Vuelvo a abrir los ojos con la esperanza de que todo este calvario haya pasado; pero todo sigue completamente igual, nada a mi alrededor ha cambiado en absolutamente nada, veo las mismas paredes blancas, la misma lámpara fluorescente de color blanco que se enciende para anunciarme que un nuevo día ha comenzado para mí, la misma cama, tengo la misma sensación desasosegada como la primera vez que entré aquí.
Una lagrima recorre mi rostro mientras pienso en mi hija, me levanto de la cama y alcanzo el lápiz que utilizo para escribirle, solo para marcar una raya en la pared que me indica el tiempo que llevo aquí refundido; Dos meses y siete días exactamente.
He estado privado de todo tipo de visitas, incluso, me han privado ver la luz del sol desde que estoy aquí. El tiempo lo he matado a punta de lágrimas, cartas y ejercicio.
He gritado de frustración, me he roto los nudillos dándole golpes a las paredes.
No puedo hacer otra más que pensar en April, en mi madre y en Julia, siempre en ella, ahora más que nunca tenía su rostro plasmado en mi memoria después de saber que probablemente se encuentre viva, desconozco si el señor James ha conseguido algún tipo de información.
Pero lo que más me preocupa es saber, que todos los que quiero se encuentren en peligro, pues, no sé a quién me estoy enfrentando esta vez.
No cabe duda que lo que el jefe de la policía nacional de Vancouver hizo conmigo fue una completa trampa para sacarse del medio a la secta, pero no tengo en claro para nada los motivos por los cuales lo haya hecho, a mi mente solo vienen dos opciones:
Su maldita reputación; seguramente lo hizo para tener a quien culpar y no quedar como un inepto.
O todo esto lo hizo para sacar a la secta de su camino.
No he parado de escribir cartas a mi hija y a mi madre, en todas les he dicho lo mucho que las amo y que las extraño, le he pedido a mi madre que por favor no deje a April sola, pues, no dejo de sentirme temeroso tras aquellos encuentros que la niña me había comentado en los que alegaba haber conversado con Julia.
Estando aquí, era estar atado de pies y manos; no podía hacer más que caminar de un lado a otro mientras clamaba por paciencia, mientras calmaba mis propios demonios internos, mientras incluso, le pedía reiteradamente a Dios que protegiera a mi familia de todo mal.
JAMES
Llevo más de cuarenta y cinco minutos esperando en la sala de la morgue que se encargó del cuerpo al que otorgaron como el de mi hija, sin embargo, no obtengo ningún tipo de atención. Observo a una mujer de uniforme azul cruzar por el desolado salón.
—Disculpe... —me levanto exasperado hasta la mierda —¿Acaso nadie atiende este maldito lugar? —escupo impacientado.
La mujer se queda mirándome con expresión sorpresiva.
—Oiga, yo solo trabajo como aseadora, por favor no utilice ese tono conmigo —pide a lo que ruedo los ojos con fastidio. La mujer se encamina tras unas escaleras y se pierde tras una puerta, saca algunos implementos de aseo y luego vuelve a bajar para caminar hasta un pasillo y dejarme solo nuevamente.
Lanzo a la basura el segundo recipiente de café que he usado del lugar. A este momento mi limite ha sido rebasado, es el octavo día que vengo a este jodido lugar sin recibir ningún tipo de respuesta sobre mi petición, así que como nadie mueve un dedo para conseguir lo que quiero, lo haré por mi propia cuenta.
Me pierdo en el fondo de la sala y reviso cada una de las puertas, pero estas yacen completamente cerradas, expreso un par de maldiciones y luego me encarrilo por las mismas escaleras que la mujer ha subido, giro la perilla de la puerta de la habitación a donde la mujer ha entrado, por fortuna, ésta habitación se encuentra abierta, así que ingreso, pero con muy pocas esperanzas de encontrar algo que me resulte relevante, pues me percato que parece ser el cuarto del servicio debido a la cantidad de enceres de aseo que encuentro dentro.
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QUEMA ESTE AMOR EN TUS LABIOS (COMPLETA ✓ )
Teen FictionHan pasado diez años desde que Julia Daniels falleció, sin embargo, hay heridas que aún no cicatrizan, hay preguntas que aún no han sido respondidas y hay cenizas de un turbulento amor que está ensombrecido bajo las llamas del dolor. Darren Lee, ah...