EVÍTAME
Suéltame, no me mires,
Cuéntame qué decides.
Baila con mi mirada,
Quítala como nada.
Tardo demasiados días en asimilar qué ha sucedido, sin éxito, porque la llamada en el bosque con Jen me ha dejado aún más confundida de lo que ya estaba. No obstante, creo que mi opinión respecto a ella, Jen, mejora a lo largo de los días: al principio me parecía una mujer manipuladora y fría; ahora me sigue pareciendo una mujer manipuladora y fría, pero ha cambiado mi confianza hacia ella. De algún modo u otro, siento que me dice la verdad: opino que realmente posee los vídeos de mis supuestos padres biológicos y que está dispuesta a entregármelos si hago lo que me pide.
Justamente ese es el conflicto interno que me planteo constantemente: ¿qué quiere? Después de la llamada, me dejó claro que lo que quiere de mí es mi disponibilidad y mi accesibilidad a las ciudades más importantes de Femtania gracias a mis contactos que, en este caso, son mis hermanas. Pero, ¿qué querrá exactamente de esas ciudades? También hizo hincapié en que sería algo discreto; que tenía que «extraer algo de las ciudades»; que, según su descripción, en algunos casos sería complicado de encontrar.
Entonces, siguiendo eso último, llego a la conclusión de que es algo pequeño pero valioso. Sin embargo, me pregunto, ¿qué será?
Aunque, siendo sincera, me da absolutamente lo mismo siempre y cuando no me meta en problemas graves. Lo único que quiero son los dichosos vídeos de la vida de Grace y Alan para descubrir si es cierto que soy su hija biológica. Solo quiero las pruebas que lo justifiquen, pero, claro, si desconozco qué quiere Jen, no sé qué riesgo estoy dispuesta a correr por ellas. No sé si merece la pena echar a perder mi vida y la reputación de mi familia, en caso de que todo se tuerza, por algo tan egoísta como prohibido como es conocer mis orígenes. ¿Vale la pena?
Todas estas cuestiones me las formulo a diario en la intimidad de mi habitación por las tardes, después de mi llegada del instituto, durante casi tres días en los que evito a toda costa a Félix. Excepto en la cena, claro. Allí tengo que actuar para que mis madres piensen que todo va con la misma normalidad de siempre, como si nada hubiera cambiado.
Durante tres cenas consecutivas, tras haberme quedado encerrada en la habitación por la tarde, pese a que Félix haya llamado mi atención puntualmente a las cinco y media con sus nudillos en mi puerta con la intención de convencerme para ir a entrenar con él en el gimnasio y, abatido por no obtener respuesta por mi parte, se haya retirado con sus pasos resonando en el sepulcral silencio del corredor del patio de arcos; por la noche, con la llegada de mis madres, saco mi mejor sonrisa y mis dotes de conversación para dialogar con mis ellas, como es habitual en mí.
Félix se sienta delante de mí en la mesa del salón, como siempre, callado y respondiendo únicamente a las preguntas escasas de Astrid y Elsa. Sin embargo, cuando mis madres hablan entre ellas o se enredan tratando temas de política, él me llama con esa mirada marrón y atrapante suya a la que, en la mayoría de ocasiones, no puedo resistirme. Soy capaz de evitar su presencia para impedir sus preguntas, aunque sé que él es consciente de que necesito mi tiempo y que si lo dejara conversar conmigo durante las tardes no me hablaría sobre el tema, pero esos ojos me superan y caigo en ellos inevitablemente.
No es hasta el cuarto día cuando, durante el desayuno, mientras tomo mi habitual taza de café en la cocina, escucho cómo se abre la puerta detrás de mí y me vuelvo para detectar quién es, pues pensaba que mis madres ya se habían ido a trabajar y que Félix ya estaría entrenando con su batallón.
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Seven
Science FictionDesde la División del Mundo en Femtania, donde solo habitan las mujeres, y Homotania, donde viven únicamente los hombres, nunca se había vivido una situación tan crítica: hay protestas y manifestaciones violentas en Femtania por la filtración de un...