CAPÍTULO VII

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La relación que tenía con Adrián continuó a escondidas. Adrián cada vez que necesitaba de mí, bastaba darme una llamada, y siempre estaba dispuesto a pasarlo con él, y viceversa. Le demostraba mi amor y mi interés por él, de mil maneras. Nos entendíamos bien en la intimidad, pero lo nuestro iba más allá del sexo, era un amor genuino, que tenía que estar entre las sombras, por ser prohibido ante la sociedad machista e hipócrita de la comuna limeña.

Incentivé a Adrián a que se supere como profesional, y continúe estudiando la carrera que había abandonado años atrás, o que estudiase algo que le gustase. Se metió a estudiar inglés en un instituto. Lo convencí también a postular a otro trabajo, uno que se ajustara al horario de sus estudios. Logré sacar lo mejor de Adrián, quien cambió de actitud para bien. Aunque Adrián era algunos años mayor que yo, era más juguetón, bromista y relajado; yo era un poco más serio, maduro y tenía más claro mis objetivos. Nuestras personalidades diferentes, eran las que mantenían la chispa y no permitían que nos aburramos el uno del otro, pero a veces, también eran motivo de discusión.

Había dejado de trabajar con Susana. Debido a un error que cometí al declarar un impuesto, no me renovaron contrato. Lamentablemente, Susana no pudo hacer nada al respecto. Como recién había retomado mis estudios en la universidad, después de un año, tiempo en que apoye a mi hermano menor que había ingresado a una escuela militar, y como no encontraba trabajo relacionado a mi carrera, y no quería dejar de seguir estudiando, me vi obligado a trabajar como cajero part time en uno de los grandes almacenes de la gran Lima, exactamente en Falabella del Jockey Plaza, puesto que desempeñaría hasta que encontrar un cupo en el área contable u otra área administrativa, o hasta que encontrar algún otro trabajo afín a lo que estaba estudiando. Allí trabajaba medio turno y después me iba a estudiar a la universidad.

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Una tarde me sinceré con mis padres y hermanos, y les confesé mi opción sexual, siendo aceptado y apoyado por ellos. Les dije también que estaba saliendo con alguien, aunque no les conté aún de quien se trataba. Mi familia solo quería lo mejor para mí, y aceptaban lo que a mi me hacía feliz. Yo no era amanerado, ni afeminado, por lo que tampoco era mal visto por el resto de mis familiares. En la universidad, aunque era un secreto a voces mi opción sexual, aún no me animaba a sincerarme con mis compañeros y amigos, salvo con Katty, quien era mi mejor amiga y confidente.

Para el cumpleaños de Mirella como siempre, fui invitado. Allí departimos, tomamos, y bailamos. A la fiesta también fue una amiga de Mirella, una jovencita muy guapa, la cual estuvo coqueteando todo el tiempo con Adrián. Este, también correspondía a esos coqueteos delante de mí. En un momento, en medio de la fiesta perdí de vista a Adrián. Le pregunté a Iván por su hermano, y este me dijo que había salido con la amiga de Mirella. Me dio un disimulado ataque de celos, y me retiré de la fiesta con la excusa que al día siguiente tenía que trabajar temprano. Cuando Adrián regresó, ya me había retirado. Normalmente, cada vez que había alguna reunión o fiesta en casa de los Zambrano, me quedaba y dormía con Adrián, supuestamente por ser la cama de este más grande. Algunas veces, en medio de la oscuridad y de los ronquidos de Iván, hacíamos el amor, ese día fue la excepción.

No era la primera vez que Adrián me hacía sentir inseguro, ese era nuestro punto débil, y motivo de las constantes discusiones que teníamos. Adrián, siempre terminaba convenciéndome que estaba equivocado, que veía cosas donde no eran, terminaba disculpándolo, y haciéndonos el amor. Pero esta vez, mi paciencia se estaba acabando. Ya llevábamos más de ocho meses juntos, y ya quería más, ya no quería estar en las sombras y ser ante todo el mundo solo su amigo.

Al siguiente día, Adrián me llamaba a cada momento por teléfono, pero aún estaba molesto y no le respondí en todo el día.

En medio del proceso de selección de personal al trabajo que postulé, conocí a Gabriel. Ambos ingresamos juntos a trabajar a la misma área. Con Gabriel nos hicimos muy buenos amigos, a veces almorzábamos juntos, cuando el horario no los permitía. Justamente fue mientras almorzábamos que Gabriel había notado cierta preocupación en mí, y se animó a preguntarme qué es lo que me pasaba.

TÚ ME CAMBIASTE LA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora