Hasta pronto

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Tras un fin de semana lleno de sentimientos y felicidad, Arizona tenía que volver a Seattle, por lo menos por aquel momento. No podía dejar su trabajo, a todos los pacientes que habían ido expresamente a verla a ella, el deber le llamaba y debía cumplir.
La despedida iba a ser dura, su vuelo salía en apenas 4 horas y no quería despegarse ni de su hija ni de Callie.

Las dudas estaban presentes en ambas, sabían que aquellos días habían sido maravillosos pero no sabían que iba a pasar tras eso, se preguntaban a ellas mismas si serían capaces de dejarlo todo por la otra o si se veían capaces de retomar lo que un día dejaron.

La rubia había decidido dejar la maleta hecha la noche anterior para poder aprovechar la mañana con Callie y Sofia. Fueron a dar un paseo por la ciudad y comieron algo rapido sentadas en el banco de un parque, era un plan muy sencillo, pero no necesitaban más.
Después de comer fueron a casa ya que Arizona debía cojer las cosas antes de irse al aeropuerto. Ninguna de las tres mujeres quería que ese momento llegase, pero cada vez se acercaba más.
A pesar de la cercanía que habían mantenido Callie y Arizona aquellos días, no habían hablado nada sobre que iba a pasar, y por ello Sofia tampoco sabía nada. Para ella sus madres eran amigas, aunque se tenían cariño, o eso es lo que pensaban las dos adultas, pero aquella pequeña era muy lista para no darse cuenta de las miradas y las sonrisas que ambas se dedicaban mutuamente.

Cuando entraron en casa la rubia respiro hondo, no quería irse de allí, o mejor dicho, si quería, pero con su hija y su exmujer de la mano. Si fuese por ella volverían las tres juntas a Seattle en aquel mismo momento, pero aquello no era posible.

- Arizona tenemos que irnos ya, perderás el vuelo si no es así- le dijo Callie acariciandole los brazos por detrás, mientras la rubia contemplaba una foto de ellas dos y Mark cogiendo a Sofia en brazos.
- ¿Que crees que pensaría Mark de esto?- dijo Arizona
- Mark querría que fuesemos felices, sea como sea- contestó Callie.
- ¿Lo eres?- volvió a preguntar Arizona
- ¿Por qué me preguntas eso?
- No lo sé, yo siento que mi vida no está completa, sólo quiero saber si la tuya lo esta.
- Lo estuvo, ahora mismo no, pero soy feliz- dijo con una gran sonrisa.
- Entonces yo también- sonrío.
Ambas sabían que la pieza para completar sus vidas eran ellas, juntas, de nuevo. Pero todo daba miedo, el dolor también ocupó un gran papel en la relación y no estaban dispuestas a pasar por aquello otra vez.

- ¡Sof! Vamos corre que hay que llevar a mamá al aeropuerto- avisó Callie a la pequeña que estaba jugando en el jardín.

Tras unos minutos salieron de casa y se subieron al coche.
Nada mas subirse, Sofia se puso sus auriculares con música y eso les dio a sus madres una oportunidad de hablar.
Las dos estaban calladas hasta que Callie decidió hablar.
- ¿Qué pasará ahora Arizona?
- ¿Con qué?- la rubia se hizo la tonta.
- Con nosotras. ¿Ya está? ¿Acaba aquí todo?
- No- dijo rápidamente- O sea, quiero decir... no quiero terminar esto.
Callie soltó un suspiro en señal de alivio. La rubia siguió hablando.
- Pero no sé si estamos preparadas para esto, no sé que vamos a hacer. Yo..., yo te quiero, es así, pero tengo miedo. Tengo miedo de que sólo haya sido la emoción de vernos de nuevo, o que nos volvamos a hacer el mismo daño. Además ahora mismo yo no puedo mudarme a Nueva York, y tu tienes tu vida aquí. No sé Callie, de verdad que no sé que va a pasar , y me aterra.
Me aterra pensar que voy a perderte de nuevo.
- Arizona no vas a perderme, sea como sea, estoy y estaré siempre para ti, no lo dudes- respondió la morena apoyando una de sus manos en el muslo de la rubia, en señal de cariño.

Llegaron al aeropuerto y la despedida se acercaba. Después de superar la rabieta de Sofia, que no quería salir del coche para que su madre no se fuese, acompañaron a Arizona hasta dónde pudieron.

- Bueno, pues me toca irme- dijo la rubia sin estar muy contenta con aquello.
- Mami no te vayas porfi- la pequeña se agarró a la cintura de su madre sin querer soltarse del agarre.
- Sof, tengo que irme, hay niños como tú, pero que están malitos y necesitan mi ayuda.
- Pero si te vas voy a estar mucho tiempo sin verte- dijo sollozando.
- No pequeña, te prometo que no será así, vendré antes de lo que te crees.
- ¡La última vez dijiste lo mismo!- el disgusto de Sofia la llevó al enfado, mientras sus lagrimas caían.
Arizona no soportaba ver a su hija así por ella, no se lo merecía, pero debía irse.
La rubia miró a Callie buscando su ayuda, y esta intentó tranquilizla mientras Sofia permanecía a su lado de brazos cruzados.
- Prométeme que me llamarás cuando llegues- le dijo Callie a Arizona cogiéndole de las manos.
- Te lo prometo- la rubia se acercó a ella y la abrazó- no quiero irme- susurró a la oreja de la morena.
- Yo tampoco quiero que te vayas- respondió.
- Calliope..-
- Arizona, por favor, no me llames así- dijo con los ojos brillantes.
La rubia lo entendió, sabía lo que provocaba aquello en la morena.
- Perdón, la costumbre- dijo.
- Tenemos que hablar todo bien, por favor- insistió la morena.
- Si... cuando tengamos un hueco nos llamamos.

La despedida estaba siendo muy larga, y a ese paso la rubia perdería el avión.
Les costó mucho despegarse, pero el tiempo les obligó a hacerlo.
Callie y Sofia esperaron a que Arizona pasase las puertas del control, dónde la rubia les dedicó una última sonrisa, enorme y preciosa.
- ¿La estás dejando escapar?- dijo Sofia, con una madurez inpropia a su edad.
- ¿Que?- dijo Callie descuadrada.
- La quieres ¿verdad?- insistió la pequeña.
- Mucho- respondió Callie sin apartar la vista de la figura rubia que se alejaba por momentos.
- ¿Y si volvemos a Seattle?- preguntó Sofia.
- Las cosas no son tan fáciles Sof- dijo- vamos a casa, se está haciendo tarde.

Callie estuvo reflexionando durante el trayecto de vuelta. Su hija tenía razón, igual era el momento de volver, de hecho, lo que le tiraba para atrás en aquella decisión era Sofia, pero la pequeña había mencionado en varias ocasiones que echaba de menos a Zola y a Alex, April, Mer... básicamente a "sus tíos" como ella les llamaba.
Igual mudarse a Seattle no era tan mala idea.

Tras 5 horas y media, Callie recibió el esperado mensaje de Arizona, haciéndole saber que ya había aterrizado y que Alex y Jo le esperaban en el aeropuerto.
Tras aquel mensaje la morena al fin respiró aliviada y pudo dormirse, pensando en lo que Sofia le había dicho.

Después de ti - CalzonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora