CAPÍTULO I

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Cursaba el tercer ciclo de la carrera de contabilidad, en una conocida universidad limeña; en ese ciclo me había cambiado al turno noche, y estaba conversando con unos compañeros en un cambio de hora, cuando desde las barandas del cuarto piso, divisé a un muchacho que me llamó mucho la atención. Él, estaba en el primer piso, era un joven que conversaba con otros alumnos. Aquel joven vestía de manera formal, un pantalón de vestir, camisa y una chompa amarrada en el cuello. Era alto, y tenía un bonito cuerpo. Me gustó lo poco que pude apreciar de aquel muchacho, quien más allá del buen cuerpo que se manejaba, tenía un rostro muy agradable. Días posteriores siempre lo buscaba entre todo el alumnado, pero terminó el ciclo y no logré verlo de nuevo. Pensé entonces, que en esa oportunidad solo había venido a buscar a algún amigo o a su enamorada quizás.

Al ciclo siguiente, estaba en mi tercera clase de contabilidad financiera, cuando vi entrar a aquel muchacho. Allí estaba entrando por la puerta de aquella aula, aquel joven que meses atrás me había cautivado. Esta vez lo pude apreciar ya de cerca. Llevaba zapatillas, unos jeans azules y un polo blanco, que hacían resaltar sus brazos y pechos marcados. Unas piernas que se notaban fuertes y unos glúteos muy pronunciados. Era más guapo y atractivo de lo que creía. Tenía ojos claros achinados, cejas pobladas, grandes pestañas, boca mediana, nariz respingada, cabello castaño, ondeado y piel canela. No era el único al que llamó la atención, pues aquel muchacho tenía porte de modelo y todas las chicas lo miraron al entrar. Caminó hasta al final del aula, hasta la última carpeta.

- ¿Está ocupado? - preguntó antes de sentarse a mi costado.

- No, siéntate nomás - le respondí un poco nervioso, embozando una ligera sonrisa, haciéndome a un lado para que mi nuevo compañero de carpeta se sentase.

El muchacho correspondió la sonrisa y se sentó. - Que hermosa sonrisa, pensé. - No podía creer que aquel muchacho me haya sonreído, ni mucho menos que esté sentado a mi costado. Mi corazón estaba latiendo a mil.

Yo en ese tiempo era delgado. Simpatico según muchas personas y, de muy buenos sentimientos. Era muy querido y respetado por mis compañeros. Era guapo, aunque no me sentía así, pues tenía la autoestima muy baja, por un incidente que años atrás me sucedió.

El profesor ingresó, realizó la clase y cuando acabó algunos alumnos que no llevaban el siguiente curso en esa aula nos pasamos a retirar, entre ellos también mi nuevo compañero.

- ¿Han avanzado mucho desde la primera clase? - me preguntó.

- Regular nomás - respondí, mientras guardaba mis cosas en mi mochila.

- ¿Me puedes prestar tu cuaderno para sacar fotocopias? – me preguntó.

- Claro, pero me lo devuelves en el aula 301, allí me toca llevar otro curso ahora – respondí.

- No te preocupes, le puedo pedir a otra persona – me dijo, un poco avergonzado.

- No, tómalo te lo presto, mi otro profesor demora en llegar - le dije, mientras le alcanzaba el cuaderno.

- Esta bien, muchas gracias, enseguida te busco en el 301 entonces – me respondió, y recibió el cuaderno.

Ya se estaba retirando a sacar las copias cuando el joven regresó nuevamente al aula donde yo estaba.

- Disculpa, no me presenté, mi nombre es Rubén - me dijo, mientras me estiraba la mano.

- Mucho gusto Rubén, yo me llamo Jairo - le respondí dándole la mano, embozando ambos, de nuevo una sonrisa.

Al darle las manos a Rubén, sentí una corriente de electricidad en la piel. No solo era gusto. Era algo más lo que aquel muchacho provocaba en mí.

Salimos juntos del aula y caminamos unos metros por el pasillo. Me quede afuera del aula 301, en el cual me tocaba llevar el siguiente curso. Rubén bajó las escaleras presuroso para poder sacar las copias y devolverme el cuaderno. Cómo había mucha gente en dónde sacaban fotocopias, Rubén demoró, y cuando subió a devolverme el cuaderno, yo ya me encontraba dentro del aula escuchando mi clase de macroeconomía.

TÚ ME CAMBIASTE LA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora