Jack: "Lo ajeno"

367 43 7
                                    


Cuando llevas demasiado tiempo conociendo a alguien puedes saber con facilidad lo que le ocurre, lo que piensa a ciertas cosas y como podría reaccionar a ellas. Puedes saber muchas cosas y compartir otras más con esa persona.

En otras palabras; la conoces tan bien como te podrías conocer a ti mismo. Pero eso podía ser un arma de doble filo, una que podría quedar clavada en tu pecho con demasiada facilidad.

Realmente no sabías el porqué de todo aquello, dentro de su relación jamás hubo algún problema que no solucionaran, por supuesto que los tenían, sí, pero siempre salían delante de ellos. Juntos. Entonces, ¿por qué actuaba tan distante contigo?

Jack de por sí no era una persona de muchas palabras, todos lo sabían, pero tratándose de ti siempre había algo que contarte o compartir por más vago que fuera; pero de un tiempo en adelante ese silencio comenzó a ser más habitual, más constante, y de pronto, eras el único hablando en el lugar.

Ni siquiera trataba como un oyente, estaba ausente, perdido entre sus propios pensamientos y sonrisas ajenas a algo que te incumbiera.

A pesar de tus intentos por saber que ocurría con él no diste de inmediato con el problema; no reconocía lo que ocurría, no admitía su cambio de actitud ni su trato distante hacia ti. Te trataba como un extraño en el lugar que ambos compartían. Pronto ese alejamiento hizo estragos, más de los ya ocurridos.

Increíblemente ya no reconocías a Jack.

Naturalmente buscaste apoyo externo, pero no ayudo demasiado los consejos recibidos, habías intentando muchas cosas; la charla, la cena y también la reavivación de la llama. Pero nada ocurrió, con ello no paso más para que recibieras el último consejo y el que más bajo considerabas.


Un día decidiste seguir a Jack, hace bastante que habías notado su falta a la propia hora que él mismo estableció para la llegada desde su trabajo. En algún punto pasado entendió tu preocupación por sus tardíos turnos y el peligro que estaba siempre presente afuera. Siempre que salía de su turno partía directo a su hogar, contigo.

Sin embargo, cuando te hallabas afuera de su trabajo luego de esperar media hora para que cesara la jornada de ese día, lo viste salir del edificio; divisaste su imagen desde el otro lado de la calle bajo la sombra de un árbol que hacía difícil el verte; entre risas y con un brazo extendido hacia otra persona comenzó a caminar en dirección contraria hacia su hogar.

Solo te basto presenciar como compartían un beso risueño para caer en cuenta de una vez por todas de lo que ocurría realmente. Solo te basto eso y acabaste volviendo sobre tus pasos bajo un crepúsculo inolvidable.



Para cuando fue muy tarde en la noche y escuchaste la puerta del pasillo abriéndose te erguiste del sofá, asomando tu cabeza al cruce para verlo colgar su saco en el perchero.

Por un momento sonreíste al verlo, pero te obligaste a quitar tal sonrisa cuando precediste que giraba hacia ti.

Pareció sorprenderle el verte despierto tan tarde y darse cuenta de tu atuendo nada casual a comparación con el que siempre ibas dentro de aquellas paredes. Parecía que ibas a salir realmente. Pero sobre todo eso noto tu enrojecido rostro, lavado de cualquier evidencia más que esa.

Por primera vez en mucho tiempo parecía interesado en ti.

— ¿Ocurrió algo? ¿Qué haces despierto aun?

No obtuvo una respuesta verbal de tu parte, solo el movimiento de tu mano acercándose a su rostro hasta dejar un suave toque, uno que duro ahí varios segundos antes de que bajara bruscamente al cuello de aquella camisa azul que tanto le gustaba. Sabías que era por sobre las demás su favorita, por Dios, sabías todo sobre él.

O al menos eso fue lo que siempre creíste.


Con bajar el cuello de la camisa y rozar tu pulgar contra su piel, alejaste tu mano hasta al frente, mostrando los rastros de un labial. Las imágenes que tú desecha mente no demoro en generar pronto cruzaron todo, haciéndote desear que se detuvieran.

¿Por qué debía ser tan descuidado a veces? Sus ojos azules pronto comenzaron a ir de pulgar a tu rostro, totalmente inquietos. Te hubieras reído un poco de su reacción de no ser porque tu animo estuviera arrastrándose en el suelo.

A falta de una risa u mueca solo suspiraste, entrelazando tus dedos.

— Lo intente Jack, intente todo para salvar esto– No titubeaste al señalarse mutuamente–. Lo intente por ambos, ¿pero cómo haces algo así por alguien a quien ni siquiera puedes reconocer? Ya no te reconozco Jack.

Los entorpecidos balbuceos pronto emergieron de su garganta seguramente seca por el susto y los nervios, finalmente lo habías expuesto y tal parecía que jamás se hubiera esperado tal cosa, porque no dio ni siquiera una excusa apresurada. Nada.

Por puro impulso levantaste otra vez tu mano, manteniéndola estática en el aire al contenerte del deseo de abofetear su mejilla. ¿Pero qué ganarías con ello? No arreglaría nada, ni siquiera te liberaría de la molestia en tu cuerpo.

¡Ni siquiera hizo algo para apartarse, sabía lo mal que había hecho! ¡No pronunciaba palabra alguna!


Bajando otra vez tu mano te devolviste dos pasos hacia atrás, presionando tus labios ante su mirada baja y culposa, ¿pero de qué sentía culpa? ¿De qué se revolvía su consciencia ahora que tú sabías la verdad?

No te interesaba saberlo, no ahora, ya no.

Volviendo a la sala se inclinaste para sujetar una pequeña valija en la que habías guardado lo único que te interesaba e importaba, caminaste por el pasillo otra vez y encontraste a Jack esta vez apoyado en el mesón de la cocina; con su cabeza metida entre sus brazos.

Desechaste de inmediato el impulso de ir hasta allá y sobar su hombro, te negabas rotundamente a ir y perdonarlo porque él ni siquiera sentía culpa u vergüenza por sus acciones.

— Hubiera deseado que desde un principio me dijeras que no querías continuar con esto, ¿sabes?

Obtuviste de inmediato su atención, apreciando como su rostro estaba ligeramente enrojecido y fruncido en una mueca quizás al borde de un colapso. Al menos aun parecía mantener su característica reacción ante las situaciones complejas, sobre todo cuando eran temas muy personales.

— Pudiste haberlo dicho desde el comienzo, desde que comenzaste a ver a esa persona, te aseguro que lo hubiera entendido. No habría querido seguir manteniéndote en una relación en la cual ya no tenías interés.

Apretaste con una mano el asa de la valija sobre tu hombro y con la otra mano sujetaste el pomo de la puerta, apartándote un momento de su rostro que comenzó a ser cubierto por unas insípidas lágrimas.
Pero ninguna palabra.

— Y sí aun te queda algo de aprecio por mí, aunque sea solo un poco, prométeme que no le harás lo mismo a esa persona. Porque estoy seguro de que no se lo merece.


Abriste la puerta, recibiendo el aire helado de la madrugada, pasando a través y cerrándola con cuidado tras tu espalda.

One Shot's Overwatch X Male!ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora