Un tiempo creí que la capacidad que tengo para ver fantasmas era una maldición. Muchos de ellos no saben que están muertos y siguen vagando en una vida inexistente. Otros ya tienen la certeza de su muerte, pero no pueden ir a ningún lugar. A veces puedo saber cómo murieron, porque algunos tienen heridas.
Un tiempo creí que podía distinguirlos de aquellos que estamos vivos.
No es así, ya me di cuenta de que he confundido corazones palpitantes con fantasmas. Estos muertos vivientes se ven casi igual que los fantasmas: miradas vacías, rostros oscurecidos, cuerpos encorvados sobre sus teléfonos. Y tienen una apestosa aura de hastío adherida a sus cuerpos.
Mi capacidad para ver fantasmas me ha ayudado a encontrar muertos vivientes; de este modo, si me topo con alguno simplemente lo evado, de la misma manera que evito a los fantasmas.