1.- La llegada

1.1K 45 0
                                    

El sol quemaba en mi piel pese que el crepúsculo ya estaba coronando el cielo, hace años que no estaba por aquí, más sin embargo todo se veía igual, era como si el tiempo se hubiera detenido, me sentía un tanto cansada, caminar todas las colinas de Italia era cosa seria.

-Victoria, ¿Dónde dices que queda el hotel?- Dijo Aura, mirando el mapa que venía en los trípticos para turistas.

-¡Já! Como si necesitáramos dormir- Rió Patrick con ironía.

-Bien nosotros no, pero Victoria sí- Aura hizo bolita un tríptico y arrojándoselo en la cabeza a Patrick, sujetándose la mascada que cubría con esmero su rostro.

-Tranquilos chicos- Dijo Doug con una sonrisa confiada- Creo que primero hay que comer algo. Sobretodo miren la cara de Maeve...

Maeve solo sonrió apenada.

-Porque no ustedes hacen eso y yo veo la ciudad- Dije y ellos aceptaron, Doug a regañadientes y se fueron; seguí caminando por las empedradas calles de aquel hermoso pueblo, solo existían pocos recuerdos infantiles en mi cabeza sobre sus calles, mi estadía en Volterra era más de estar enclaustrada en la fortaleza bajo vigilancia estricta de los líderes.

Estaba maravillada, pero esos recuerdos me acosaban mientras contemplaba los antiguos muros de color sepia y las torres que coronaban la cima de la empinada calle, me sentí traspasada por otro tipo de sentimiento más egoísta y personal, con forme iba avanzando.

Fui a la plaza Dei Priori y me senté en la orilla de la fuente, mire a la edificación que tenía frente a mí, siempre cerrada, fría e impenetrable, seguramente la demás gente estaba totalmente absorta del porque nunca abría. Solamente sus puertas dejaban entrar a un puñado de turistas desafortunados que casi nunca regresaban o más bien nunca, pasaron al menos hora y media de espera. Contemple el precioso edificio color dorado, con un reloj en la cima; jamás volvería a entrar, no sabría si el aquelarre estaba enojado después de estos años.

-Volvimos- Masculló Aura con alegría y con brillantes ojos rubí.

-¿Satisfechos?- Tenía una sonrisa en mi boca, a lo que Maeve asintió satisfecha.

-Miren nada más, hermoso edificio, ¿Qué es?- Patrick miró an Aura.

-Según los trípticos se llama el Pa-pa-ll azo...- Dijo Maeve intentando leer, pero yo interrumpí contestando.

-Pallazo Dei Priori- Se me quedaron viendo los 4 vampiros.

-Eso, si exacto- Se quejó Aura algo fastidiada, Doug estaba viendo como las puertas de caoba se abrían de par en par, saliendo de ellas una mujer que entregaba trípticos.

-¿Qué tal si entramos?-Doug se rascó la cabeza.

-¡No!- Me apresure a decir tajante, todos se me quedaron viendo de forma extraña- Vamos, estamos en Italia, seguramente hay muchas mejores cosas que ver, que un viejo edificio.

-¡Oh vamos Victoria!-Dijo Aura, solo negué con la cabeza, ella frunció el ceño- Pues si no quieres ir tú, nosotros si iremos.

No tuve otra opción más que ir con los nervios de punta, solo rezaba que nada malo nos pasara; o mejor dicho les pasara, entramos sin que la "guía de turismo" nos viera entrar o eso creí, la guía era humana se podía oler a kilómetros, quizá una humana desesperada por ascender al estatus inmortal, se cerraron las puertas a nuestras espaldas, no se daban aun cuenta de nuestra presencia, vi la primera sala, era tan familiar, tan normal como cualquier otro museo italiano.

En la sala, sus paredes estaban adornadas con obras de artistas de Florencia, Siena y Volterra entre los siglos XIV y XVII. Estaban las obras de Deposición por Rosso Fiorentino y los Frescos de Daniele da Volterra, llamado Braghettone por haber vestido a los desnudos del fresco de Miguel Ángel de la Capilla Sixtina en Roma.

Una sonrisa de añoranza se dibujó en mi rostro al recordar esa información que me fue enseñada cuando niña, era algo nerd de niña y adolescente inmortal; sumida en mis pensamientos no me percaté de que el grupo ya había desaparecido por completo, y junto con mis amigos.

¡Dios! Esto era lo que me temía; mordí mi labio pensando en alguna respuesta, conocía este castillo como la palma de mi mano, sus escondites y atajos seguían guardados en mi mente.

Salí de aquella habitación por una puerta conectora para las emboscadas, los busque pero no estaban, sin darme cuenta llegue a un corredor oscuro, su aroma era de humedad, tal vez había algo nuevo en mi mano, ya que no conocía este corredor o por lo menos no lo recordaba.

Había una pequeña mesa de roble con patas robustas, tropecé y caí al suelo, abrí los ojos y frente a mi rostro vi unos zapatos negros mate, me tomaron de mi ropa y me levantó con brusquedad. Al alzar la vista me encontré con unos ojos color rojo borgoña, una nariz con sus aletas dilatadas y una feroz sonrisa.

-Tú no debes estar aquí...- Dijo el vampiro con voz ronca y rasposa era alto, su cuerpo era como un músculo enorme.

-Bájame ahora, si no quieres tener problemas- Mi voz era suave y paciente.

-¡No me das ordenes mortal!- Me azoto contra la pared, yo di un ligero grito de dolor- Ya verás lo que te aremos.

-No te tengo miedo. ¡Bájame ahora!- Subí el tono de mi voz, eso molesto más al musculoso vampiro, me tomo del cuello con una mano y con la otra estaba listo para darme un golpe, ya que hizo su mano un puño.

-¡Santiago! Detente- Una autoritaria voz interrumpió el golpe. Era otro vampiro, tenía el cabello color castaño claro, ojos rojos oscuros, tenía la apariencia de un niño.

-Alec, esta intrusa ha escapado del grupo de la humana y de Heidi- Alec me analizo de pies a cabeza, una media sonrisa de dibujo en su rostro.

Me reconoció.

-Bájala ahora-Dijo Alec.

-Pero Alec, ¡es una humana!- El tal Santiago exclamó molesto, Alec lo miro con odio, y se rindió, Santiago me deposito suavemente en el suelo.

-Bien, ahora vete- Santiago dio media vuelta y desapareció por un corredor- Vaya, vaya... Miren a quién tenemos aquí, ¿Cuántos años Victoria? Veinte años, ¿cierto?

-Hola Alec y si tienes razón, veinte-Dije con hilo de voz- Me puedes hacer un favor... yo...

-Victoria, sabes bien mi posición no podría hacer nada fuera de las leyes vampíricas, tu intromisión debe ser reportada, además dudo que hayas ido a ver a los líderes, ¿verdad?- Suspiro ladeando la cabeza.

-No, lo sé- Dije bajando la mirada y no pude evitar sonrojarme- Solo que me perdí...

Alec sonrío de forma burlona.

-Al mejor cazador se le va la liebre, ¿cierto? Acompáñame...-Y me tendió su brazo.

Recuerdos Vampíricos 🩸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora