México llegó de sorpresa a su casa.
No le molestó, no era la primera vez que lo hacía, lo raro es que estaba serio.
Y verlo serio es muy raro.–¿Te paso algo o por qué estás así? —Trataba de no sonar tan preocupado.—
–No mijo, estoy bien, vine porque quería saber algo.
–Pudiste hablarme por celular, Mex.
–Estando acá puedo ver y estar seguro de la respuesta.
Perú lo observó algo pensativo, queriendo adivinar en su mente que cosa le preguntaría.
El mexicano estaba nervioso y con algo de miedo, el era muy seguro de si mismo, pero aún así tenía miedo de que el más bajo no sintiera nada por el.–Se sincero, porfa.
–Bueno, dime pues.
–Perú, ¿Qué sientes por mi?
Oh no.
Aunque Bolivia habló con el, aunque el mismo reflexionó sobre eso, aunque deseaba decir que estaba enamorado de el, no podía soltar palabra alguna.
Se notaba que hablaba en serio, así que no sabía que decir.
Podría decirle que estaba enamorado del otro, muy posiblemente sean pareja y todo sea muy bonito.
Cómo puede que solo lo sea al principio y que luego se vaya a la mierda.O podría decirle que solo lo consideraba un amigo y que ahí acabe todo.
Puede ser feliz con México.
¿Pero si todo sale mal?
Puede dejar su maldito corazón de piedra, y por fin expresar todo lo que siente.
¿Crees que el es diferente a los demás?
Por fin podría volver a amar.
¿Quién te asegura que no eres solo un capricho y que luego se aburrirá de ti?
Su mente estaba revuelta, se contradecía, era como discutir con otra persona.
–Yo, eh...
¿Qué se supone que debe decir?
¿A quien debería hacer caso?¿A su corazón? ¿Al cual lastimaron siempre?
¿A la razón? ¿El que quería protegerle de otro dolor más?
–Es obvio lo que siento por ti Mex, jaja.
Oh dios, los ojos del mexicano brillaron, una sonrisa se agrandaba en el rostro de este.
–Eres mi amigo, uno de los mejores, te tengo mucho cariño, causa.
Aquella sonrisa desapareció.
–A-ah, si...
Se dejó llevar por el corazón siempre, jamás funcionaba.
Solo estaba ahorrándose las lágrimas y el dolor en el pecho.Hubo un gran silencio incómodo, el más alto estaba cabizbajo, Perú solo lo observaba con tristeza.
Aquellos ojos brillaban, ya no por la emoción ni por alegría, sino porque quería llorar.
El peruano se odiaba, demasiado.
Luego de un rato, México agitó su cabeza y volvió a verle a los ojos, con una sonrisa.
Pero sus ojos seguían igual de tristes.–¡Me alegra, wey! Bueno, Argentina dijo que andaría cerca ya que quería visitarte, te lo robaré un rato~
–Ya, está bien.
–Hasta la próxima~
Salió de la casa lo más rápido que pudo. No mintió con que Argentina estaba en el país del peruano, pero no iba por este último, iba por si tenía que consolar al mexicano.
Perú solo siguió observando el camino por dónde se fue el más alto.
Sin querer, sintió sus mejillas húmedas.
Estaba llorando.
–¿Qué mierda hice?
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