C A P Í T U L O XII

190 13 3
                                    









Ya había pasado unas horas desde que Jaebum se había ido. Bueno, lo había echado.

Recordó cuando su gata salió de la cocina, y cuando Jaebum la vio, fue corriendo hacia ella. No la dejó tranquila por el resto de la tarde.

Hasta se quiso llevar a la gata. Cosa que Yeon no permitió. Y terminó sacándole al gato de las manos, para luego ponerla en el piso, y la felina se fue corriendo, asustada por el morocho.
Entonces Yeon le dijo que se vaya. Porque además, sus amigos lo habían llamado, y no quería que lo esperen por andar acosando a su gata.

Luego de que Jaebum se haya marchado, la pelinegra fue a ver a Joon. Pero él no despertaba aún. Así que, ahora se encontraba en el sofá con su gata en su regazo, mientras veía la televisión.

Había estado así por media hora, hasta casi se duerme. Pero escuchó cómo rechinó su cama, pensando que Joon ya había despertado. Dejó al gato a un lado, y fue a su cocina.

En una cajita sacó una pastilla, que era para el dolor de cabeza y sirvió en un vaso, un poco de agua tibia. Para así, ir a la habitación y llevar esos objetos hacía Joon.

Se quedó en silencio cuando entró, y vio a Joon tocándose la cabeza, estaba sentado en el respaldar. Ella sin decir nada, le entregó la pastilla junto al agua. Se sentó en el filo, esperando a que termine. El muchacho aún no la veía.

— ¿Por qué me besaste? — cuestionó severa, mirando al menor, quién se tensó por la repentina pregunta.

— ¿Lo hi-hice? — tartamudeó nervioso. A lo que la mayor, suspiró.

— Sabes que no me gustan los rodeos. — exigió suavemente. — Joon. — llamó elevando un poco la voz.

— N-Noona. — Yeon escuchó cómo se le quebraba la voz al menor. Entonces se tranquilizó.

— ¿Acaso te gust–

— M-Me gustan los hombres. — interrumpió. Dejándola con las palabras en la boca. Ambos guardaron silencio.

— ¿Estás seguro? — preguntó luego de un momento. Él asintió sin mirarla.

— E-El beso fue, porqu–

— Querías comprobarlo. — le interrumpió, y él nuevamente asintió. — ¿Y qué lograste? — cuestionó.

— No te ofendas noona, pero no sentí nada. — confesó.

— ¿Por que debería ofenderme? — soltó una suave risa. — Son tus gustos, y los comprendo. Pero no vuelvas a meterme en eso. — dijo severamente.

— Lo lamento. — se disculpó.

— ¿Te gustan los hombres? — cuestionó pensativa. — Son gustos es normal. — aconsejó.

— Tú también piensas eso... — aquello que dijo no sonó como pregunta.

— ¿Qué?

— Que aún soy un adolescente, y estoy confundido. — la miró con una mirada que denotaba nerviosismo.

— No te puedo asegurar nada. Si te gusta alguien de tu mismo sexo, pues bien. — respondió. — Pero, no debes confiarte, no todas las personas sentirán lo mismo que tú. — dijo mirándolo también.

《 Crazy 》 | Park Jinyoung ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora