capitulo 4

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Entre como una viejita sin saber nadar en una piscina, pegada a la orilla en mi caso: la baranda como si mi vida dependiera de ello, porque así era, sentía que si me soltaba, lo siguiente que tocaría seria el hielo de la helada pista.

***

Luego de un extenso rato dándole vueltas a la pista al ras de la barandilla, me gire para ver a mis amigos, que se caían, reían y en ese momento me percaté de que era hora de cambiar de ruta por dos razones: 1) me estaba aburriendo y 2) estaba dejando ya una -moderadamente profunda- línea alrededor de la pista por donde habían pasado mis patines.

Así que de un momento a otro y tal como en caricaturas, se me ocurrió una rara, pero probablemente funcional idea, con uno de mis patines raspe el hielo hasta hacer una montañita y la avente hacia mis amigos, tenía que caerle siquiera una pizca a alguno. 

La nieve improvisada le impacta a Antoni en el cuello.

- Que carajos te pasa por la cabeza, hijo de...- Antoni se vuelve sobre sus patines, y se le corta su insulto al percatarse que soy yo. – Eva ¡sabes como esta de frio eso coño! ¡Pero esto no se quedara así pequeña rata! – Justo lo que no quería lograr –un escándalo- lo provoca Antoni, pero bueno no se podía esperar menos.

Entro en pánico cuando empieza a raspar el hielo como lo hice yo, trate de huir de su blanco de venganza, pero lo único que logre fue caer sobre mis rodillas en el hielo, al voltear y ver si logre por lo menos darle una poco de piedad.

El hielo impacta en todo mi entrecejo, sonrió como el gato de Alicia en el país de las maravillas, me saco el hielo de la cara y contraataco, pero por accidente le atino a Marcela.

- no caeré en sus juegos ridículos y tienen suerte de que el empleado no nos ah saca...- Marce es interrumpida por Sofía, la cual le tira hielo y grita:

- ¡amargada!- a todo pulmón y sin ningún rastro de vergüenza, por los ojos que logro atraer.

Y así empieza una amistosa pelea, pero con una sed de venganza hacia la persona que te avienta el hielo -creando la necesidad de devolvérselo- algo preocupante, ¡hasta para mí!, en un momento el sonido de una caída de rodillas, que hasta hizo temblar el hielo, y que sonó casi tan doloroso como se vio, nos hizo parar nuestro enfrentamientos, fue cuestión de minutos para que el patinador y sus amigos se quejaran de los "baches" que hay en el hielo y que fueron creados por nosotros y nuestra guerra de hielo raspado, y que sorpresa ¡Marcela tenía razón! –No es novedad- Era suerte que no nos hubieran sacado antes, ya que los de la queja, despertaron al encargado que estaba descansando como un bebe, en la cabina de música.

Nos regañó y estuvo a punto de sacarnos, pero le dijimos – bueno Antoni fue el vocero- que si nos sacaba pediríamos reembolso, ya que reservamos una hora y solo estuvimos allí quince minutos.

-Exacto, ¡quince minutos! Denle un Record Guinness a estos muchachos, han dañado una pista de hielo de 50 metros de diámetro, en quince minutos- el encargado nos aplaude sarcásticamente y eso exaspera más a Antoni, el cual le reclama diciendo:

-bueno señor, basta de sarcasmo sabemos que lo han despertado de su siesta, pero no se tiene que desquitar con nosotros, ahora ¿nos echara o no? Para saber si reclamar el reembolso.

El encargado y Antoni se juegan un concurso de miradas, de él que parece ser Antoni el ganador, ya que el encargado nos dice:

-está bien se quedan, pero no hagan más baches oyeron.- dice, dándose la media vuelta y dirigiéndose otra vez a la cabina de música.

-gracias señor encargado, que descansé- le dice Antoni, aun haciéndole mofa por el acontecimiento de su siesta.

Después de ese encuentro entre Antoni y el encargado algo acalorado, a mi parecer – hasta pensé que se gritarían- la pista quedo casi desierta, ya que todos los amigos del patinador incluyéndolo, se marcharon (un poco molestos claro), patine más que en un solo circuito, me caí y en un momento, pensé que se me había subido el cóccix a la garganta en uno de mis fracasados intentos de patinaje, aunque mis buenos amigos (pero crueles por traerme aquí, sabiendo de mi deficiente habilidad para patinar), me ayudaron a mantenerme en pie y no ir al hospital, pero como no se pasarían lo quedara de la hora siendo mi bastón Sofía, quiso intentar una extraña, suicida pero convincente maniobra.

-¡Eva!, para que espantes un poco tu paranoia, hagamos una vuelta cogidas de las manos, ¿Qué dices?- dice Sofía, esperándome en la mitad de la pista con un tono algo suplicante.

-mmm, no lo sé ¿y si tropezamos? – digo algo preocupada, mirando todo el hielo de la pista buscando algo con lo que podamos matarnos.

- ¡pues nos levantamos! Vamos Eva anímate, no me hagas sonar como coach de vida.

-está bien, voy para allá- procedo a caminar-patinar hacia Sofía, con paso tembloroso y siento un gran alivio al tomar sus manos, sin haber tropezado antes.

-esos baches que hicimos no nos ayudaran mucho, pero tranquila no te soltare - lo dice, casi en un susurro y guiñándome un ojo, logrando asustarme y alejándome, para que nuestros brazos se extiendan. – ¡Antoni ahora!

Esto no terminara nada bien.

El Resurgir De EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora