El Edén en Londres

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Beelzebub respiro profundamente, tocandose el pecho mientras perdía de vista a Dios. Ahora estaba lista para confesarse a Gabriel y seguir con él a su lado, así que decidida a seguir con su plan se dirigió de vuelta a la librería de Aziraphale, seguramente ambos habrían ido ahí en busca de respuestas por Crowley o simplemente por nostalgia, así que se encaminó, sin embargo, apenas dio un par de pasos noto a lo lejos una figura alta y rubia, era Hastur. 

—Lord Beelzebub — Le saludo el demonio mientras se acercaba a ella, guardando sus manos en su saco.

—Hastur… veo que has terminado con el encargo… ¿Cómo está…? — Preguntó algo intrigada por la respuesta. 

—Me temo que no funcionó… Crowley no recordó nada y Aziraphale decidió intentar encontrarse con él como un humano, fue consumido por la llama infernal por su voluntad — Explico el más alto, antes de bajar levemente la mirada. 

—Ya veo… Es una… Espera ¿Qué? — La noticia realmente le había tomado por sorpresa, ¿eso qué quería decir en realidad?—  ¿Dónde está el arcángel Gabriel— Preguntó algo ansiosa por la situación, sin ocultar que realmente le intrigaba la idea. 

—Se quedó en el parque, no creo que vaya a regresar al cielo ahora, se veía algo triste por la pérdida de aquel ángel— Explico mientras respiraba profundamente, dirigiéndose entonces sin problemas a la entrada al infierno. —Cuando lo veas dile que lamento un poco su perdida — dijo mientras seguía su camino, de algún modo entendía que quizás la demonio no quería ser molestada, al menos no en esa situación. 

Los pasos que dio hasta el parque parecieron eternos, en especial por que no tenía la menor idea de cómo empezar a hablar, pero todos esos pensamientos se fueron cuando observó a lo lejos a un Gabriel tranquilo, con el cabello despeinado por el aire y el rostro levemente enrojecido por el frío de la ciudad. 

En silencio se acercó a la banca junto a él y se quedó sentada, ambos se miraron unos segundos y después siguieron con la mirada en el lago. 

Pasaron días, quince para ser exactos, en los que Beelzebub se había quedado a vivir entre los humanos, de vez en cuando mandaba un informe al infierno sobre una investigación inexistente sobre las iglesias satánicas en la tierra, cuando en realidad estaba en búsqueda de declarar sus sentimientos. 

Por su parte, Gabriel estaba también en la tierra, no había dejado el lugar después de que Aziraphale había muerto, incluso cuando Michael bajo para anunciarle que había recuperado su puesto, él se quedó, dándole una excusa a la castaña con una investigación sobre la decadencia de creyentes en el mundo humano, cuando al igual que la demonio había buscado el momento adecuado para hablar con ella, pero había sido un completo caos, cada vez que se veían se evitaban o huían constantemente uno del otro, ambos comenzaban a hartarse mutuamente de su indecisión. 

Sin embargo, no era el único motivo por el cual ambos estaban frustrados, lo poco que habían hablado había sido para acordar en llevar a Aziraphale y a Crowley a encontrarse de vuelta, una vez que encontraron al ex ángel las cosas se volvieron algo complicadas, ya que aparentemente ambos eran muy diferentes entre sí y congeniar un encuentro había sido tan complicado. Por una parte Aziraphale había conseguido un trabajo en una librería local y Crowley en una florería, ambas estaban en extremos diferentes del parque el cuál habían establecido como el punto medio. 

—Los milagros no sirven para nada— Se quejaba Gabriel mientras hablaba por teléfono con la demonio, paseándose en su departamento de un lado a otro, le había ofrecido a Beelzebub vivir con él, pero la pelinegra se había puesto nerviosa y había declinado en la oferta, diciendo que lo mejor para ella sería tener su propio espacio en la tierra, como resultado, ahora vivía con Crowley, sin que él lo supiera claro. 

Devuélveme mis alasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora