»Capítulo Tres«

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Hora de avanzar

La luz empezaba a colarse por la ventana, levanté mis manos y frote mis ojos para poder abrirlos mejor.

No serían más de las siete de la mañana, había dormido bien después de tanto tiempo, y había recordado algo muy mínimo pero sabía que era sobre Martín y yo cuándo estábamos pequeños.

Mi mente poco a poco iba recuperándose, una pizca de esperanza se encendió en mi pecho y sonreí.

Seguí mirando por la ventana, estaba más fuerte hoy, o bueno así me sentía. Aún así toqué la campanilla que había en la habitación para llamar a la chica que me ayudaba a ir al baño y hacer mis cosas personales.

La chica llegó con una sonrisa contagiosa, era bajita y gordita, sus mejillas siempre estaban rojas como su nariz, su cabello era negro y muy largo, siempre lo ataba en una cola, era muy dulce, aún no sabia su nombre.

—Buenos días cariño, ¿cómo dormiste? —dijo cuando llegó hasta mí.

Me quitó la cobija y me ayudo a sentarme.

—Pues muy bien, Martín hizo que recordara algo —comenté sin ocultar mi emoción.

—¿De verdad? Cuéntame, ¿qué recordaste?

—Es algo pequeño pero éramos él y yo jugando en la lluvia de niños. Le pregunté sobre una hermana, supongo que sí tengo familia.

Ella me miró con ternura y me sonrió.

—En las cosas pequeñas hay grandes momentos —dijo y acaricio mi mejilla—, todos tenemos familia Ligth. Ya sea de sangre o simplemente personas especiales que llegan a su tiempo.

—Gracias...

Fruncí mis cejas para que entendiera que no sabía su nombre.

—Amanda —dijo con una sonrisa.

Asentí—: Gracias Amanda —le dije con una sonrisa.

—¿Lista?

Se refería a bajarme de la camilla.

Asentí.

Ella me tomó de la cintura con cuidado y yo pasé mi brazo derecho por sus hombros y con el otro me agarre del barandal de la camilla, con sumo cuidado y despacio puse mi pie izquierdo en la pantufla que estaba allí para mi.

Okey, puedo hacer esto.

Baje el otro pie hasta la otra pantufla, Amanda me tenía agarrada de la cintura cuidando cada movimiento para no hacerme daño. Moví mis pies poco a poco hasta recuperar la fuerza necesaria y caminé por mi misma, bajar de la camilla era lo más difícil pero podía caminar por mi misma, con Amanda cuidándome desde atrás claro.

Entramos al lavabo y me ayudó a cepillar mis dientes, luego me desnudó y me ayudo a entrar a la tina para bañarme, el agua estaba tibia, perfecta para empezar la mañana. Yo lavaba mi cabello y ella fregaba mi cuerpo con una esponja suave y jabón de avena, tenía un olor delicioso.

El primer día fue muy incómodo para mí el hecho que alguien más estuviese conmigo cuando me bañé. Pero ella lo hizo fácil, hablamos durante un tiempo antes de entrar a la tina, el primer día —que estuve consciente, pues ella me baño y cambió el día que me encontraron—, fue extremadamente doloroso hasta estar sentada. Cada vez que Amanda pasaba la esponja por los hematomas, aún estando sedada me ardían demasiado. Incluso hoy, sigue siendo un poco doloroso, pero era más soportable y ayudaban más los sedantes.

Ella me hacía sentir de alguna forma débil, pero entendí que esto sería por un tiempo. No siempre estaría detrás de mí o bañandome. Igual, era amable conmigo.

Denize - [Trastornos 1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora