Ya te echo de menos

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Después de la marcha de Callie, Meredith y Amelia estuvieron toda la tarde con la rubia en casa. Había sido un día tranquilo en el hospital y no tenían ninguna operación programada hasta el día siguiente.
Llamaron a April ya que ella conocía como nadie a Arizona y sabían que podría alegrarla, pero le mandaron un busca de urgencias y no pudo acudir a ellas.
Alrededor de la hora de cenar April llegó a casa de Mer y Amelia, Maggie seguía en el hospital así que cenarían ellas cuatro ya que los niños ya estaban acostados.
Arizona estaba ausente, no tenía ganas de comer, solo rellenaba su copa de vino una y otra vez pensando en que podría haber sido egoísta y haberle pedido a Callie que se quedase cuando esta se lo propuso. Ya era tarde. Miró su reloj, las ocho. El avión iba a despegar en breves, si no lo había hecho ya.
- ... ¿verdad Arizona?- Dijo April lo que provocó que la rubia volviese a la conversación.
-¿Que?- contestó confundida, no había escuchado nada de lo que hablaban las chicas así que no sabía responder a la pregunta.
- Que te has comprado un vestido muy sexy para cuando salgamos de fiesta- volvió a hablar la pelirroja.
- Bueno, en realidad me lo compraste tu, pero es bonito- respondió.
Desde que April supo que Callie se iba estuvo muy pendiente de la que era su mejor amiga. Se había encargado de llevarla de compras, cenar con ella y de pasar el tiempo con Sofia y Harriet. April era muy buena amiga, Arizona sabía la suerte que tenía de tenerla a su lado, aunque era incapaz de demostrarlo en aquellos momentos. Parecía una persona sin sentimientos, vacía por dentro, un simple físico inexpresivo y cansado. Las chicas sabían que había sido muy duro para ella, se sentía cada día culpable de su separación, acostarse con otra mujer fue la gota que colmó el vaso, y lo sabía. Cuando quiso darse cuenta la morena ya se estaba alejando de ella y ni la terapia de pareja ni nada podría poner remedio a aquello.
Tras la cena April decidió llevar a Arizona a casa, estaba demasiado borracha como para coger el coche y no quería que cogiese un taxi.
- ¿Quieres que me quede contigo esta noche Arizona? - propuso la pelirroja preocupada por su amiga.
- No hace falta, estoy bien. Me iré a dormir ahora mismo- respondió la rubia y que no quería compañía aquella noche.
April respetó la decisión de su amiga y la llevó hasta su casa y luego se fue a la suya.
Eran las doce de la noche, si todo iba bien el avión de Callie y su hija debería aterrizar en una hora y media aproximadamente. Desde el accidente que tuvo, la rubia era incapaz de coger un avión y tampoco le gustaba que la gente que le importaba lo hiciese. No podía dormir, el tiempo pasaba y ella seguía despierta.

*conversación de whatsapp*
Hola Arizona, sé que estarás preocupada. Acabamos de aterrizar, ahora iremos a por el equipaje y esta noche dormiremos en un hotel. Mañana nos mudaremos a la nueva casa. Descansa


Callie, gracias por avisarme, no puedo hablar ahora. Buenas noches

**
Tras ese mensaje a la morena le hirvió la sangre. Directamente pensó que Arizona estaría pasando la noche con otra mujer y ese era el motivo por el cual no podía hablar. Nada más lejos de la realidad. Su exmujer estaba sola en su casa y sin olvidarla, si no podía hablar era porque no podría contenerse a decir cosas que no debía y su borrachera no ayudaría a eso.
La morena tampoco pudo pegar ojo pensando con quién estaría Arizona, y sintiéndose culpable por pensar en ella teniendo a una pelirroja en su cama, a la que quería, pero una vez más, no era la rubia.
**
Había pasado un mes desde que Callie y Sofia se marcharon.
Arizona se despertó como lo hacía últimamente, desganada. El bajón fue aún más intenso cuando se dispuso a despertar a su hija y recordó que ella ya no estaba ahí.
Tras ese momento de confusión se quedó en la puerta de la habitación de su pequeña y cayó rendida al suelo, llena de lágrimas que le caían sin cesar. Le echaba de menos, y a Callie también.
Después de un rato recomponiéndose, se duchó, desayunó algo rápido y salió por la puerta directa al hospital.
La mañana estaba tranquila, había tenido que visitar a dos niños a los cuales operaría en breves, por lo demás no tuvo mucho mas trabajo que coser la ceja de algún crio.
Antes de su descanso para comer, Owen le mandó un busca para que fuese a su despacho. En cuanto llegó el jefe estaba sentado en su silla y le hizo pasar.
- Hola Arizona, siéntate- dijo él tranquilamente.
-¿Que pasa, he hecho algo mal? ¿Ha muerto algún niño? ¿Me he saltado pasos en alguna operación?- la rubia comenzó a hiperventilar, preocupada por el estado de sus pacientes.
- Eh calma Arizona. No es nada de eso. Quería hablar de ti. Mírate, estas cansada, agobiada y te preocupas por la más mínima cosa. Creo que deberías descansar durante una semana, recuperar las fuerzas y volver al trabajo con la sonrisa Robbins que tanto nos gusta a todos.
- ¿Owen me estás despidiendo?- dijo la doctora pediatra con un semblante serio y con su voz temblorosa.
- No, te estoy diciendo que te tomes una semana libre, que vayas a ver a Sofia un par de días, o los que necesites y que vuelvas siendo la de siempre. Tus compañeros están preocupados por ti Robbins. Quieren ayudarte, todos queremos. Creo que esta es la mejor decisión. Durante tu ausencia Karev se encargará de los niños, Jo y yo le ayudaremos, tu no te preocupes.
- Owen no creo que sea necesario, estoy bien. Ha pasado ya un mes desde que Callie y Sofia se fueron, estoy mejor.- La rubia se negaba a dejar el trabajo, aunque fuese una semana. No quería.
- Robbins, no me hagas obligarte, por favor. Es mejor así, coge la baja una semana, yo mismo te la firmaré ahora.- Owen instistía con cara triste, al fin y al cabo le dolía verla así.
Tras un rato de resignación la rubi tuvo que aceptar.
- Vale, pero una semana, ni un día más. Y si se complica algún caso prométeme que me llamarás. Owen por favor- pidió Arizona.
- Te lo prometo- contestó el jefe.

Arizona salió por la puerta del despacho y se dirigió hasta el comedor. Comió con Kepner y Amelia a las que les contó que no estaría durante una semana. Ambas le consolaron y le dijeron que era lo mejor, que aprovechase el tiempo para pensar en ella y si quería, que fuese a ver a Sofia.
A Arizona le aterraba la idea, aunque le había prometido a su hija que iría cada semana, la rubia no había ido ni una sola vez. Le daba miedo volver a ver a Callie.
Arizona había sido incapaz de mantener ninguna relación de cualquier tipo con ninguna mujer, Callie siempre estaba en su cabeza, y el remordimiento y la culpa de su separación también.
Sabía que en algún momento tendría que pasar página y creyó que igual aquella noche saldría a ver si encontraba algo interesante, ya era hora de estrenar el vestido que Kepner consideraba tan sexy.

Después de ti - CalzonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora