JAMES DANIELS
Hace diez años que mi vida dio un giro inesperado; había perdido a mi hija en circunstancias que hasta la fecha seguía indagando, Desde aquel preciso instante, no volví a ser el mismo.
Mi matrimonio estaba roto casi por completo y no recordaba cuando fue la última vez en que dormí en la misma cama con Kristen, de hecho, a veces pasaban semanas sin que la viera. Aidan se ha ido a vivir hace dos años con su novia y estudian en la misma universidad en los Ángeles, así que estaba completamente solo en la casa la mayor parte del tiempo.
Hace pocas horas había bajado de un avión y llegado a Irlanda para el funeral de mi madre, la noticia no me había tomado por sorpresa, pues, sabía desde hace meses que estaba mal del corazón, por lo que nunca tuve la valentía de confesarle que Julia estaba muerta, temía que la impresión acortara su tiempo de vida, sin embargo, no paraba de sentirme miserable cada que preguntaba casi sin aliento por teléfono por ella y me suplicaba que quería verla.
Ahora dentro de mi corazón existía ese atisbo de alivio de que, si las almas estaban en algún plano astral diferente al nuestro, entonces, allí, estaban al fin mi hija y mi madre juntas.
Jamás en la vida me había sentido tan derrotado como hasta ahora, nunca antes había tenido tantas ganas de rendirme y morir como hasta ahora, y el vacío sin fondo que estaba taladrado dentro de mi parecía cavar a un más hondo.
Todo el tiempo luchaba por mantener la cordura, por encontrar respuestas, por hallar culpables, pero a veces, solo quería desaparecer, a veces solo quería tirar la toalla y dejar que la locura me ganara e hiciera de mi lo que quisiera.
Constantemente gritaba por dentro, casi siempre ahogaba esos gritos con alcohol o los liberaba con lágrimas, con golpes, con maldiciones hacia mí mismo. A pesar de ello, conforme pasaban los años y la resignación por la muerte de Julia se hacía más presente, más me daba cuenta que hiciera lo que hiciera no iba a encontrar paz interna nunca.
Llego finalmente a la casa donde mi madre vivió toda su vida, donde me crio y donde finalmente pasó sus últimos días antes de morir. La casa está toda invadida con sus recuerdos, tiene su piel pegada en cada recoveco de la estancia. Adentro, apenas yacen unas pocas personas conocidas de ella y su cuerpo en la urna.
El primero que me recibe es Chester, nuestro viejo gato quien formó parte de la familia cuando yo estaba a punto de empezar la universidad en la ciudad.
—James... —exclama Ben, el antiguo alguacil del pueblo recibiéndome con un abrazo de consuelo. —Cuanto lo siento, muchacho —expresa, a lo que solo me limito a asentir, me encamino hasta el ataúd donde reposa su deteriorado cuerpo.
Verla reposar dentro de esa caja de madera me trae recuerdos con Julia, y solo ahí, viendo a mi madre como si estuviese dormida provoca que me quiebre en silencio, mis lagrimas no paran de salir, pero ver su rostro descansado y una media sonrisa dibujada en su rostro me llena un poco de alivio.
No demoramos mucho antes de enterrarla en el pequeño cementerio del pueblo, el clima gracias a Dios, aunque está frio, nos permite hacer todo el procedimiento con normalidad, por lo que en la noche ya me encuentro de vuelta en la casa donde nací.
Huele a flores y a madera.
La casa es tan pequeña y está tan llena de recuerdos en las paredes y los muebles que es algo difícil traspasar la estancia, sin embargo, me las arreglo para llevar mis cosas hasta la que fue siempre mi habitación.
Todo sigue exactamente igual a como la recordaba, mis cosas estaban en orden y la cama estaba tendida como mi madre siempre solía dejarla para mí. Pongo mis maletas a un lado donde no estorbe y me doy una ducha de agua fría, se me dificulta mucho al principio debido al frio que constantemente se deambula en el pueblo, sin embargo, me acostumbro al liquido frio recorriendo mi cuerpo momentos después.
ESTÁS LEYENDO
QUEMA ESTE AMOR EN TUS LABIOS (COMPLETA ✓ )
Novela JuvenilHan pasado diez años desde que Julia Daniels falleció, sin embargo, hay heridas que aún no cicatrizan, hay preguntas que aún no han sido respondidas y hay cenizas de un turbulento amor que está ensombrecido bajo las llamas del dolor. Darren Lee, ah...