasado y no abría la boca. Solo sonreía con evidente fascinación como si lo que acaba de decir fuera la cosa más obvia de la jodida existencia.
- ¿De qué mierda estás hablando? - questione irritada por la espera.
- Bajale un poquito a las palabrotas ¿Puedes? - golpeó mi hombro de una manera no tan sutil, logrando sacarme una sonrisa."
Abrí los ojos de golpe incorporándome sobre la cama. La acción acabó mandando fuertes punzadas a mi cabeza, los ojos me escocían, tenía el cuerpo bañado en sudor y el ritmo cardíaco acelerado. Me repetía una y otra vez que solo se trataba de un mal recuerdo. Uno que ya no podría volver. Sentí como el nudo en la garganta se volvió a formar y como mi pecho se contrajo en dolor. Estaba hecha mierda.
Salí de la cama con los pensamientos entremezclados y sin darme cuenta ya estaba en el baño. Ahogué un grito de frustración al ver que aún mantenía la camiseta cubierta de sangre. Mi reflejo era un completo desastre. Me encargué de empapar todo mi rostro con agua fría en un intento de tranquilizar el ligero ataque de pánico que estaba sintiendo. Mantuve la respiración por unos segundos y luego exhale con fuerza, repitiendo una y otra vez la acción hasta que mi pulso se regularizara. Ese truco me lo había enseñado Lens en mis primeros días en el Bloque.
Salí del baño dejando la camiseta atrás, tomé mi celular con la pantalla hecha mierda del suelo. La luz de este me encegueció enseguida, frunciendo el ceño trate de enfocar mi vista a la hora.
04:30
Solté con cansancio el aire que estaba conteniendo y me senté a orillas de mi cama tratando de analizar las cosas.
- 73 6 - repetí – 736 – reí nostálgica.
¿Qué carajos significaba eso? No podía recordarlo.
Las palabras llegaron por sí solas a mi cabeza:
La ley de Alicia
Torcí los ojos con hastío. Alicia y sus malditas matemáticas que todo el tiempo quería influenciarlas en mi. Yo las odiaba en sobre manera. Ella era del tipo que de números simples lograba sacar ecuaciones complejas. Ecuaciones que yo tardaba siglos en realizar e incluso entender.
Decidí no darle importancia mientras me levantaba para buscar algo de comer. Era increíble cómo a estas horas me atacaba el hambre. Sin embargo, una idea jodidamente loca se cruzó por mi cabeza en ese instante.
Será posible que...
Cambie mi dirección rápidamente, tomando la primera camiseta que encontré, calcé mis zapatos y tomé el arma del suelo, verifique velozmente las balas y salí de la habitación.
Era una idea absurda, surrealista, idiota, la verdad ni siquiera sabia que karajos iba a buscar. Solo sabía a donde tenía que ir.
Empecé a correr escalera abajo, peldaño tras peldaño sentía que cada vez estaba más lejos de mi destino. Baje de dos en dos los escalones, necesitaba llegar al subsuelo lo antes posible, debía salir ya.