CAPÍTULO VIII

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Pasaron algunas semanas de aquella conversación que tuve con Adrián, pero este no se animaba a sincerarse con sus hermanos, menos con su mamá. Al contrario, por presión familiar y de sus amistades que le decían que ya tenía que tener una enamorada firme, y que ya siente cabeza, empezó a salir con una compañera del instituto.

Yo, por mi lado, trataba de llevar mi vida normal, esperando que en algún momento Adrián me llame o me busque, y me dé la noticia, al menos de que a alguien se lo había contado. Seguía con mi trabajo de cajero y mis estudios en la universidad. Con m si conversaba porque estudiábamos juntos, era con Iván, quien me preguntó porque ya no iba a su casa como antes. Me excusé diciéndole que el trabajo y la universidad me dejaban muy cansado. Iván pensaba que era, porque Susana dejó que me despidieran, cosa que descarté.

Un fin de semana, Gabriel me invitó a ir a una discoteca, pues era el cumpleaños de una amiga de su hermana, y ella le había dado pases. Yo no quería ir, aparte de estar cansado, no tenía ganas, pero fui convencido por Gabriel quien no quería ir solo. Después del trabajo nos fuimos a la discoteca. Al llegar nos encontramos con la hermana de Gabriel y con unas personas más. Gabriel preguntó por la cumpleañera, quien también era su amiga, y le dijeron que estaba bailando con su enamorado. Al terminar la canción se acercaron algunas parejas, entre ellas la cumpleañera y su enamorado. Quede perplejo al darme cuenta que el enamorado de la chica, era nada menos que Adrián. Aunque disimulé muy bien mi asombro y decepción, por dentro me sentí destrozado. Adrián, al igual que yo, quedo en shock, no se esperó nunca verme allí. Nos presentaron, nos dimos la mano como si recién nos conociéramos. Obviamente, no me sentía bien, y como nunca, me dedique a tomar. En un momento, en que Gabriel se fue a bailar con la amiga de su hermana, Adrián se me acercó.

- Chibolo por favor!! déjame explicarte, no es lo que parece – me dijo Adrián.

- No te preocupes, te entiendo y me queda más que claro tu respuesta al tiempo que nos dimos – le respondí. Quería llorar, pero me contuve.

- No, por favor perdóname, conversemos, mañana te busco.

- No Adrián, esto se acabó definitivamente. Ya es muy tarde para conversar, esto ya no tiene solución.

En ese instante llegaron Gabriel y los demás y no pudimos seguir conversando. Le dije a Gabriel que me disculpara, pero me sentía muy cansado, que prefería retirarme. Gabriel notó algo raro en mí, y me preguntó si solo era eso. No pude aguantar las lágrimas y simplemente me salí de la discoteca. Gabriel fue tras de mí.

- ¿Jairo que te pasa? ¿Todo está bien? Has cambiado de un momento a otro – me preguntó Gabriel, dándome el alcance afuera de la discoteca.

- Si, solo estoy cansado, discúlpame – le respondí, mientras me secaba las lágrimas.

- Pero estas un poco mareado, no te vas a ir así a tu casa, mejor te acompaño – me dijo, intentando abrazarme, no lo logró.

- No te preocupes, anda con tu hermana y tus amigos, no quiero malograrte la fiesta – le respondí, sin dejar de caminar.

- No te preocupes por eso, no voy a dejarte ir así, ¿Somos amigos no?

- Por lo mismo, no quiero malograrte la fiesta de verdad, me sentiría muy mal por eso – le respondí.

- Ya te dije, no te preocupes, en todo caso, el plan era pasarla juntos, ya sea en la disco o fuera de ella – me dijo.

- Esta bien, pero no quiero ir a mi casa aun, acompáñame a caminar.

- Vamos a donde quieras entonces – me dijo.

TÚ ME CAMBIASTE LA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora