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Jira Ernark esperaba en su despacho del Senado Intergaláctico a que su hermana respondiese a una  transmisión. Acababa de llegar de Naboo, y era hora de volver al trabajo. Pero antes debía de hablar con Dhejah sobre la información que le había pedido que buscase mientras estaba de vacaciones.

Su hermana apareció en el holograma. Llevaba el pelo trenzado, lo cual indicaba que había estado entrenando físicamente: normalmente lo llevaba siempre suelto y completamente alocado, y sólo cuando entrenaba seriamente se lo recogía. Al parecer, también en la batalla lo llevaba al aire, como si fuese un león alocado. Jira nunca haría algo así, pero tampoco lo discutía.

—Hola, Jira —le saludó con voz amable pero monótona.

La pequeña de las Ernark se había acostumbrado rápidamente al carácter algo frío de su hermana. El Código Jedi no le permitía demostrar afecto, y aunque Jira tampoco compartía esa filosofía, nunca se atrevía a mencionar nada al respecto.

—Hola, hermana —dijo sonriendo—. Acabo de llegar de Naboo. Hice un par de llamadas respecto a lo que me pediste que buscara durante el viaje.

Dhejah cruzó los brazos, dispuesta a escuchar. Llevaba puesta esa aburrida túnica Jedi de tonos tierra: siempre llevaba eso o un mono de combate puesto; Jira nunca la había visto lucir otra cosa.

—Genial —le dijo—. ¿Has encontrado algo?

Jira meneó la cabeza.

—Nada que te pueda resultar útil, creo yo —comenzó—. Las minas de coparita son muy antiguas, y están completamente reguladas por el Gobierno Central de Thunij en cooperación con la República. Sin embargo, el café y el cacao son las exportaciones más numerosas ahora mismo. Aunque antes el mercado de la coparita era uno de los sectores más importantes de Thunij, ahora ya no lo es tanto: las explotaciones se secan y el mineral se acaba.

Dhejah asintió, pasándose la mano por el pelo.

—¿Y sabes de alguna petición de la Federación de Comercio para controlar las extracciones?

Jira negó con la cabeza.

—No, según mis contactos las extracciones son únicamente para la República: lleva siendo así desde hace mucho tiempo.

Asintiendo de nuevo, Dhejah soltó un suspiro.

—Está bien —dijo—. Muchas gracias de todas maneras. —Le dio una sonrisa algo falsa—. ¿Qué tal todo de vuelta en el Senado?

Jira se encogió de hombros.

—Como siempre. Padmé y yo estamos trabajando en nuevas medidas para la regulación de armamento: seguir fabricándolo a tanto ritmo no va a hacer más que prolongar el conflicto.

Dhejah asintió.

—Estoy de acuerdo contigo. ¿Todo bien con los guardas?

Jira miró de reojo a los hombres apostados cerca de la puerta. Desde el ataque de los vándalos de su planeta, el Senado le había dado una escolta permanente a la senadora de Thunij.

BLAME ━ Obi-Wan KenobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora