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  Viernes.

  Casi una semana desde que se confesó y a pesar de la relación tensa que se creó entre ellos, Haruka no podía odiarle.

  Las cosas al menos mejoraron levemente aunque sus amigos todavía tenían la entrada vetada, su padre se había disculpado en nombre de su mujer porque ella era tan orgullosa que aún sabiendo que cometió un error no dio el paso ella misma, pero tampoco le importaba.

  Sólo le importaba el hecho de que Kento si lo hizo. Incluso esa misma noche durante la cena ambos intercambiaron una mirada y antes de apartar la vista Kento le obsequió con una pequeña sonrisa. Agarró el cojin de su cama para lanzarlo contra la puerta con una queja de frustración ¿desde cuándo había perdido la cabeza por ese chico?

  No oyó cuando llamaron débilmente, Kento se asomó con cautela.

  — ¿Puedo pasar?

  — ¿Y ahora qué?

  Kento se puso recto, perdiendo el semblante dócil con el que pasó.

  — Empiezo a cansarme de tu altanería, solo pretendo llevar esto lo mejor posible.

  — ¿Qué quieres, Kento?

  — Sólo venía a comentarte que les he escuchado hablar sobre la posibilidad de que tus amigos vuelvan, pero por menos tiempo.

  Haruka se sentó en la cama, indignado y respondió con sarcasmo.

  — ¿Y de quién es la culpa de que se fijen horarios?

  Kento se cruzó de brazos sintiéndose un idiota, había aprovechado la excusa de que oyó la conversación para poder hablar con él lo cual era imposible, dio un paso hacia la cama.

  — Me equivoqué, me disculpé ¿qué más quieres que haga?

  Haruka se puso en pie mientras le encaraba.

  — Admitir que has armado todo este jaleo por tus celos, porque no aguantaste imaginar que estaba con otro. Ya dijiste que me ves de otra forma, pero eres incapaz de saber cual ¿un hermanastro, un amigo, un enemigo o el chico que te gusta? ¿Con cuál te quedas?

  Kento tragó saliva bajo la incesante mirada del contrario.

  — No tiene sentido hablar contigo — Se giró hacia la puerta, pero la mano de Haruka le detuvo parándole al lado de la cama.

  — Entonces deja de crearme problemas — Le empujó sacando parte de su enfado, Kento sorprendido y guiado por la inercia se sostuvo del brazo de Haruka quien no esperaba el agarre, cayendo ambos en la cama. Kento se encontraba sobre la colcha respirando agitadamente.

  Veloz presionó sus labios con los de Haruka, éste le apartó empujando su pecho.

  — ¿Estás jugando conmigo?

  — No, estoy asumiendo lo que siento, arreglando lo que he hecho y calmando tu enfado — Haruka movió un brazo para apartarse un poco a la vez que impedía que su peso aplastara a Kento.

  — ¿Crees que esto va a calmarme? — Estaba medio enfadado, medio nervioso por la actitud del contrario.

  — Pienso que sí, pero no puedo probar si funciona sino me dejas intentarlo.

  Por un minuto se observaron en silencio hasta que Kento inició de nuevo el acortamiento de la distancia con cautela, temeroso de que le rechazase. Haruka comenzó a cerrar los ojos al ver su intención tratando de no sonreír.

  Desde que le vio junto a Tae fue consciente de lo que sentía sin dudas, imaginó que se ponía entre ellos para besar a Haruka dejando a un Tae estupefacto. Pero esto era mejor de lo que pensaba. Le agarró de la nuca para profundizar el beso, sin embargo, Haruka actuaba más tímido como si no creyera lo que estaba viviendo.

  Al separarse se miraron el uno al otro.

  — ¿Estás completamente seguro? — Kento asintió — ¿Vas a salir conmigo?

  — Si ni siquiera salimos de esta casa — Dijo riendo — Tenemos que tener cuidado, si nos pillan nos mandan a cada uno a una punta del mundo... — La boca de Haruka sobre la suya le robó las palabras.

  — Seremos discretos.

  — Entonces saldré contigo.

  Cambiaron la posición para estar más cómodos. Haruka yacía tumbado con un brazo extendido sobre la cama que Kento usaba de almohada. Pasada una hora escucharon ruido en el piso de abajo, rápidamente Kento se sentó en el borde.

  — Será mejor que me vaya, si mi madre me busca y me ve salir de aquí me hará un interrogatorio.

  — Espero que algún día olvide la idea de que te tengo amenazado con quien sabe qué.

  — Hablaré con ella, le diré que ahora nos entendemos — Haruka se sentó tras él.

  — No te molestes no servirá de nada, lo único que me importa es que tú estés de mi lado — Kento se echó hacia atrás apoyándose en su pecho.

  — Lo estoy.   

  — Gracias, pequeño — Kento alzó una ceja, divertido.

  — ¿Usamos motes?

  — Búscame uno si quieres.

  Durante unos minutos estuvo pensando mientras Haruka jugaba con sus dedos, dejó la cabeza en su hombro, sonriente.

  — Oso.

  — Es extraño.

  — A mí me gusta, pareces frío y duro por fuera, pero en realidad eres tierno y cálido — Haruka sonrió para después besarle.

  — Si te gusta a mí también.

AMOR ESCONDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora