Declaración de intenciones

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- Arizona- dijo.
- hmm?- murmuró la rubia con los ojos cerrados y dándole la espalda a su exmujer.
- Tú nunca serás mi segunda opción
*****
"Tú nunca serás mi segunda opción" esas palabras retumbaban una y otra vez la cabeza de Arizona.
- ¿Me has oído antes?- preguntó la rubia refiriéndose a la conversación con April.
- No he podido evitarlo, pero eso da igual, no eres mi segunda opción.

La rubia se dio media vuelta para mirar a Callie y le dedicó una sonrisa de las que la morena decía que eran "súper mágicas", con lo que Callie le respondió con otra sonrisa e intensificó la mirada.
De repente Arizona se levantó de la cama y cogió a Sofia en brazos.
-¿Qué haces?- preguntó Callie sorprendida.
- Ahora vuelvo.
Arizona se dirigió con la pequeña en brazos hasta su habitación dónde la tumbó en la cama sin que Sofia ni se diese cuenta.
Cuando volvió a la habitación la morena la miraba con cara de incertidumbre.
En aquel momento Arizona no pensaba en nada ni en nadie más que Callie, le daba igual Penny, le daban igual los consejos de April y le daba igual que la pequeña se pudiese despertar desorientada en su cama cuando se había dormido en la de su madre.

- ¿Arizona?- preguntó Callie.
- Calla- respondió la rubia acercándose lentamente a la morena. Se sentó en el lateral de la cama más cercano a Callie y empezó a acariciarle la cara con la mirada encendida y mordiéndose el labio.
- Ari..ariz
- He dicho que te calles- impuso la rubia a la morena.
Acto seguido pasó una pierna por el cuerpo de Callie, quedándo con una pierna en cada lado, sentada sobre su pelvis.
Callie estaba alucinando ante aquella situación, quería terminar lo que habían empezado antes de cenar, sentía calor por todo el cuerpo y ver a la mujer a la que quería sentada encima suyo con un camisón de seda muy fino no ayudaba a calmar la llama de su cuerpo.
Arizona posó sus manos en los hombros de Callie bajándolas poco a poco y repasando cada parte de su torso.
La morena también tenía ganas de sentir la piel de Arizona bajo sus manos, por eso alzó los brazos posando sus manos en las caderas de la rubia, pero esta las apartó rápidamente de su cuerpo, las juntó en el aire y las llevó a la parte superior de la cama, dejándolas encima de la cabeza de Callie y sujetándolas con una de sus manos.
Arizona se inclinó hacia adelante sujetando ambas manos de Callie y se lanzó directamente a sus labios, esos que tanto necesitaba.
La rubia tenía todo el control sobre la situación y sobre Callie, la cual quería cada vez más, por eso elevó sus caderas buscando más contacto contra el cuerpo de Arizona, que seguía sentada encima suyo.
- Calliope- dijo la rubia con tono serio.
- ¿Que?
- No te muevas, déjame a mi- impuso la rubia de nuevo.
- pero...- Intentó hablar la morena pero Arizona volvió a inclinarse quedándose a milimetros de su boca y le susurró sobre sus labios.
- Pero nada, no te muevas, no hables, no hagas nada- insistió.
Esta vez la morena desistió, asintió con la cabeza y dejó que la rubia llevase el control.
Arizona empezó a hacer círculos con su cadera, provocando un leve roce contra la pelvis de la morena, que necesitaba más contacto, pero sabía que Arizona se haría de rogar aquella noche. Acto seguido la rubia atacó el cuello de Callie, sabiendo que era su punto débil. Pasó su lengua des de la clavícula hasta el mentón causando un gemido en la morena.
- Shhh, vas a despertar a Sofia- dijo Arizona con la voz más sensual que supo poner, susurrándole en la oreja.
- No puedo aguantrme- le contestó Callie con la respiración alterada.
- Si quieres paro- dijo la rubia sabiendo cual iba a ser su respuesta, a la vez que hacía el intento de bajarse del cuerpo de la morena.
- No no no, me aguanto, me aguanto- contestó rápidamente Callie sin dejar que Arizona bajase.
La rubia soltó una breve risa sintiendo una sensación de poder sobre la morena.
Arizona cogió las puntas de su camisón y tiro hacia arriba liberándose de la prenda y quedando únicamente en bragas, ya que no dormía con sujetador. Después le quitó a Callie la camiseta que llevaba y se quedó mirando sus pechos pasándose la lengua por los labios. Lentamente la rubia abrió las piernas de la morena para tumbarse en medio de ellas y empezó un recorrido de besos desde su cuello hasta su cadera, en círculos y líneas aleatorias. Cuando llegó a sus senos pasó la lengua lentamente por uno de sus pezones mientras masajeaba con los dedos el otro. Se detubo un largo tiempo ahí mientras la morena intentaba aguantar los gemidos, que cada vez se le hacía más complicado.
Sin previo aviso Arizona presionó su rodilla sobre su parte más íntima por encima del pantalón.
- Arizona no puedo más- le dijo Callie dándole  a entender que necesitaba contacto en su vagina.
- Pídemelo
- Por favor Arizona, baja- dijo como pudo la morena.
A la rubia no le hizo falta más para prácticamente arrancarle los pantalones y las bragas a la vez.
Volvió a recorrer su cuerpo con pequeños besos, dejando algún que otro mordisco, sobretodo en los pezones, hasta llegar a su pelvis.
Empezó a hacerle cosquillas con las manos por el vientre mientras besaba lentamente la parte interior de los muslos de Callie.
-Arizona por favor...- volvió a suplicarle arqueando la espalda en busca de contacto.
Esta vez la rubia le hizo caso y decidió no hacerle sufrir más. Por ello, con ambas manos obligó a la morena a abrir más las piernas para tener más visibilidad en su zona, le encantaba verla tan expuesta para ella, sofocada y con la respiración agitada.
Se dirigió a su vagina y pasó levemente la lengua por su clítoris, haciendo que Callie gimiese su nombre sin darse cuenta. Siguió dando pequeños lamentones a su músculo más sensible constantemente hasta que decidió embestirla con dos de sus dedos.
La morena estaba en las nubes, sentir a Arizona domirnarla de aquella manera era lo que más le gustaba del mundo entero.
La rubia intensificó sus movimientos, haciéndolos más rapidos y seguidos. Mientras su lengua saboreaba el clítoris, su mano hacía magia en el interior de la morena, y la otra mano le sujetaba las manos para que no se moviese. Y es por ello que Callie iba a llegar al orgasmo en breves. A pesar de ser Callie la que estaba recibiendo el placer, a Arizona también le producía placer ver así a la morena, ver como su cuerpo reaccionaba de manera involuntaria a cada roce de sus manos en su piel, verla arquear la espalda y tirar el cuello hacia atrás apretando los ojos y oirla intentando no gemir, ya que, aunque los gemidos de Callie eran el sonido favorito de Arizona, Sofia estaba en la habitación contigua y podría despertarse en cualquier momento.
Arizona siguió con sus movimientos variando la velocidad de su lengua y de su mano a la vez.
Callie no aguantaba más, iba a llegar en breves al orgasmo y por eso quiso avisarla.

- Arizona...
A la rubia no le hizo falta escuchar más para saber lo que Callie le quería decir, por eso, soltó el agarre de sus manos y le sujetó la cadera para que no se moviese de más mientras continuaba con sus movimientos sin cesar.
Callie agarró la almohada de su lado y se la llevó a la boca para hundir ahí sus gemidos, intentando no hacer ruido.
En apenas un minuto la morena llegó al éxtasis derritiéndose en la boca de la rubia, la cual sonrió satisfecha de su trabajo.
Arizona se tumbó al lado de la morena, ambas con la respiración agitada por el esfuezo que habían hecho.
- ¿Qué me acabas de hacer señorita Robbins?- preguntó Callie aún recuperándose de la maravilla que le había hecho sentir.
- Buenas noches a ti también Calliope- contestó
- ¿Como que buenas noches? Si tu no has...- la morena tenía pensado devolverle todo lo que le había hecho pero la rubia le cortó.
- No pasa nada, tenemos dos días más por delante, es tarde y mañana tenemos que despertarnos temprano- le justificó la rubia a Callie, que se sentía culpable por no haber podido devolverle el orgasmo.
- Mañana no te libras- le dijo Callie con un tono sensual y riendo, provocando que la rubia también riese.
Tras unos diez minutos calladas la rubia volvió a hablar.
- Calliope
- Dime
- Abrázame
Callie le hizo caso y rodeó el cuerpo de la rubia con sus manos, ambas desnudas y disfrutándo del contacto de la otra.
Y ahí se durmieron las dos, sin saber que pasaría al día siguiente o si se arrepentirían de lo sucedido.

Después de ti - CalzonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora