Sacrificio

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En cuanto Aziraphale cruzó la puerta del infierno, comenzó a quejarse, respirando bastante agitado, incluso su rostro se había puesto rojo por la situación. —¿Qué se cree esa demonio para hablar así? Estoy muy seguro de que ella es una alma cruel, que cree que puede tomar todo en sus manos y… Seguramente... Seguramente Crowley es una víctima de esa desagradable mujer, él jamás haría algo así y si ella nos sacó del infierno para alejarnos de ahí, te juro que personalmente volveré y le golpeare esa fea cara que… —

—¡Basta! — Le interrumpió Gabriel en voz alta, deteniéndose para ver directamente al más bajo. —No hables así de ella, no la conoces — Dijo con firmeza antes de seguir caminando, sin voltear a ver al contrario que había recordado que tenían sentimientos encontrados hacia la pelinegra. 

—Cielos… Gabriel, lo siento — Se apresuró a disculparse mientras caminaba con el más alto, algo apenado por la situación, ambos de quedaron en silencio momentáneamente hasta que Aziraphale se dio cuenta que habían arrastrado al castaño consigo, teniendo en cuenta que quizás quería hablar con él príncipe del infierno. —Oh querido, lamento que no te hayas podido quedar a hablar con… Ella, fui demasiado egoísta y no pensé en porqué habías ido al infierno en primer lugar— Ante esa disculpa, el castaño respiro profundamente, asintiendo con la cabeza. 

—No te preocupes… no puedo dejarte sólo, no después de lo que vimos haya — Mencionó con tranquilidad mientras seguía caminando con lentitud. —Además, los arcángeles podemos sentir la presencia de los duques del infierno, así podemos encontrarlos más rápido, tú sólo no podías— Esas palabras confirmaron que Gabriel volvía a ser igual del altanero como siempre. 

Conforme caminaban, Aziraphale se dio cuenta que se dirigían al parque, mirando el lugar detenidamente, hasta que observó a lo lejos a un joven Crowley, mucho muy joven, se ve de aproximadamente unos 24 años, sin embargo, estaba seguro, era él, tenía el cabello algo largo y rojo como en la primera vez que lo había visto, pero su rostro era una imagen exacta de la juventud,lo qué provocó que Aziraphale se quedara en shock y se sonrojara levemente al imaginar que ese era el hombre que le había propuesto matrimonio hacia poco tiempo atrás, pero ahora esos días parecían haber sido años. 

—Hastur debe estar por aquí, sé que suena a una locura, pero puedo sentirlo, solo que estas cosas no son muy exactas— Siguió hablando el castaño mientras, caminaba, no se había percatado aún de que el rubio se había quedado atrás. —Hastur es el rubio ¿no? La verdad no los conozco muy bien, era Michael la que se encargaba de estas cosas y… — Se giro para observar al contrario y entonces noto que no estaba detrás suyo. —¿Aziraphale?... — Preguntó a la par de buscarle con la mirada. Al no encontrarle volvió a mirar al frente, donde sentía que estaba Hastur, pero en lugar de eso, miró a un hombre de color, se le hacía terriblemente familiar, se veía como una persona bastante elegante y joven, llevaba puesta una gabardina color café claro, una camisa negra abotonada al cuello, era alto y lo que más le llamaba la atención eran unos ojos color miel que resaltaba de su rostro de un modo realmente impresionante, no era extraño que las mujeres y algunos hombres le miraran de un modo "inapropiado".

—Sí, es Ligur, si es lo que te estabas preguntando— Una vos gruesa y rasposa hizo que el castaño diera un salto, algo asustado por el sonido que le había sacado de sus pensamientos, era Hastur que miraba también de lejos al moreno. Gabriel iba a preguntar pero él rubio se le adelantó. —Nosotros también creíamos que nuestra muerte era el final de todo… Es decir, yo vi como ardía en agua bendita y ahora está ahí, comprando un maldito helado — El rubio resoplo antes de bajar la mirada. —Lo encontré la primera vez que vine a buscar a Beelzebub, me acerque a hablarle y creyó que era un pordiosero… me dio una moneda y se fue, aparentemente no recuerda nada, pero esta aquí, viviendo entre los humanos — Gabriel respiro profundamente y siguió mirando al moreno que se dirigía a una banca para segur observando el lago. 

Aziraphale miraba detenidamente al pelirrojo mientras él observaba a los patos, parecía estar alimentandolos y se veía bastante tranquilo mientras lo hacía. Sintió que su corazón estaba a punto de salirse de su pecho, mientras caminaba con lentitud al hombre que se quitaba sus gafas oscuras y se recostaba levemente en la banca. —… Ho… — Intento susurrar un hola pero el grasnido de un pato impidió que el pelirrojo escuchara la voz del rubio. 

—Es todo, se me acabó todo el pan, mañana les traeré más— Les hablo el pelirrojo a las aves antes de levantarse y alejarse del lugar, dejando al rubio parado detrás de él, esperando que le notara, sin embargo, eso no pasó. Definitivamente no le recordaba. 

—Veo que ya lo encontraste— Dijo el castaño mientras se acercaba detrás de Aziraphale, acompañado de Hastur. 

—¿Qué?... No… No lo creo él… — Balbuceo el rubio mientras seguía con la mirada al pelirrojo que caminaba con tranquilidad y de un modo bastante llamativo. 

—Pará ser honesto — Hablo el demonio antes de sacar un cigarro de su chaqueta para colocarlo en sus labios, encendiendo este con su dedo. —No creo que recupere la memoria, teníamos esperanza de que con los hechizo del libro de Beelzebub podría funcionar, pero cuando despertó… No pasó, él conocía los riesgos— 

Esas palabras hicieron que Aziraphale respirase profundamente, bajando la mirada mientras se limpiaba algunas lágrimas de los ojos. —Entonces… Él es… Un caso perdido ¿no es así? — Preguntó algo ansioso por la respuesta, sin embargo, debía saber la verdad. 

—Me temo que sí, aunque… Lo intentamos ¿no? — Dijo el rubio mientras les daba la espalda, estaba dispuesto a volver al infierno. 

—Hastur, espera— Le habló de vuelta Aziraphale mientras terminaba de limpiar sus lágrimas, intentando contener el llanto lo más que podía. En cuanto e demonio se detuvo, miró directamente a Gabriel. 

—No… — Susurro Gabriel, al ver aquella mirada en el rostro del más bajo —Aziraphale no puedes hacer eso… no quiero que tú… — El contrario negó mientras colocaba la mano en el pecho del más alto para que dejase de hablar. 

—¿Qué está pasando? — Preguntó el demonio mientras regresaba con los ángeles. 

—No puedo vivir en el cielo, no soy feliz haya, nadie me quiere y tú, tú no tienes que venir detrás de mí, Beelzebub esta haya abajo, esperando que regreses para que le digas lo tonto que eres y a que le ruegues que te perdone— Dijo firmemente el rubio antes de tomar la mano del castaño, entregandole el hilo rojo del separador con el que Crowley le había pedido matrimonio. 

—… No.. No sabemos si funciona en ángeles también.. — Hablo algo nervioso el castaño, haciendo que Hastur se diera cuenta que era lo que ambos estaban discutiendo. 

—Pase años… De verdad años, Gabriel, en poder darme cuenta de cuánto lo amaba y… Si hay una mínima oportunidad de qué yo pueda estar con él, la tomaré, conozco los riesgos y voy a hacerlo, Gabriel.. — Aziraphale había dejado de llorar y ahora solo le entregaba el listón rojo al más alto. 

—¿Y sino lo recuerdas? — Volvió a intentar persuadirle el castaño, realmente estaba preocupado, no quería perder a su único amigo. 

—… quizás no lo recordaré pero… Yo creo que lo nuestro es… Inefable, sabre arreglarmelas— Dijo con tranquilidad mientras soltaba al contrario, y temblando levemente miró a Hastur. Gabriel iba a continuar con el reclamo, pero hubo algo, algo en sus ojos que simplemente hizo que dejara ir al rubio. Parecía estar bien con su decisión y ahora iba a apoyarlo.

—Después de esto no habrá vuelta atrás, lo sabes ¿verdad? — Dijo el rubio mientras dejaba caer su cigarrillo al suelo para apagarlo al pisarlo. Miró al ángel que asintió con la cabeza y cerró los ojos. 

En medio del parque, y sin que ningún humano lo notará, Aziraphale ardió en las llamas de un demonio, y pereció. En ese momento, Gabriel mantuvo la cinta roja sobre su corazón, mientras veía como las cenizas de su amigo se esfumaban con el aire. 

Devuélveme mis alasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora