OPINIÓN
No me importa, pero está en todos lados,
Usuario, ve con mucho cuidado
O vendrán los sangrientos soldados.
El futuro no está desactivado.
Déjalos perder, muertos, apilados,
Siempre triunfa alguno más destacado,
Todos se ofenden y son aliados
Solo está mi ojo en el techo agrietado.
Tras la masiva protesta armada, la situación no se relaja ni una pizca en Greenhouse. Todo lo contrario: las calles no son seguras, hay algún que otro altercado entre las «insurrectas» y los defensores del sistema, y da miedo estar en el instituto porque las mujeres de los Cuerpos de Seguridad custodian cada puerta de cada aula con armas de última tecnología en todos los pasillos.
Félix continúa reuniéndose y entrenando a diario con su batallón y mis madres trabajan a contrarreloj, cada día más horas.
—Se avecina algo grande —expone Félix durante una tarde.
Últimamente vuelve a casa sobre las cinco de la tarde, cuando yo ya he vuelto después del instituto. El General Erland les ha ordenado que completen el entrenamiento por su cuenta, dado que, con el incremento de conflictos armados en las calles, temen que algunas «insurrectas» puedan asaltar el centro en el que se congregan cada mañana, por lo que han reducido la jornada guiada por el General, suprimiendo las horas que solían pasar allí por las tardes. Además, Félix continúa recuperándose de la herida de su brazo y el hecho de quedarse más en casa ayuda a que se tome las cosas con más calma y menos presión.
—¿Quieres decir que será peor que la última manifestación? —cuestiono.
Me hallo en uno de los salones de la planta superior del palacio que mis madres han habilitado para Félix para practicar sus ejercicios. Antes era un antiguo gimnasio que yo utilizaba ocasionalmente. Está iluminado abiertamente por unos ventanales por los que se filtra la luz que se refleja en espejos enormes que se hallan frente a ellos, permitiendo así que parezca incluso más espacioso.
La estancia está dotada de algunos sacos de boxeo, un par de máquinas de correr, algunas pesas y esterillas dispuestas ordenadamente en un rincón. También hay barras de ballet en uno de los laterales y sillas cerca de la puerta.
Yo me hallo estirada en las esterillas mientras él me coge los pies para hacer bien los ejercicios para los abdominales.
—Posiblemente —masculla él—. Levanta más la espalda —indica. Obedezco y siento punzadas de dolor en el abdomen—. Si la anterior manifestación fue una locura, no quiero saber qué está por llegar, sinceramente.
Dejo de moverme cuando completo los cincuenta ejercicios. Entonces él deja de presionar mis pies y nos intercambiamos los papeles: él se tumba; yo sujeto sus pies contra el suelo.
—Estamos locas —me lamento cuando se pone en movimiento—. Nos estamos hiriendo unas a otras sin sentarnos a dialogar y razonar.
—Muchas creen que no hay nada que dialogar —contrapone Félix con voz irregular a causa del ejercicio.
—Pero no saben si es cierto, las Autoridades no han declarado nada respecto al tema. Estamos sacando las cosas de contexto cuando ni siquiera sabemos si la información es verídica.
—Créeme, un movimiento que podría derivar en una revolución no se provoca con un informe falso.
—O sea —frunzo el ceño—, ¿tú crees que es verdad?

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Seven
Ciencia FicciónDesde la División del Mundo en Femtania, donde solo habitan las mujeres, y Homotania, donde viven únicamente los hombres, nunca se había vivido una situación tan crítica: hay protestas y manifestaciones violentas en Femtania por la filtración de un...